Por Blanca Blay
La conocida como “revolución de los paraguas” en Hong Kong, ex-colonia británica desde 1997 con cerca de 7 millones de habitantes, cuestiona como mínimo la satisfacción de su población bajo la máxima de “un país, dos sistemas”.
Las libertades de las que goza la región de Hong Kong en comparación con el resto de China, como por ejemplo un limitado autogobierno o libertades civiles como la de prensa, empiezan a no ser suficientes para la parte de la población representada en el movimiento Occupy Central with Love and Peace. Piden a Pequín el prometido sufragio universal para elegir su líder en las próximas elecciones, en 2017. Pero más allá de este movimiento, esta revolución expresa también un problema que sucede en Hong Kong desde hace años: la brecha de la riqueza. Según el coeficiente de Gini, Hong Kong es más desigual ahora que Estados Unidos o Singapur.
“Hong Kong es la ciudad desarrollada con más desigualdad en el mundo y en gran parte es por culpa de la falta de medidas por parte del gobierno y la presión desproporcionada de la China sobre la ciudad”, explica Dídac Bermejo.