El pasado lunes se consumó una nueva venta de una entidad nacionalizada por el FROB. Catalunya Banc pasó a manos del BBVA por algo así como 1.187 millones. Como en los anteriores casos, a pesar de los miles de millones de euros empleados en recapitalizar y sanear estas entidades (más de 107.000 millones en total, según el Tribunal de Cuentas), los responsables de dirigir la reestructuración del sistema financiero español se han visto de nuevo incapaces no solo de conseguir alguna rentabilidad, sino siquiera de conseguir algo más que una décima parte de lo invertido. No ha habido manera, dicen.
Quizás es cierto que el mercado no está dispuesto a pagar, bajo ninguna circunstancia, precios que siquiera se asemejen a los patrimonios netos contables de estas entidades. Y puede que sea cierto también, como dice el Gobierno, que este ha sido el mal menor y que el coste de haber esperado o de haber liquidado Catalunya Banc hubiera sido aún más gravoso para el contribuyente. Puede ser, no lo niego. Tendremos que fiarnos de lo que dicen las autoridades. Como me decía ayer todo un experto en asuntos bancarios como Joaquín Maudos, hubiera sido deseable que se publicaran, al menos una vez, algún tipo de memoria o informe que avalara dichas decisiones.
Y es que ése está siendo, en general, el gran problema (en mi opinión) alrededor del rescate y saneamiento del sector financiero: Una falta absoluta de transparencia, una rendición de cuentas solo en apariencia (la comisión parlamentaria del FROB en el Congreso tiene más secreto que si fuera del Cesid) y una nula voluntad de enmendar esta situación. A inicios de la crisis (e incluso en 2011, a la llegada del PP al Gobierno) se juraba y perjuraba que no se emplearían recursos públicos en rescatar a las entidades financieras. Luego se dijo que sí, pero que solo un poco y que en cualquier caso se recuperaría todo. Ya vemos. Por ahora se dan por perdidos definitivamente más de 38.000 millones.
Así, nos encontramos con una ciudadanía que no entiende (lógicamente) por qué se ha tenido que emplear dinero público en rescatar a las cajas, que tampoco entiende por qué se ha engañado al decirnos que no se iba a perder nada y que además asiste ahora sorprendida a cómo estas entidades nacionalizadas vuelven a manos privadas en subastas y concursos no sometidos a fiscalización pública. Ni se publican en el BOE las condiciones ni siquiera se airean informes independientes que puedan justificar el agujero provocado. Lo he dicho ya más veces en este blog: Luz y taquígrafos con la venta de entidades nacionalizadas, por favor.
EDITO: Un académico al que admiro, el profesor de Economía Carlos Sánchez Mato, ha tenido la gentileza de pasarme su propio cálculo del coste que supondrá para las arcas públicas el rescate y posterior venta de Catalunya Banc (ver cuadro inferior). Básicamente el asunto nos ha supuesto ya, a todos los contribuyentes, unas pérdidas efectivas de 12.459 millones de euros. Pero es que además hay otros 21.000 millones de euros en «pasivos contingentes» (avales, activos adquiridos por el Sareb…) que podrían aumentar la factura definitiva los próximos años. Y es que el BBVA ha adquirido la entidad, pero no estos compromisos.