El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Transgénicos e intransigentes (Capítulo 2)

Antes de comenzar (o de continuar, ver el capítulo 1 sobre este tema) he de decir que no me voy a meter en cuestiones de política, intereses y demás. Sólo alimentación y salud. Luego ya, que cada uno piense, diga y haga lo que quiera.

¿Con qué fin se diseñan y producen alimentos transgénicos?

Desde muy antiguo el Ser Humano ha pretendido modificar su entorno alimentario con el fin de sacar un mayor provecho (más rendimiento, mejores cosechas, frutos o semillas de más peso, de mejor sabor, más resistentes a determinadas circunstancias, etc.) Durante mucho tiempo estas modificaciones se han realizado mediante el método de prueba y error; aquellos cruces o variedades que el azar ponía en nuestras manos como ventajosas las seleccionábamos y las otras, las desechábamos.

Con los transgénicos se trata, en esencia, (y ya dije que no me iba a meter en cuestiones políticas ni económicas) de lo mismo pero con una búsqueda mucho mejor dirigida hacia aquella característica que queremos obtener y que no tenemos.

¿El uso de alimentos transgénicos nos hace más resistentes a los antibióticos?

No. En realidad la capacidad de generar resistencia a los antibióticos atañe a los organismos que son objetivo de esta herramienta terapéutica, las bacterias, los animales superiores como el Ser Humano no pueden hacerse resistentes a los antibióticos. Para que me entiendan, los antibióticos son al cañón lo que las bacterias a la diana sobre la que se dispara con dicho cañón. Una determinada cepa bacteriana puede generar resistencia a un antibiótico, pero no un perro, un señor o una niña. A partir del planteamiento de qué es un organismo transgénico (la inclusión de un gen distinto a su especie) no se desprende ninguna relación posible, ninguna, con que otro organismo (en este caso un microrganismo) se haga resistente a un determinado antibiótico. Salvo, eso sí, que el gen que se le transfiere a esa bacteria, y que la hace transgénica, le dote de esa facultad. En general, la pérdida de la eficacia de algunos antibióticos responde más a un mal uso o al uso indiscriminado de los mismos que a la presencia de alimentos transgénicos en nuestra dieta. De verdad, es que no veo la forma lógica de meter a los transgénicos en la ecuación de los antibióticos, salvo por la ya mencionada.

¿El uso de transgénicos nos hace ser más alérgicos?

Sería posible que alguien mostrase una alergia a un alimento transgénico sí, al mismo tiempo, fuese alérgico a algún componente del organismo del cuál procede el gen que hace que el alimento sea transgénico. Si alguien es alérgico a los cacahuetes y no lo es al arroz y se elabora un arroz transgénico con genes del cacahuete, entra dentro de lo posible que ése arroz le despierte una reacción alérgica, la misma o similar que si comiera los cacahuetes a los que ya era alérgico. Pero no en otras personas que no son alérgicas ni a uno ni a  otro alimento. Los mecanismos de una respuesta alérgica no tienen, en principio, nada que ver con el proceso de producción de un alimento transgénico (salvo que  afectara a personas ya alérgicas a ese tipo de proteínas codificadas por el gen transgénico).

Tal y como exclama JM. Mulet (@jmmulet) en su muy recomendable “Los productos naturales ¡vaya timo!¿Por qué Greenpeace no se preocupa de prohibir los melocotones, los cacahuetes, el pescado y el marisco cuyas reacciones alérgicas son causa de miles de muertes cada año? Y sí, sin embargo, la misma Greenpeace pide la prohibición de los transgénicos alegando que producen alergias.

Y digo yo, para hacer este tipo de reclamaciones, ¿no sería prudente conocer al menos un caso documentado de muerte producida por la alergia a un alimento transgénico?

Por cierto y ya que estamos, recomiendo a todo el mundo la lectura de este fantástico libro que no es sino un alegato contra la estulticia sobre la que se sostienen muchas de las teorías ecologistas indocumentadas. Rigor científico y buenas dosis de ácido humor se dan cita de la mano de innumerables ejemplos con los que desmontar muchas de las tonterías que se nos venden bajo el paraguas de “natural”. Pues no, “lo natural” (suponiendo que eso exista) no debe ser sinónimo de guay, ya que también hay argumentos para pensar todo lo contrario.

Apoyando una de las tesis de Les Luthiers, insisto en que es un libro interesante para todo el mundo: si les gusta lo pueden recomendar a sus amistades y quedar bien; si por el contrario no les gusta siempre se lo pueden regalar a alguien que les caiga mal.

¿Hay alimentos transgénicos en el mercado?

La actual legislación permite la comercialización de alimentos transgénicos destinados a la alimentación humana, sin embargo, su presencia en el mercado es inexistente o, en todo caso, anecdótica. La explicación es sencilla: Las personas que podrían comercializar estos productos (y ganar dinero haciéndolo) no son tontas. Los transgénicos generan rechazo y, por lo tanto no se venderían. Así, la práctica totalidad de la producción transgénica en España se destina a la alimentación animal.

Es una situación relativamente similar a la del aceite de colza. En España este aceite no se vende como tal en los supermercados, cuando resulta que es un producto perfectamente válido (muy soso, pero válido). El recuerdo aun fresco en la memoria colectiva de los hechos derivados del síndrome tóxico (también llamado síndrome del aceite de colza desnaturalizado) en relación con este aceite en los años 80 aun pesa demasiado como para poner este producto como tal a la venta en España (otra cosa es que no forme parte de los ingredientes de algunos alimentos bajo el intrigante nombre de «aceites vegetales» -en algunos casos por no poner aceite de colza-). Y todo ello a pesar de que en otros países de Europa se puede adquirir fácilmente y nadie se lleva las manos a la cabeza

¿Los alimentos funcionales provienen de organismos transgénicos?

Ni hablar del peluquín. Los alimentos funcionales que actualmente conocemos son alimentos «normales» a los que se les ha quitado, añadido o sustituiudo un componente nutricional con el fin de obtener un beneficio sobre la salud o mejorar su perfil nutricional. En los alimentos funcionales que todos comocemos no hay ingeniería genética de por medio. Eso no quita para que un día se produzca un alimento transgénico que sea catalogado como funcional. Lo cual no es improbable ya que, por ejemplo, un trigo transgénico sin gluten podría perfectamente tildarse al mismo tiempo como funcional (por poner un solo ejemplo entre los muchos posibles).

¿Las grasas «trans» tiene alguna relación con los alimentos transgénicos?

Para nada. El denominar a un determinado tipo de grasas con el adjetivo «trans» sirve para distinguir a unos ácidos grasos insaturados de otros «hermanos» suyos sobre los que se usa el adjetivo «cis». Muy en resumen, «cis y «trans» hacen referencia a moléculas similares (pero no iguales) que teniendo la misma composición la organizan de distinta forma (isómeros). No tiene absolutamente nada que ver con los organismos transgénicos (ni con los alimentos derivados de estos).

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Foto: DailyPic

Transgénicos e intransigentes (Capítulo 1)

Pasando por encima de algunos conceptos básicos sobre biología que harían falta para comprender de forma adecuada esta entrada (y las que vendrán) responderé a algunas cuestiones básicas sobre este universo, el de los transgénicos, que no deja de herir susceptibilidades.

¿Qué es un organismo transgénico?

Todos los organismos vivos, pertenezcan al Dominio y al Reino taxonómico que pertenezcan (bacterias, protozoos, hongos, vegetales o animales) son portadores de un determinado material genético que les es propio y que les distingue del material genético de cualquier otra especie. Repito: esto es inherente a todos los seres vivos. Un organismo transgénico, pertenezca al Reino que pertenezca es un organismo al qué, además de su material genético propio, se le ha incorporado en su genoma el gen de otro ser vivo, de otra especie, con un fin específico.

¿Qué es un alimento transgénico?

Todos los alimentos (salvo el agua, que también entra en la definición de alimento) proceden directamente de algún ser vivo tras haber sufrido una mayor o menor transformación antes de ingerirlos. Con este origen, y tal y como se ha visto en la respuesta anterior, es fácil comprender que todos los alimentos son susceptibles de aportarnos su material genético, es decir, el material genético del organismo de procedencia. Pues bien, un alimento transgénico es un alimento qué incluye un gen diferente al de su especie.

¿Comer alimentos transgénicos podría mutar nuestro genoma?

No. Y la explicación es muy sencilla. Ya que la misma duda también podría plantearse con los alimentos no transgénicos. A fin de cuentas, al comer alimentos no transgénicos también introducimos en nuestra dieta los genes de esos organismos que nosotros decidimos poner en nuestro plato; y que yo sepa nadie ha recombinado sus genes con los de un pepino, una naranja, un pollo o una merluza y se ha convertido en una especie de mutante mitad humano, mitad naranja (aunque ahora que lo pienso quizá conozca a algún mutante humano-besugo. Es broma).

¿Y por qué no podría?

Que esta fantacientífica recombinación-hibridación entre nuestro genoma y los genes presentes en los alimentos no sea posible responde a la siguiente explicación -y siento que la cosa se ponga un poco complicada, pero es necesario-. Pongamos un ejemplo: Es bien posible que en nuestra dieta ingiramos genomas completos de aquello que hemos decidido establecer como alimento. Para ponerlo bien claro supongamos que alguien se come una ostra como Dios manda que se coman las ostras, vivitas y conchendo, es decir, con todo el genoma de todas sus células intacto, ¿podrá esta persona recombinarse con la ostra y mutar en un híbrido ostracohumanoide? Pues no, es imposible.

Imaginemos que los genes que contiene la ostra son “palabras” con un significado biológico. Sus “palabras” son útiles para ella y nuestras “palabras” (recuerden, los genes) son útiles para nosotros. Con esas palabras se construyen frases que son de utilidad para el organismo concreto que las posee. Pero no quiero ir hacia arriba, pretendo ir hacia abajo, ya que esas “palabras” (genes) están compuestas a su vez por letras (bases de nucleótidos en nuestro ejemplo). Una palabra tendrá significado en la medida que tenga un número concreto de letras ordenadas de una forma y no de otra. Pues bien a todo lo largo del proceso de digestión todas estas palabras son “descompuestas” y reducidas a las letras (carentes de significado biológico por sí mismas). Y aun más, estas letras son “troceadas” a su vez en sus componentes elementales que en este caso serían azúcares, bases nitrogenadas y el ion fosfato. Solamente de esta forma puede ser absorbido el material genético presente en nuestra ostra. Una vez absorbidos, los trozos de letras son transportados por el torrente circulatorio a distintos destinos metabólicos donde las células los podrán utilizar como materia prima en su biológico frenesí. Por tanto, si quedara algún resto de genoma sin descomponer en el tracto digestivo este no será absorbido y se irá al retrete formando parte de las deposiciones. La razón es fácil de compreder, sería imposible el absorber «palabras» enteras, ya que las “palabras” (genes) e incluso las “letras”, con el tamaño que tienen, es imposible que superen nuestra “malla intestinal” porque ésta es demasiado «tupida» como para dejar pasar moléculas y fragmentos moleculares de semejante tamaño.

Y esto sucede así para los genes de los alimentos no transgénicos y para los de los transgénicos.

Ya, pero supongamos que alguien tiene una herida en el aparato digestivo y a través de ella penetran genes enteros en el torrente sanguíneo ¿no podrían recombinarse con el material genético de nuestras células?

No. Imaginemos esta vez, y por ponerlo más claro aún, que a alguien se le inocula por vía intravenosa una cantidad moderada de una solución estéril (por aquello de las infecciones) e isotónica que contenga fragmentos del genoma con los genes de cualquier otro ser vivo. Tampoco mutará (en las pelis como X-Men y Spiderman sí, en la vida real no). Suponiendo que nuestro sistema de defensa (incluyendo linfocitos, fagocitos, etc.) no hiciera lo que tiene que hacer, que es dar buena cuenta de estos fragmentos intrusos, todas y cada una de nuestras células tienen una membrana plasmática que va impedir el paso a su interior del mencionado y ajeno material genético. A su vez todas nuestras células (salvo los eritrocitos) tienen un núcleo con su membrana, barrera que también supone un obstáculo y, además, nuestro genoma está normalmente lo suficientemente empaquetado (=el libro que contiene las frases está cerrado) como para que al llegar una palabra suelta, ésta pudiera entrar. Y en el mágico supuesto de que esto sucediera la palabra debería introducirse en un fragmento de nuestro texto y dotarlo de significado, además de inteligible, con sentido. Es imposible.

No lo entiendo ¿puedes poner un ejemplo?

Sí. La posibilidad de que a base de inocular directamente en sangre genes de otra especie nosotros mutásemos, es la misma que si desde la luna lanzásemos piezas sueltas de un coche con la intención de que al llegar a la tierra (suponiendo que atravesaran la barrera atmosférica) estas cayeran de tal forma que se terminara por obtener un coche perfectamente ensamblado.

http://youtu.be/NO5cXNdY6c4

 Y a pesar de repetirme: Esto sucede así para los genes de los alimentos no transgénicos y para los de los transgénicos.

En próximos capítulos seguiré respondiento cuestiones acerca de la «peligrosidad» de los transgénicos, su pretendida capacidad para estimular resistencias a antibióticos, favorecer cánceres, desatres ecológicos, etc. y todo ello, eso sí, sin entrar en «políticas». Eso se lo dejo a otros.

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Foto 1: Allen Gathman

Foto 2: Kachilla

Foto 3: Rubber Slippers In Italy

No ponga a su hijo a dieta. Mejore su estilo de vida

Según un informe de la Fundación Thao, 3 de cada 10 niños/as (30%) sufre exceso de peso (sobrepeso u obesidad). De éstos, un 8,3% padece obesidad y un 21,7 % sobrepeso. A cerca de un tercio de la población española entre 3 y 12 le sobra peso. Con lo cual, estadísticamente esta entrada supongo que le resultará de utilidad a un buen número de papás y mamás.

Supongamos que tiene un hijo o hija, un niño o un adolescente (me da igual la edad) con sobrepeso u obesidad… ¿ponerlo «a dieta» es la solución?

Si su respuesta es afirmativa sepa que no adoptará la estrategia más adecuada para los fines que persigue. Por lo menos esta es una de las muchas conclusiones a las que se ha llegado en una revisión de la literatura científica que aborda estas cuestiones. Ante la toma de decisión «dieta si vs. dieta no» sepa que en el tratamiento del sobrepeso y obesidad infantiles: «Las dietas hipocalóricas [las dietas, vamos] son menos efectivas a medio largo plazo que la modificación de los estilos de vida»

Dicho de otra forma, antes que martirizar, estigmatizar y torturar a un niño con prohibiciones y obligaciones en el terreno alimentario y de estilo de vida, conviene repasar los posibles errores que le han llevado a ésa situación y cambiarlos… no en el sentido de «hacer dieta», es decir, no en un: «hoy empiezo y otro día acabo, cuando haya perdido «X» kilos». No. Las principales evidencias apuntan a que en el tratamiento del sobrepeso en la infancia, las bases han de estar asentadas, más que en hacerle llevar una tortura de dieta en el comedor del colegio o en casa, en la modificación -permanente- de los estilos de vida, tratando de prevenir el sedentarismo, promocionando la realización de actividad física, todo ello dentro del marco familiar y con la innegable necesidad de adquirir unos hábitos alimentarios adecuados.

Como padre o madre preocupado por la situación ponderal de sus hijos un buen comienzo podría ser analizar su propia situación antes que la de su hijo o hija. Y porqué he de hacer esto, se preguntaran. Pues muy sencillo, porque en gran medida y según algunos estudios el peso de los hijos está directamente relacionado con el de los padres. Tenga en cuenta que los hábitos de su hijo pueden ser erróneos porque los ha copiado de usted. Hasta el punto que, antes de los 3 años de edad, la obesidad de los padres es más predictiva de la obesidad futura que puedan tener sus hijos que el peso actual del niño o niña. Genética aparte, su hijo puede tener exceso de peso porque usted mismo lo tiene. No es por casualidad, ni la genética es la explicación definitiva: a la hora de considerar que si uno de los progenitores es obeso el riesgo de que el niño sea un adulto obeso se multiplica por tres, y si ambos padres los son el riesgo se multiplica por diez.

Una vez analizados sus errores la mayor parte de las recomendaciones suelen pasar por:

Por cierto, y ya que estamos, usted tampoco se «ponga a dieta», mejore sus hábitos y mantenga ese mejor estilo de vida siempre. Suerte.

Yo soy gordito porque mi papá y mamá son gorditos

Imagínense que le preguntamos al niño del retrato de Botero (de nombre Manolito, por ejemplo) por qué cree él que tiene esa figura, o sea, que porqué es «gordito», si lo prefieren. Es posible que responda que él es así porque sus padres, sus ancestros, también lo son. Yo, coincidiría con la idoneidad de dicha respuesta.

No obstante, es posible que aun acertando en la respuesta los motivos que se utilicen para llegar a ella sean variopintos, unos acertados y otros no tanto. Es posible que a la hora de justificar la respuesta traigamos a colación (de forma consciente o inconsciente) aquellas clases de ciencias naturales del instituto en las que se nos contaba la curiosa vida de un monje de nombre Mendel, y lo aburrida que debía ser su existencia para dedicarse a observar cómo crecían los guisantes, en vez de dedicarse simplemente a comérselos. Que si de guisantes verdes salían guisantes verdes, los amarillos a su vez de los amarillos, los de piel rugosa de los rugosos y los de piel lisa de los lisos. Fenotipos y genotipos por aquí; caracteres recesivos y dominantes por allá y, en definitiva, lo que terminó dando como resultado las simples, pero eficaces -sobre todo para su tiempo- leyes de la genética de Mendel.

Pues sí, pero no. Por un lado, Mendel tenía razón: los genes (genotipo) de los antecesores de un ser vivo estarán, de una forma u otra, en las generaciones siguientes y su expresión (fenotipo) dependerá, entre otras muchas cosas, del carácter dominante o recesivo de los genes concretos que participen del cruce (en nuestro caso, qué genes tenía el papá que se cruza con una mamá también con sus propia dotación genética, para terminar resultando en un Manolito concreto… y los que vengan de sucesivos “cruces”). Pero de lo que tampoco no cabe duda es del incremento en poco tiempo (apenas unas pocas décadas) de la población obesa en nuestro medio, más si cabe en el caso de los niños y adolescentes.

Entonces, ¿son gorditos estos niños porque sus padres lo son y estos a su vez por que los suyos lo fueron? la respuesta es, a grandes trazos, que no. Y si no pregúntesenlo al gato del cuadro: oye michino ¿tú porqué luces una figura tan hermosa?. Supongo que nadie admitirá la respuesta de que el «gatito» es así de obeso porque comparte genes con el papá o la mamá del cuadro. Sin embrago, lo que sí comparte con ellos (y con el propio Manolito) es su estilo de vida. Esa es la verdadera razón por la que Manolito es «gordito», la misma por al que el «gatito» lo es.

También gracias a ella hemos visto nacer lo que se empieza a conocer como el «sindrome de gardfield». Un síndrome que destapa una imprevisible realidad hace años, que hoy en día el 25% de gatos y perros domésticos padezcan obesidad, ¿es la genética? Yo creo que no. Y en el caso de los niños y adolescentes de nuestro tiempo tampoco.

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Foto 1: eliduke

Foto 2: Simon31

¿Cuál es la causa de la obesidad?

 

Esta es fácil y no tiene vuelta:

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS): «La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas«.

Para explicar el por qué hoy existen unas cifras tan elevadas de sobrepeso y obesidad (su prevalencia) en especial en los países desarrollados la OMS trae a colación dos circunstancias importantes:

  • El aumento en la ingesta de alimentos hipercalóricos y,
  • El descenso en la actividad física como resultado de un estilo de vida cada vez más sedentario.

De la misma opinión es el reciente consenso de la Federación de Sociedades de Nutrición Alimentación y Dietética junto con la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Consenso FESNAD-SEEDO de octubre de 2011) ya que para referirse a las causas de esta patología recurre a citar a la OMS casi de forma literal.

Además, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN, en su Guía de práctica clínica para el manejo del sobrepeso y la obesidad en personas adultas, 2003): «Para que se produzca un aumento de la grasa corporal es preciso que la ingesta calórica sea superior al gasto energético«. En este punto es preciso recordar, como ya se ha visto, que era la cantidad de gasa y no otro elemento la que define la obesidad. Siguiendo con la SEEN, matiza además que este gasto viene modulado por factores genéticos y ambientales; pero, no obstante, añade: «Sea cual sea la base genética de la obesidad parece claro que el gran aumento en la prevalencia de la enfermedad acaecida en los últimos 20 años no se debe a cambios en el sustrato genético de la población, sino más bien a factores ambientales relacionados con el estilo de vida, que han llevado a un aumento del consumo calórico y un descenso en la actividad física».

Según MedlinePlus, un servicio de la Biblioteca de Salud de los Estados Unidos: «La obesidad se presenta con el transcurso del tiempo, cuando se ingieren más calorías que aquellas que se consumen«. Y aunque también apunta a los condicionantes genéticos, señala más en especial a los ambientales como elemento crucial para entender el desarrollo de la misma en nuestro entorno.

Y así podríamos seguir hasta que se me secara la boca o se me cayeran los dedos mientras le doy a la tecla: Cualquier sociedad científica o cualquier entidad sanitaria de reconocido prestigio que haya hecho un monográfico sobre el tema dirá lo mismo o muy similar. La obesidad, entendida como la acumulación excesiva de tejido adiposo (la única forma adecuada de entenderla) se debe a la incorporación a lo largo del tiempo de más calorías con la comida que aquellas que gastamos.

Con estas premisas, ya puede ir quien quiera y le apetezca a buscar la dieta de moda o milagro de turno. Pero que no se equivoque, si adelgaza (si pierde grasa) es porque ése sistema propuesto termina por aportar menos calorías de las que que se gastan. Tal y como pone de manifiesto la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en un documento de opinión científica de 2010: «la pérdida de peso y el mantenimiento del peso perdido dependen de la ingesta de energía y no de la composición en macronutrientes de la dieta«.

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Foto 1: meddygarnet

Camino a la inmortalidad

¿Es la muerte inherente a todo ser vivo?

¿Podemos alargar nuestra esperanza de vida interviniendo sobre la alimentación?

¿Cuál es el papel de los radicales libres?

¿Son los antioxidantes una posible solución?

¿Es adecuado una dieta rica en verduras, frutas y hortalizas?

¿Está la clave en las legumbres?

¿Es la restricción calórica un medio para alargar la esperanza de vida?


En este magnífico documental «Camino a la Inmortalidad» se ofrecen una serie de interesantes respuestas fruto de la investigación, de la reflexión y de la intención de hacer una sana transmisión del conocimiento científico en este terreno. Sin cohetes artificiales, sin falsas promesas… posiblemente con más preguntas que respuestas que hacen bueno el silogismo «La ignorancia afirma o niega rotundamente; la ciencia duda» (Voltaire).

En resumen el estupendo ejemplo de unos estupendos investigadores españoles.

El documental, mientras esté en rtve.es/alacarta/ podrá ser disfrutado en este enlace mientras dure, si no, siempre se podrá recurrir a San YouTube

http://youtu.be/GfgH4EMrp5g
http://youtu.be/ZnmkwkTviFE
http://youtu.be/NiSksgbWnuU
http://youtu.be/6GcP-GO016c