Un cuento corriente Un cuento corriente

Se llama a la Economía (más aún en estos tiempos de crisis) la "ciencia lúgubre". Aquí trato de mostrar que además es una de nuestras mejores herramientas para lograr un mundo mejor

Una mayor redistribución de la renta no lastra el crecimiento de los países; al contrario

«Desigualdad y crecimiento insostenible podrían ser dos caras de la misma moneda«. El que escribe esto no es un partido de izquierda, ni una organización altermundista del gusto de los lectores de Le Monde Diplomatique. No. Se trata de una investigación llevada a cabo por tres economistas del Fondo Monetario Internacional —Andrew Berg, Jonathan D Ostry y Charambolos Tsangarides—, y la cual se ha hecho pública a través de la web Voxeu.

Dinero

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Los autores de este estudio han concluido que un país con rentas más «igualitarias» tiene un crecimiento más «protegido», más robusto. Al mismo tiempo, dejan claro que no existe prácticamente ninguna evidencia científica que demuestre que las transferencias masivas de renta tengan ningún tipo de efecto negativo sobre el crecimiento. «Concluimos que la desigualdad es un robusto y poderoso determinante tanto de la senda de crecimiento a medio y largo plazo como de la duración de los periodos de bajo crecimiento», señalan los autores, que a su vez remarcan la falta de datos históricos que muestren efectos negativos de la redistribución en el potencial de una economía.

Lo que viene a hacer esta investigación es impactar la base de flotación de un cierto pensamiento liberal (en lo económico) muy popular entre los partidos conservadores y que clama contra cualquier tipo de intervención del Estado en la redistribución de la riqueza, bien a través de impuestos progresivos, bien a través de un mayor gasto público. Con la publicación de este informe, estos economistas ponen el dedo en la llaga: La redistribución es LA forma de garantizar un crecimiento más sólido en los países.

Lo cierto es que los resultados de este informe están lejos de ser rompedores, ya que, a pesar de las resistencias de las élites, cada vez son más las evidencias que apuntan a que no puede haber un crecimiento económico estable si no se combate a la vez la desigualdad. Lo sostiene así la OCDE en su paper Reducing income inequality while boosting economic growth: Can it be done? donde propone políticas directas con las que abordar tanto el crecimiento económico como la lucha contra la inequidad.

Los técnicos de la OCDE apuestan, entre otras políticas redistributivas, por incrementar las tasas de educación secundaria y terciaria, por la instauración de salarios mínimos y la integración de inmigrantes, por ejemplo, como métodos para fortalecer el crecimiento económico de los países.

En esta misma línea se muestran los economistas Barry Z. Cynamon y Steven M. Fazzari, que en un estudio de junio de 2014 han estudiado los efectos de la desigualdad en la recuperación económica de Estados Unidos. «Los resultados de este informe sugieren que la mejor manera de reparar el problema de generación de demanda de EE UU sería revertir, o al menos estabilizar, la tendencia a una mayor desigualdad salarial«, señalan, con la puesta en marcha de una política fiscal centrada en reducir la distancia entre el 5% más rico y el resto.

3 comentarios

  1. Dice ser Interés

    Lo que hay que tener en cuenta es la nula voluntad de los que tienen más por desprenderse de su poder económico, esa es la verdadera cuestión, porque distribuir mejor le economía supondría la renuncia a ciertos provilegios de quienes siempre lo han tenido todo.
    http://goo.gl/o8uj8c

    10 marzo 2014 | 14:55

  2. Dice ser Náufrago

    La Plutocracia al desnudo

    Este informe científico (aquel que se intenta también desvirtuar o desincentivar por parte del Ministerio de Educación -^- actual ) muestra a las claras que las políticas predatorias neoliberales que estamos padeciendo en la actualidad están socavando no ya sólo los principios más básicos de una democracia sino lo que es aún peor, la cohesión social en las que se inspararan los llamados Estados de Bienestar europeos herederos del famoso Plan Marshall.

    Pero este informe más allá de los datos devastadores que arroja, suponen sin lugar a dudas la constatación de que las democracias occidentales están sufriendo un retroceso y una involución que la están colocando al borde del abismo social, donde la polarización de clases se ha convertido no ya en un fenómeno creciente sino lo que es más devastador, en una constante estructural de esas mismas economías. Los incentivos perversos que el neoliberalismo está imponiendo no es que no tengan fundamento científico alguno -de hecho ni Adam Smith logró demostrar su validez, las crisis políticas y sociales posteriores no hicieron más que desmentir las falsedades de sus principios inspirados en un libre mercado inexistente-, sino que además se demuestra que son regresivos y que vulneran las más elementales normas de convivencia, alterando y destruyendo la paz y la movilidad sociales que supuestamente el sistema liberal prometía a sus súbditos desde sus principios fudacionales allá a finales del Siglo XVIII.

    Lejos de reducir las desigualdades de clases sociales que este sistema prometía revertir tras la Revolución Francesa por los «abusos estamentales de las monarquías absolutistas», su desarrollo histórico posterior no ha demostrado que dichas desigualdades sociales se hayan minorado, más bien al contrario, se han agudizado, como sabemos a pesar del oscurantismo, opacidad e intransigencia de aquellos partidos defensores neoliberales o/y neoconservadores orientados a asfixiar financieramente todo tipo de servicios públicos, especialmente aquellos destinados a reequilibrar las cada vez mayores desigualdades preexistentes y que no son otros que la educación, los servicios sociales y la sanidad pública, secuestrados en la actualidad por los que supuestamente gran parte de nuestros representantes públicos. Este expolio social masivo no son más que las consecuencias de ese recrudecimiento de sus principios, sublimados en políticas que no hacen sino agudizar dichas desigualdades, retroalimentadas por sus principales instrumentos de adhesión (sus medios de comunicación), orientados a perseverar y legitimar sus profundas y enormes contradicciones, tantas como la congruencia en la relación paradójica, inversa que media entre el incremento de los beneficios corporativos y la cada vez mayores tasas de pobreza de crecientes bolsas de población, como se sabe tras la reunión del Foro Económico Mundial y la publicación de Intermón Oxfam del informe sobre las tasas de desigualdad, en el que España ocupa la segunda plaza en la actualidad sólo superada por Letonia.

    La crisis financiera primero y económica después generada por los abusos del sistema, no ha hecho más que poner en evidencia la enorme fractura social existente, no sólo por la enorme tasa de desempleo actual (reforzadas por una reforma laboral salvaje), sino lo que es aún más grave, el desmantelamiento de servicios públicos que se está produciendo utilizando la crisis como coartada, silenciados por unos medios que en su inmensa mayoría permanecen sordos y ciegos ante la cada vez más profunda y salvaje polarización social, cimentadas por unas políticas socialmente regresivas, cuyas consecuencias (la desestructuración social de varias generaciones de la población) los poderes públicos en la actualidad no sólo no minimizan proveyendo de servicios públicos paliativos, sino que muy al contrario refuerzan, a través de medidas cuanto menos involutivas, recortando todo tipo de servicios públicos básicos, ya sea a nivel estatal, ya sea a nivel autonómico o local, cuya titularidad administrativa no lo olvidemos ostenta sin ningún género de dudas los partidos conservadores y liberales -PP-, la vanguardia de esas políticas socialmente depredatorias, con la connibencia por omisión todo hay que decirlo, de algunos partidos opositores inmersos en muchos casos en una a veces cierta desorientación ideológica, en unos tiempos donde precisamente sus principios son los únicos instrumentos posibles para intentar rescatar a importantes masas de población desahuciadas socialmente, ya que sus instituciones públicas, las que supuestamente les deben representar han renunciado a hacerlo, ya sea por convicción ideológica conservadora o liberal, ya sea por la desactivación de los principales resortes e instrumentos de contención en una democracia real, en forma de medios de comunicación públicos y/o privados acríticos, sesgados y complacientes, inoculadores de una anestesia colectiva sólo igualadas por la etapa preconstitucional precedente.

    Y ya para desmentir las conclusiones a las que llegan los defensores de las bondades de este sistema en nuestro país, conviene no olvidar que la división entre lo público y lo privado preconizada por los liberales clásicos cuya máxima se encuentra en la promoción y protección de la iniciativa privada es otro eufemismo que no tiene credibilidad alguna, está de más exponer aquí la realidad contradictoria especialmente puestas de manifiesto tras los últimos acontecimientos que podemos conocer (a cuentagotas) por algunos medios de comunicación. La crisis económico-financiera esperemos que pueda superarse porque son inherentes al sistema que nos gobierna, pero no cabe duda que el retroceso democrático (ley de seguridad ciudadana, opacidad y falta de transparencia instituicional, regresividad y amnistía fiscal creciente, incremento de las desigualdades sociales y económicas, falta de pluralidad e independencia en los medios de comunicación públicos y privados, represión institucional frente a los agentes sociales y plataformas ciudadanas defensoras del expolio del estado social que estamos padeciendo, burorrepresión, desigualdad educativa en forma de una reforma predemocrática del sistema educativo convirtiendo el derecho a la educación en el principal instrumento de la legitimación social de la polarización actual, corrupción, invasión de la división de poderes, etc, etc, etc.) y la destrucción de la cohesión social en las que debería sostenerse éste último, tardará mucho tiempo en recuperarse, a pesar de los paraísos aritficiales paralelos enmascarados en datos macroeconómicos -sesgados- al margen que recientemente se están celebrando de forma cínica y amoral (en el mejor de los casos)

    10 marzo 2014 | 15:14

  3. «Una forma muy simple de medir el nivel de bienestar de un país es observando su porcentaje de clase media. A mayor volumen de personas que forman parte de este grupo, mejor repartida estará la renta de un país. El aumento o disminución de la clase media está estrechamente relacionado con la distribución de la riqueza, de la renta, que se genera en un país.

    Durante las últimas dos décadas, en España, las políticas redistributivas de la renta han servido para ensanchar la distancia entre la población de más ingresos y la de menos, este dinámica implica a la vez que la clase media se vaya reduciendo, ya que las políticas redistributivas aplicadas han servido para empobrecer a la mayoría de la población y enriquecer a la minoría.

    La clase media, en la década dorada, vio aumentar su capacidad de consumo (compraba más, se permitía hacer vacaciones de miles de euros, etcétera). Como todo iba bien, y no faltaba trabajo -es decir ingresos-, la forma de aumentar su capacidad de compra era endeudándose (el precio del dinero era el más bajo de la historia), ya que el poder aumentar el consumo les permitía alcanzar la “felicidad”. Este endeudamiento lo incentivó y permitió el sistema y a la vez lo estimuló. No tiene nada que ver con la responsabilidad, sino con la concepción de formar parte a una clase social, que requería mantener determinados niveles de consumo (vivienda, coche, vacaciones, ropa, casamientos, comuniones,…).

    Ahora dicen que sois los culpables de qué el país esté en crisis, por favor, no os dejéis engañar. Los culpables han sido los grandes directivos de las entidades financieras que diseñaron infinidades de productos financieros para facilitar el consumo (el sobreendeudamiento) y de esta forma aumentar sus beneficios. En segundo lugar, la dejadez y complaciencia de los dirigentes políticos que lo permitieron.

    Esta historia o sueño se ha acabado. Habéis trabajado duro pero sois un 20 o un 40 por ciento más pobres que hace cinco años, además, el Fondo Monetario Internacional considera que se han de reducir los salarios un 10 por ciento más y empeorar las condiciones laborales. El único consuelo que queda es que hay personas que están peor, y que con un poco de suerte pensáis que os podéis escapar del grupo de excluidos sociales.

    Vuestros hijos y vuestras hijas, éstas aún más por el simple echo de ser mujeres, tienen un porvenir muy negro y, si quieren intentar conseguir algún trabajo con un cierto nivel retributivo, han de emigrar hacia los países ricos de esta deidad que es Europa, siempre insatisfecha y cruel con sus ciudadanos, que reclama más y más sacrificios “humanos” como en los tiempos antiguos.

    La crisis económica actual, provocada por los segmentos más ricos de la sociedad y los gobernantes europeos, aconsejados y legitimados por el Fondo Monetario Internacional, la está padeciendo la mayoría de la población, el 90% de la población de menos ingresos. Las políticas que se han aplicado han estado al servicio de este 1 por ciento de la población más rica perjudicando al resto de los ciudadanos.

    Este 1 por ciento ya no se conforma en sobreexplotar a la población de los países en vías de desarrollo, no es suficiente, necesita desmantelar el estado del bienestar que hay en los diferentes países desarrollados y, a la vez, evitar que se traslade a las nuevas economías emergentes. Ahora aquella negligencia política y económica que provocó esta grave crisis económica la hemos de pagar “todas y todos”, en realidad el 90% de la población. El 1 por ciento de la población de más renta continua teniendo el mismo nivel de ingresos, en el peor de los casos, o quizás lo han aumentado y el 9 por ciento lo forman los “vigilantes” y grandes protectores del 1 por ciento que continúan viviendo muy bien.

    La pobreza esta empujando y penetrando en nuestra sociedad, pero algunos sectores de la clase media piensan que si se portan bien se podrán escapar de esta situación de empobrecimiento, pero olvidan demasiado a menudo, que los que dirigen el mercado nunca están satisfechos, y que, como aquellos dioses crueles de la antigüedad, necesitan sacrificios a pie del altar: austeridad, es decir, bajada de salarios, disminución de los derechos sociales, empeoramiento de las condiciones laborales, reducción de las becas de estudios o de comedor, incremento del coste sanitario y de la educación, aumento de los recibos de la luz y del agua, etcétera y que los adinerados paguen menos impuestos.

    La única forma de salir de esta situación no es buscar una alianza con la clase dirigente, con los súper ricos, pues estos no quieren repartir los beneficios que se están apropiando. Si la clase media quiere sobrevivir se ha de aliar y cooperar con la masa de la población de menos ingresos y han de hacer piña todos juntos y presionar, o si no verán que cada vez son menos y con menos ingresos. Porqué el que está demostrado empíricamente es que los ricos son cada vez más ricos, los pobres son cada vez más (aumento de las personas pobres) y más pobres (cada vez con menos ingresos) y, que la clase media se está empobreciendo y a la vez reduciendo. Todos juntos venís a representar el 90 por ciento de la población que está sometida al 1 por ciento más rico, que es el poder real (los dioses del “mercado”).

    El sueño de la noche de verano ha finalizado y se ha de buscar una salida. Ésta existe y es la revuelta social, pacífica por supuesto, hacer un cambio de políticas, de dirigentes y de escala de valores en la que se mueva la sociedad actual. Se ha de mostrar y dejar en evidencia la corrupción, pero sobretodo se ha de participar en la política. Se ha de ser activo no pasivo. Se ha de luchar para potenciar los valores sociales y de respeto a los derechos humanos, sino la sociedad irá a peor y vuestros hijos y vuestras hijas no os lo perdonaran. Se les está dejando una sociedad peor, más pobre, con menos derechos y que solamente prevalecerá el dinero como moneda de cambio entre las personas y no la convivencia, la solidaridad y la cooperación. Las sociedades las forman personas y por lo tanto los dirigentes de éstas tienen la obligación de servirlas y no de aprovecharse de ellas. Habéis de ser activos para conseguir el bien común».

    por Joan Pere Enciso i Rodríguez | Departamento de Economía Aplicada. Universidad de Lleida. Portavoz Lleida Social.
    nuevatribuna.es | 20 Agosto 2013

    11 marzo 2014 | 16:32

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