Tal día como hoy, hace 43 años, coloqué la bandera constitucional de España en la puerta de mi casa. Había comprado un metro de tela bicolor, sin la «gallina» de Franco.
Mi vecino, el anciano coronel Lisarrague, llamó a mi puerta y me dijo:
-«¿Qué hace usted con mi bandera en su casa?».
Le repliqué:
-«Ayer sería su bandera, pero desde hoy también es mía. Y espero que sea de los dos por muchos años».
Brindamos todos con un emocionado ¡Viva la Constitución!. Fue el principio de una hermosa amistad.