Todo es coyuntura Todo es coyuntura

La vida tiene mil detalles. Ninguno permanece… por suerte o por desgracia.

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Vivir en Madrid… y más

La Cibeles

La Cibeles, con la sede del Ayuntamiento detrás. FOTO:  Víctor Lerena.

No solo una escapadita invernal en fin de semana. También la canícula es buen momento para conocer Madrid, aunque aprieten los calores.

De Rodríguez, en familia o con amigos, estos días veraniegos son ideales para descubrir nuestra hermosa región. Un paseo por la tarde, un día entero de excursión o un plan de fin de semana. Para todo hay tiempo, en cualquier lugar.

Desde el tradicional y turístico Madrid centro (Los Austrias, Ópera, Gran Vía… y sus calles aledañas con estupendos rincones secretos) hasta los clásicos municipios de la comunidad: Alcalá, Aranjuez, San Lorenzo de El Escorial, Manzanares el Real, Chinchón, Patones…

Piérdase por ellos, incluso por los más pequeños, y disfrute de sus detalles, de sus gentes.

Estoy seguro de que tras una pasear por cualquiera de estos lugares siempre podrá decir «qué bien lo pasé en Madrid… y en sus alrededores». Buen verano.

Multas y jeta municipal

Jeta. La desfachatez con la que a veces nos tratan las administraciones raya lo inconcebible.

Una ordenanza aprobada en 2010 por el entonces alcalde de Madrid Alberto Ruiz-Gallardón permitía que los agentes de la Policía Local pusieran multas en diferido (muy del PP esto del diferido…). Es decir, si un agente veía/intuía una infracción de un vehículo, apuntaba la matrícula y ponía la multa sin informar al conductor.

La Justicia ha determinado que este tipo de sanciones son ilegales. Calculando a la baja, el Ayuntamiento puso al menos 20.000 sanciones con este sistema.

Policía Municipal de Madrid

Un agente de la Policía Municipal de Madrid. FOTO: ATLAS

Pero ahora dice que solo devolverá el dinero a aquellos que en su momento presentaron alguna alegación a la denuncia. El ayuntamiento argumenta que si el conductor no protestaba daba por buen la sanción.

Con esta práctica ilegal, las arcas municipales se han embolsado al menos un millón de euros, pero solo devolverá unos 14.000 euros a los 286 conductores que pagaron, recurrieron y litigaron.

Primera y simple deducción: jeta y afán recaudatorio del Ayuntamiento. Segunda y contundente conclusión: si algo huele mal, denuncia, protesta, por muy grande que sea el elefante administrativo.

Medidas contra la alta contaminación

Después de varias reprimendas europeas y de años de retrasos para tomar medidas, por fin el Ayuntamiento de Madrid pondrá en marcha un protocolo de actuación cuando la contaminación sea insoportable.

Tráfico en la M-30

Atasco de tráfico en la M-30. FOTO: Jorge París

Preaviso, aviso, alerta… varios niveles en función de los altos índices dióxido de nitrógeno que se generan principalmente por el exceso de tráfico… y la ausencia de lluvia.

Las medidas extremas pueden llegar a niveles tan serios como limitar la circulación de los vehículos al 50% en las calles de la almendra central y a los que circulen por la M-30.

Negro sobre blanco parece todo muy sensato. Pero visto lo visto hasta el momento y lo caótica que podría llegar a ser la adopción de estas medidas, no veo yo el día en el que se lleguen a aplicar.

Antes es capaz Botella de bombardear las nubes o de ponerse a cantar con tal de que llueva para disipar la boina.

Disputas de mediohombres

Blas de Lezo

Blas de Lezo, vestido con el uniforme de teniente general de la Armada.

Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas. El alcalde de Barcelona se ha puesto hecho una furia porque el Ayuntamiento de Madrid ha instalado una estatua en honor a Blas de Lezo, marinero del siglo XVIII, apodado el ‘mediohombre’ por haber acabado sus días sin un ojo, un brazo y una pierna.

Dice el alcalde Trías que el almirante bombardeó la capital catalana hace 300 años y que esto es motivo suficiente para retirar la estatua. Con todo el lío que debe tener un alcalde, preocuparse por este detalle debe ser tarea prioritaria.

Mientras, responsables del Ayuntamiento de Madrid, e incluso de la oposición, le han pedido rápidamente al alcalde de Barcelona que reflexione sobre su propuesta e incluso le invitan a que abandone su «provincianismo».

Políticos hechos y derechos metidos en disputas de mediohombres por un trozo de piedra. Así nos va.

Madrileños de aquí y de allá

Me gusta que Madrid acoja a cualquiera, venga de aquí o de allá. Me alegra que en todos estos años de alta inmigración en Madrid la integración haya sido casi ejemplar, sin grandes movimientos de rechazo.

Rumanos, marroquíes, ecuatorianos, chinos, colombianos, peruanos y bolivianos son mayoritarios –por este orden– en nuestras calles, portales, trabajos, comercios…

Chino

Un hombre camina por un parque empresarial de comercios chinos, en Madrid. (JORGE PARÍS)

Sin embargo, aun queda algo de trecho por recorrer para la integración total. En líneas generales, creo que ponemos algo más de nuestra parte los de aquí que nuestros nuevos vecinos. A veces les falta dar un pasito más para aclimatarse, para asimilar las costumbres y el idioma del que ahora es su país.

Eso sí, da gusto cuando vas a comprar a un chino, te dan las buenas tardes y te preguntan en perfecto castellano si andas buscando unas chancletas.

Derroche olímpico

El tiempo es casi siempre el mejor bálsamo para curar heridas, incluso para olvidarse de ellas.

Nos enteramos ahora, con las opciones de un Madrid olímpico ya cicatrizadas, que la visita de los miembros del COI que vinieron a evaluar Madrid 2020 costó casi 740.000 euros. Catorce expertos y una cohorte de pelotas ‘excursionando’ durante cuatro días por los madriles.

Este tipo de visitas están dentro del teatrillo olímpico al que hay que jugar si quieres organizar unos Juegos, pero me pregunto si no se pueden hacer de otra manera y con un presupuesto más ajustado.

Da igual que este derroche se justifique ahora diciendo que la mayor parte de la inversión corría a cargo de patrocinadores.

Seguro que habrá otras partidas desorbitadas que salieron íntegramente del presupuesto público, el que pagamos entre todos. Y de esas, ni nos enteramos.