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La vida tiene mil detalles. Ninguno permanece… por suerte o por desgracia.

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Operación Chamartín… de nuevo

Distrito Castellana Norte

Recreación del proyecto urbanístico Distrito Castellana Norte.

Veinte años no son nada. Los que han pasado desde Fomento, Comunidad y Ayuntamiento de Madrid pergeñaran una macrooperación urbanística para dar uso a más de tres millones de metros cuadrados semiabandonados al norte de la Plaza de Castilla.

Distrito Castellana Norte

Localización de Distrito Castellana Norte

Tras muchos intentos, con dirigentes de todo color y pelaje, los próceres implicados en la operación anuncian ahora –de repente– que se retoma el proyecto.

Ya no se llamará Operación Chamartín, sino algo más modernuqui: Distrito Castellana Norte. Pero en esencia es lo mismo, lo previsto hace cuatro lustros: construcción de miles de viviendas, muchas zonas verdes, equipamientos sociales, un centro de negocios, paradas de Metro, de Cercanías y la guindita de una vía ciclista, que siempre queda muy mono.

Todo ello, a desarrollar ¡en 20 años! Otros veinte años no son nada…

Ideas de sol y sombra

Cento de convenciones Cuatrro Torres

Agujero destinado a los cimientos del Centro de Convenciones de Madrid, bajo las Cuatro Torres. FOTO: Jorge París

Con dinero y sin crisis todo son buenas intenciones e incluso despilfarro. Así fue en 2007, en plenas vacas gordas, cuando el por aquel entonces alcalde de Madrid Alberto Ruiz-Gallardón vendió a bombo y platillo el proyecto de construcción de un mega centro internacional de convenciones en un gran solar a espaldas de las cuatro torres de la Castellana: un edificio circular con forma de sol de 120 metros de altura y 70.000 metros cuadrados de superficie.

Y al poco llegaron los nubarrones de la desaceleración, la tormenta de la crisis y el sol no solo se escondió, sino que no llegó asomar en el horizonte. Tan solo quedó un deslumbrante agujero en la tierra, los cimientos del aparcamiento del gran edificio.

¿Y qué hacemos ahora con este desaguisado?, se preguntó el Ayuntamiento. Entonces se devanaron los sesos: hagamos unas dependencias municipales, espacios de ocio y centros comerciales. Lo de siempre, vaya.

Camarero, póngame otro sol y sombra, que el cerebro no me da para más.

Disputas de mediohombres

Blas de Lezo

Blas de Lezo, vestido con el uniforme de teniente general de la Armada.

Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas. El alcalde de Barcelona se ha puesto hecho una furia porque el Ayuntamiento de Madrid ha instalado una estatua en honor a Blas de Lezo, marinero del siglo XVIII, apodado el ‘mediohombre’ por haber acabado sus días sin un ojo, un brazo y una pierna.

Dice el alcalde Trías que el almirante bombardeó la capital catalana hace 300 años y que esto es motivo suficiente para retirar la estatua. Con todo el lío que debe tener un alcalde, preocuparse por este detalle debe ser tarea prioritaria.

Mientras, responsables del Ayuntamiento de Madrid, e incluso de la oposición, le han pedido rápidamente al alcalde de Barcelona que reflexione sobre su propuesta e incluso le invitan a que abandone su «provincianismo».

Políticos hechos y derechos metidos en disputas de mediohombres por un trozo de piedra. Así nos va.

Placas conmemorativas

El Ayuntamiento de Madrid ha decidido homenajear a las víctimas del terrorismo colocando 800 placas conmemorativas con el nombre de los asesinados.

Empezará rindiendo homenaje al almirante Carrero Blanco, el que fuera presidente de Gobierno durante la etapa final de la dictadura de Franco.

Las placas serán «un recuerdo permanente a todas las personas que dieron su vida por la libertad y la democracia», según argumenta el Ayuntamiento.

Placa junto a un árbol

Uno de los azulejos con el nombre de niños que se colocaban junto a los árboles. FOTO: Cuadernos para la reflexión

Salvando las distancias, esta iniciativa –avalada por todos los grupos municipales– me recuerda a aquella peregrina idea que tuvo el alcalde Álvarez del Manzano Agustín Rodríguez Sahagún hace unos cuantos años: colocar en el alcorque de los árboles recién plantados un azulejo con el nombre de cada recién nacido en la capital.

Nadie que las veía sabía a qué se debían. Años después muchas placas se borraron; hoy día quedan algunas, pero la gente sigue sin saber qué pintan ahí.

‘Eulovegas’, aquí no

El gran magnate chino Wang Jianlin ha puesto el ojo en los madriles para desarrollar sus negocios. Empezó comprando el enorme edificio España, en la plaza de España de la capital, y ahora pretende levantar un gran centro comercial y de ocio en no sé sabe qué lugar.

Todo lo que sea impulsar la economía, bienvenido sea; pero ojo a cómo y a qué precio.

Wang Jianlin

El magnate chino Wang Jianlin.

Si la idea es colarnos un ‘Eulovegas’ –una versión china de casinos, hoteles y tiendas– mal vamos.

Otro tipo de inversión y otro modelo de ocio y negocio también es necesario y rentable en Madrid.

Un concepto que no esté basado en el juego y el consumismo. Cine, teatro, arte, deporte, gastronomía, tecnología… complementado, eso sí, con hoteles y hostelería.

Todo eso es posible para generar empleo y riqueza, venga el dinero de donde venga, hasta de la mismísima China.

Asientos antimendigos

Parada de autobús

Una parada de autobús con el asiento antimendigos. FOTO: Jorge París.

Bancos antimendigos o como quieran llamarlos: antisiesta o antidecúbito supino, si nos ponemos finos…

El caso es que los asientos de las nuevas paradas de autobús de la capital están diseñados sí o sí para que nadie pueda tumbarse.

Y no me digan que el artilugio que corta el banco en dos es para apoyar los brazos: demasiado pequeño y bajo para cumplir esa función.

Que el Ayuntamiento diga que el diseño es cosa de la empresa concesionaria que instala las paradas es escaquearse. Ha sido el Ayuntamiento el que ha aprobado ese modelo entre varios presentados por la adjudicataria.

Si el Ayuntamiento quiere que los asientos no sirvan para tumbarse está en su derecho, pero hay otros diseños menos evidentes.

Y de eso es de lo que tendría que haberse ocupado y preocupado en su momento. A no ser que le dé igual, claro.