Aunque Asya Abdullah no es una de las caras visibles de la lucha contra el Estado Islámico y los ataques a la población kurda, tiene un enorme protagonismo en el panorama internacional. Copresidenta del Partido Sirio de la Unión Democrática (PYD) que impulsó la proclamación de la autonomía de Rojava (Kurdistán suroccidental) en el 2013, no es una política al uso. En primer lugar, porque es una mujer, y también porque ha logrado desatar toda una revolución. Lo único que no es novedoso es que su labor es prácticamente ignorada por todos los medios.
«El sello de identidad de una vida libre y democrática es una mujer libre», espetó Asya Abdullah durante su intervención en el New World Embassy: Rojava, a finales de noviembre en Oslo. La activista se estaba refiriendo a algo que está ocurriendo en la región kurda y que se obvia cada día en cada información. Los kurdos tienen y seguirán teniendo un papel fundamental en el futuro de Siria y parte del mérito lo tiene la revolución que están llevando a cabo, donde las mujeres se sitúan en el centro de la agenda política. Es lo que muchos califican como una revolución democrática.