31 de julio. Acaba el curso. Mañana, nuestros políticos estarán de vacaciones. Bueno, los españoles lo estarán tras las «explicaciones» que dé Mariano Rajoy en el Congreso de los Diputados respecto a los casos de corrupción que no hacen más que llenar las portadas de los diarios españoles. Y si tuviéramos que darle una nota a nuestros representantes europeos, puedo afirmar que el suspenso sería mayoritario. Y que todos tendrían más de una asignatura pendiente para septiembre.
Pero como es 31 de julio, hace calor y termina el curso, hay que intentar despedirlo bien. Porque la Unión Europea se encuentra en una estancada crisis de confianza y de reputación. Y aunque el contenido de esta institución suspenda, la estructura es buena, o al menos, tiene posibilidades para avanzar a una integración democrática sólida. Y si no es así, al menos la idea era hacer la paz y la felicidad de sus más de 500 millones de habitantes, que aún pueden redirigirla hacia este fin.
Por eso, hoy nos vamos a quedar con dos grandes momentos de las instituciones. Dos discursos en los que la verdad, los buenos propósitos y la regeneración tan necesaria han salido a la luz para decirnos que no estamos locos y que nuestras aspiraciones son justas y válidas. Sin entrar a valorarlos, porque entonces veríamos seguramente un fondo no tan esperanzador. Uno de derechas y uno de izquierdas, con sus luces y sus sombras. Seamos un poco superficiales, un poco idealistas y un poco soñadores. Soñemos con que en septiembre, en el nuevo curso, tiene que haber más momentos como éstos, pero con más consecuencias que los aplausos o los abucheos.
- Intervención de Nigel Farage, político británico, en el Parlamento Europeo. Lidera el Partido de la Independencia del Reino Unido, de derechas y euroescéptico.
- Intervención de Daniel Cohn Bendit, político francés del partido Los Verdes, en el Parlamento Europeo.
Esperanza Escribano
@equilibrio_y_yo