Un cuento corriente Un cuento corriente

Se llama a la Economía (más aún en estos tiempos de crisis) la "ciencia lúgubre". Aquí trato de mostrar que además es una de nuestras mejores herramientas para lograr un mundo mejor

Luz y taquígrafos en la venta de bancos nacionalizados, por favor

Banco de España

Foto: JORGE PARÍS

El pasado mes de abril conocimos la (por ahora) última venta en España de una entidad financiera nacionalizada: El Banco Gallego, hasta entonces propiedad de Novagalicia Banco, pasó a manos del Banco Sabadell después de una inyección de dinero público de 245 millones de euros (sumados a otros 80 millones previos) por una cifra simbólica de tan solo un euro. Sí, un euro. Un banco, con sus oficinas, sus empleados y sus comisiones por menos de lo que cuesta un periódico de pago.

A los no familiarizados con el desarrollo de la reestructuración financiera española puede sorprender esta ínfima cantidad pagada por el Sabadell. A mi también, claro. Pero no es algo nuevo. De hecho, el «todo a un euro» se ha instalado en la mente de nuestros mayores banqueros, que ya habían adquirido otras tres entidades (CAM, Unnim y Banco de Valencia, que acabaron en manos de Sabadell, BBVA y Caixabank, respectivamente) nacionalizadas y auxiliadas con más de 33.000 millones por la módica cantidad de tres euros. Estas pujas tan aparentemente ventajosas paras la banca privada me concita al menos dos preguntas:

1) ¿Por qué siempre se venden por un euro? Desde el inicio de la crisis, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancario (FROB) ha instaurado un mismo sistema para vender las entidades previamente rescatadas y nacionalizadas: las subastas. Es decir, que el Estado abre un proceso de puja en la que todos los bancos interesados ponen sobre la mesa sus ofertas para quedarse con cada caja o banco de titularidad pública. Hasta el momento, y tal como han relatado las fuentes oficiales, el proceso ha sido el mismo: el Gobierno ha de poner el dinero para recapitalizar y sanear las entidades y los bancos compradores asumen parte de los costes «posteriores» (cierre de oficinas, despidos, posibles pérdidas futuras… Como he dicho asumen solo parte, porque hasta ahora ha sido costumbre que las ventas de cajas quebradas vayan acompañadas de las llamadas EPAs (esquemas de protección de activos), unas salvaguardas que han llegado a cubrir hasta el 80% de las posibles pérdidas en determinadas carteras.

2) ¿Por qué este «regalo», tal como lo definió el catedrático en Fundamentos del Análisis Económico, Joaquín Maudos? Las razones están claras: porque nadie parece haber presentado mejores ofertas. Así de triste. La actual crisis ha provocado una aversión a la inversión en entidades, y pese al aparente saneamiento de los mismos los banqueros temen que tras ir de compras puedan encontrarse nuevos agujeros. La mayor prueba de este rechazo es que ninguna entidad extranjera ha optado por adquirir caja o banco español. Tan solo el Banco Espirito Santo ha pujado por el Banco Gallego, aunque finalmente ha ido a parar al Sabadell.

Sea como sea, y aún creyéndome que no ha sido posible (pese a los esfuerzos) vender las cajas nacionalizadas por un mejor precio, lo cierto es que todo el proceso ha estado revestido, en mi opinión, de una inadmisible falta de transparencia. Lo mínimo que deberían facilitar las autoridades (en aras de demostrar que efectivamente no se ha hecho un «regalo» a la banca privada a costa del dinero público) son las actas de las negociaciones y las distintas ofertas presentadas por los bancos interesados. No es que no me fíe de ustedes. Es que llegados a este punto, ya no me fío de nadie.

En breve podremos comprobar si  efectivamente hay un cambio en la dirección estratégica de la reestructuración bancaria española. El FROB acaba de anunciar hace apenas unas semanas su intención de vender cuanto antes tanto Novagalicia como Catalunya Banc. La entidad gallega será la primera en reprivatizarse, y para encontrar a un comprador se ha contratado al banco de inversión BNP Paribas. Veremos entonces si vuelven las rebajas.

5 comentarios

  1. Dice ser Anónimo

    26 junio 2013 | 10:38

  2. Cuando alguien comienza una conversación advirtiendo de antemano que no entiende de política sé que lo que me espera a continuación es poco menos que un mitin sobre cómo hay que arreglar España. En un país como el nuestro en el que, como reza el dicho, el más tonto hace aviones, con millones de seleccionadores de fútbol en potencia, donde cada taxista es un presidente del Gobierno y cada policía antidisturbios, un ministro de Interior, si alguien te dice que no entiende de política, hazle caso, créele: no entiende de política.

    Eso sí, compra, vende, utiliza los transportes públicos, la sanidad pública, tiene que enviar a sus hijos al colegio con un tupper, simultáneamente sufre una subida del IVA y una bajada de sueldo, su puesto de trabajo pende del hilo caprichoso de su jefe, si es que ya no está en paro, o trabaja con un sueldo de esclavo… pero no entiende de política. Ignora que desde que enciende la luz de madrugada o abre el grifo, antes de ir a trabajar, hasta que regresa por la noche para hundirse en el sillón, agotado y acojonado, ha sido la política (que es tan misteriosa como los malditos mercados) la responsable de todo cuanto bueno o malo le ha sucedido durante la jornada.

    En realidad todos entendemos de política a la fuerza porque sufrimos sus consecuencias a diario. Es como la gravitación, que nunca la ves pero que la padeces inevitablemente, sobre todo cuando pierdes el equilibrio y vas a parar al duro suelo, donde la gravedad de la caída cobra todo su sentido. Los que dicen no entender de política actúan como aquel del chiste que pensaba que aunque no existiese la ley de la gravedad las cosas caerían por su propio peso. A lo que se refieren en realidad es que no entienden … a los políticos, que es como decir que no entienden a Isaac Newton, el primero que formuló la ley de la gravitación universal.

    Sin embargo, la muletilla de que no entendemos de política nos salva de situaciones embarazosas, como cuando damos el pésame a los parientes del finado con la muletilla de “te acompaño en el sentimiento”, que nos libera de elaborar una frase más original e igual de inútil. Confesar de antemano nuestra ignorancia nos coloca al nivel de los niños, cuya inocencia les permite hacer todo tipo de preguntas, hasta la extenuación de los padres, sin que parezcan tontos. Más aún, cuantas más preguntas nos hacen más listos nos parecen, los muy jodidos.

    Pero, mucho cuidado, porque en los adultos, preguntas sobre la existencia o no de los Reyes Magos o del Ratoncito Pérez, en lugar de hacernos más listos, como a los niños, pueden suponer un síntoma de oligofrenia. Como decir que no entendemos de política con la que está cayendo. Y aún así, debo confesaros que, aunque sí entendemos de política porque sufrimos en nuestras cabezas las consecuencias de los actos de los políticos, cuando nos enfrentamos a unas elecciones, una oportunidad única, como si de pronto pudiésemos cambiar la ley de la gravedad, seguimos votando a caciques, defraudadores, prevaricadores, ineptos y delincuentes (¿cómo se explica que 16.000 personas hayan votado a Mario Conde en las últimas elecciones en Galicia?).

    En realidad creo que lo nuestro con la clase política es lo más parecido al matrimonio de los católicos que, aunque sospechen que uno de los dos miembros de la pareja es infiel o tonto de remate, hay que mantener la unión por encima de todo, porque el matrimonio en sí es una categoría superior a la felicidad familiar, y porque el sistema democrático también es una categoría superior a la democracia misma.
    Los políticos nos son infieles, nos mienten, nos juran que no tienen aventuras con otros, o que no volverán a hacerlo, se gastan en sus juergas alegremente el dinero de nuestro patrimonio común, y al final nos comportamos con ellos como si les creyésemos, dispuestos siempre a perdonarles como si admitiésemos sus disculpas, introduciendo nuestro voto una vez más sin condón, como conejos rijosos del Opus Dei. Intuimos que nos engañan, pero se las arreglan para que lleguemos a admitir que el problema es nuestro, que somos nosotros los que no entendemos. “Es que tú no lo entiendes, cariño”, nos dicen mientras cariñosamente nos echan mano a la entrepierna.

    Una vez seducidos, reducidos políticamente al nivel de niños, ya estamos preparados para preguntarnos por qué nos pasa lo que nos pasa. Y una de las preguntas fundamentales es por qué, si esto es un contrato entre los políticos y la ciudadanía, como un gran matrimonio nacional (¿Patrimonio nacional?), una de las partes puede incumplir reiteradamente el contrato, una vez que se ha metido en nuestra cama y ha gozado, a pelo y sin freno, de todos nosotros.

    En Italia, una sentencia judicial pretende encerrar en la cárcel a seis científicos que se supone deberían haber sabido predecir el terremoto de L’Aquila, que se cobró más de 300 vidas. Su impericia profesional, según el juez, no es un simple error de cálculo, es poco menos que un crimen, y deberán pagar duramente por su irresponsabilidad. Aquí en España, los suicidios por las políticas aberrantes del Gobierno pronto superarán a los muertos del terremoto de Italia. El PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, está gobernando incumpliendo con saña todas las promesas electorales por las que nos había llevado al altar y a la cama, ciscándose en el contrato que establecimos (bueno, que establecieron los que se casaron con él) en las urnas.

    Cierto es que Mariano Rajoy tiene una incultura enciclopédica y no es experto en nada, de lo que se deduce que parece imposible llevarle a los tribunales por negligencia profesional, porque él es un seductor, y no un vulgar científico con los conocimientos y preparación suficientes para predecir los terremotos de la política y la economía. Él, que acusó a Rodríguez Zapatero de no haber visto venir la crisis, y de cultivar después en los invernaderos de la Moncloa todo un vergel de brotes verdes alumbrados por las lucecitas del famoso final del túnel, nombra ministro de Economía y Competitividad a Luis de Guindos, el que en noviembre de 2003 decía en el diario ABC (leo en la Wikipedia), en calidad de secretario de Estado de Economía con Aznar, que “en España no hay burbuja inmobiliaria, sino una evolución de precios al alza que se van a ir moderando con más viviendas en alquiler y más transparencias en los procedimientos de urbanismo”.

    Esta joya de experto en predicción de terremotos inmobiliarios fue contratado años más tarde como experto en la salvación de países en crisis provocadas… por la burbuja inmobiliaria que él no supo ver. ¿Y cuáles eran sus méritos? Haber sido miembro del Consejo Asesor para Europa del banco de inversiones Lehman Brothers, curioso lugar en el que se encuentra un país llamado España, banco que, con sus malas prácticas, sobre todo en la gestión de las hipotecas basura inmobiliarias, desencadenó una crisis económica mundial sin precedentes. El experto en terremotos.

    Ahora, como ya he descendido intelectualmente al nivel de un niño, puedo preguntarme inocentemente: ¿por qué Luis de Guindos está de ministro ¡de Economía! y no en la cárcel? ¿Por qué Mariano Rajoy está de presidente del Gobierno y no en la cárcel por incumplimiento doloso de contrato? Y la madre de todas las preguntas: ¿por qué no acudimos todos ante los tribunales con una demanda de divorcio contra los que nos prometieron en matrimonio político e incumplieron después todas sus promesas?
    ¿Será porque tú no lo entiendes, cariño?.

    Manuel Saco. 28/10/2012

    06 septiembre 2013 | 09:39

  3. Dice ser Johan

    Hay más factores que los que indicas para que se vendan por un euro. El banco comprador no solo se queda con las deudas del banco comprado, también con los activos tóxicos y no tóxicos y adicionalmente tienen que provisionar capital de acuerdo a los decretos guindos.

    Otra opción en vez de venderlos a un euro es dejarlos quebrar, pero claro toda quiebra es mucho más traumática ya que además de cerrar y despedir a todo el personal, arrastras a los acreedores, más quiebras, más despidos…

    06 septiembre 2013 | 09:43

  4. Dice ser SO. ANDRES CASTELLANO MARTI

    Concretamente en el Banco de Valencia, el oscurantismo nos dice que todo su final ha sido mafioso. Pues no se explica que habiéndose dicho que está en quiebra, no se diga quienes lo han quebrado. Sabiendo todo el mundo que sus directivos sobresalen en la opulencia.
    Incluso es escandaloso que empresas que en actual tienen solvencia, presentaran quiebra y no devolvieran el dinero que habían tomado.
    Pero más escandaloso es el ver que se ayuda a quien se le vende el banco, y no se ayuda a sus accionistas dueños que son los robados; lo cual es un robo que antes nunca se dio.
    Posiblemente en muy poco tiempo se tenga que parrar este país y averiguar quienes lo están esquilmando. Queda claro que todo es pura mafia económica, que tiene comprada a la clase política.
    So. Andrés Castellano Martí.

    06 septiembre 2013 | 10:12

  5. Dice ser skalo

    #Es que tú no lo entiendes, cariño

    Después de leer el petardo de tu comentario reiterativo y poco original he de decir que en la puta vida había leído una opinión tan demagoga. ¿Te crees que somos todos tontos, verdad?.
    Lo que he podido extraer después de tanta tontuna es:
    Derecha mala. Rajoy inútil.
    Izquierda buena. Zapatero estadista.
    Se os ve el plumero la hostia chavales y hacéis gala de una falta de memoria pasmosa.

    Así nos va!

    Pd. Por mi parte se cómo de mal se lo han montado TODOS y cada uno de los presidentes de la democracia; desde el absurdo «café para todos» al «es antipatriótico decir que hay crisis» pasando por el «vamos a hacer un ave a sevilla» o el «españa va bien». Son todos una puta panda de inútiles, ladrones, vagos y prevaricadores; y sí amigo, la puta culpa es nuestra porque les votamos y les mantenemos en el poder. Al fin y al cabo la política no se entiende, la política se practica.

    06 septiembre 2013 | 10:30

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