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Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

¿Qué hemos hecho mal para que nuestras sociedades den a luz a jóvenes terroristas?

Younes Abouyaaqoub, el terrorista que asesinó a 14 personas en el atentado de las Ramblas el pasado 17 de agosto y a Pau Pérez en su huida, tenía 22 años. Vivía en Ripoll desde que cumplió 9 y estaba «integrado»: había estudiado un grado en electromecánica y tenía un buen trabajo en una siderúrgica de Ripoll. Mohamed Hychami, otro de los terroristas abatido en Cambrils, trabajaba también en una de esas compañías con un sueldo de 1.900€, según contó El Confidencial. ¿Cómo pudo radicalizarse él y el resto de integrantes de la célula yihadista?

Captura del vídeo del ISIS en español / Europa Press

Captura del vídeo del ISIS en español / Europa Press

Recordemos las protestas de la periferia de París en 2005. Tras un robo y perseguidos por la Policía, Bouna Traore de 15 años y Zyed Benna, de 17, murieron electrocutados sin asistencia por parte de los agentes. Sus muertes desataron los disturbios que acentuaron la acción de las fuerzas de seguridad y las palabras de los políticos. La policía lanzó una granada lacrimógena dentro de una mezquita.

Entre el revuelo, Nicolás Sarkozy, entonces ministro del Interior, llamó «escoria» a quienes protagonizaban los disturbios. En los guetos de la banlieue de la capital francesa, donde el racismo es tan patente que casi se puede tocar, aquellos discursos no sentaron bien. La protesta se extendió a otras ciudades galas, e incluso a algunas de Bélgica y Alemania.

Aquellos disturbios manifestaban algo más que la rabia por la muerte de los dos menores: las periferias pobres estaban hartas de la elevada tasa de desempleo y la violencia policial. En los 15 días que duraron los disturbios se quemaron más de 8.000 coches y se arrestó a casi 3.000 personas. En realidad, nada nuevo, las revueltas en los suburbios de las grandes ciudades europeas ocurren desde los años 80 por las mismas razones.

Aunque entonces el presidente francés, el conservador Jacques Chirac, prometió planes para la integración, nada de eso ocurrió. SOS Racisme siguió y sigue reportando casos en los que diversas empresas descartan los currículum de sus candidatos cuando tienen apellidos no franceses. Se trataba, según un paper de profesores de la Universidad de Ottawa (Canadá), Middlesex (EEUU) y Galway (Irlanda), no de una falta de integración sino de completar ese proceso.

Los jóvenes que protestaban se sentían plenamente franceses y querían «simplemente» que la nación los aceptara y dejara formar parte de su moderna sociedad de consumo. Eran franceses, pero estaban excluidos social y económicamente. Francia había completado con éxito la educación de estos chavales en los valores e historia del país, pero había fallado a la hora de traducir esos valores en políticas públicas que hubieran permitido acceder esa tercera generación a «posiciones clave de poder».

12 años después, la integración laboral ha avanzado, o al menos así ha sido en España, gracias sobre todo al boom inmobiliario. Durante todos estos años, nuestro país se ha jactado de ser un oasis donde no triunfa la extrema derecha mientras otros países de la UE como Francia, Bélgica o el Reino Unido sufrían ataques de terrorismo yihadista. Hasta ahora. La célula yihadista que sembró el terror en Barcelona y Cambrils estaba formada por chicos sin problemas de integración a primera vista. Chicos que hablaban catalán, jóvenes y con buenos trabajos. ¿Dónde está el fallo?

No sólo basta con la inserción laboral, por muy digna que sea. La identidad colectiva de los hijos de magrebíes que viven en España desde hace más de diez años no tiene ningún papel relevante en nuestra sociedad. Si bien el racismo patente parece recular, el latente está más presente que nunca y es, por su forma, difícil de detectar. ¿Cuántos magrebíes veis en el cine y las series españolas que no sean traficantes o como mucho, vendedores en un mercadillo? ¿En cuánta de la cultura que consumimos hay magrebíes con un trabajo como los que tenían algunos de los terroristas del 17A? Si a muchos jóvenes nacidos aquí y de familia española nos cuesta identificarnos con la cultura «oficial», ¿cómo van a sentirse los que ni siquiera tienen aquí sus raíces?

Por mucho que jugaran al fútbol, hablaran catalán o llevaran años trabajando en Ripoll, los jóvenes magrebíes no dejan de ser «los moritos», por mucho cariño con el que se les diga, ni de ser de los primeros de los que se sospecha cuando las cosas se ponen feas. Por no hablar de los múltiples discursos racistas de «nos quitan el trabajo». Buscando un espejo en el que mirarse, muchos acaban dando con el romanticismo del Estado Islámico, hogar para todos aquellos musulmanes a los que Occidente no ha acabado de integrar satisfactoriamente. Por su bien y por el nuestro, deberíamos empezar a investigar en cómo construimos nuestra cultura. A mirarnos. Nos va el futuro en ello.

6 comentarios

  1. Dice ser la verdad

    Esperanza, tranquila, que verán tus ojos como en un giro inesperado el terrorismo dejará ser cosa de «moritos». Es cuestión de tiempo, un par de generaciones más sin futuro, o con un futuro oscuro, ese es el caldo de cultivo.

    30 agosto 2017 | 01:51

  2. Dice ser Joana

    Jeje.
    ¿tú escribes esto en serio, infeliz? De verdad, no es que des asco. Es mucho màs que eso. Si todavía no sabes «que es lo que hemos hecho mal», o eres realmente muy estúpida o la propaganda progre te tiene comido el zapato que tienes en lugar de cerebro.
    Mejor cómprate un burka o algo. De momento vives en Dar-al-Harb, jeje… aùn. La pregunta que tienes que hacerte es ¿cuànto darán por mì en el mercado de esclavos? Porque defendiendo lo que defiendes, ese va a ser tu futuro, infeliz.

    30 agosto 2017 | 08:35

  3. Dice ser Esperanza

    ¡Pues espero que un par de camellos amiga!

    30 agosto 2017 | 08:46

  4. Dice ser Susi

    Pues está claro lo q hemos hecho mal: dejar entrar a Europa a miles de personaq tienen uuna mentalidad y una cultura radicalmente distinta a la nuestra. El islam es una ideología expansionista, totalitaria, como el nazismo o el fascismo, q pretende imponerse allí donde está. Eso de la tolerancia no es q lo tengan muy claro.
    Q malos somos.los europeos. Les damos vivienda, educación, trabajo y una vida q ni podrían soñar en los estercoleros de los q vienen y….aún así tenemos la culpa. No es suficiente. Ha llegado la hora de que nosotros nos integremos a ellos. Se debe prohibir el cerdo y el alcohol. Las mujeres debemos taparnos de pies a cabeza (toma nota, chata). Hay q cerrar todas las iglesias, sinagogas, templos budistas y convertirlas en mezquitas. Se debe eliminar todo símbolo o costumbre que les ofenda. Debe sentirse como en su propia casa. Si no, la culpa la tenemos nosotros, por no adaptar nuestra decadente sociedad a sus costumbres.
    Estoy muy harta del mea culpa occidenta, en serio. Esta gente tenía trabajo, estaban integrados, podrían haber llevado una vida prospera y feliz sin dañar a nadie. No eran unos pobres inmigrantes discriminados y margonados, q es el típico argumento q se utiliza para explicar la barbarie de esta gente. En lugar de eso, eligieron la violencia y la sinrazón. La responsabilidad es ÚNICAMENTE SUYA.
    Por cierto, en los países árabes tb hay muchos terroristas de estos. Hay muchos mas q en Europa, de hecho el Isis, lo q más ha matado son otros musulmanes. ¿Como explicas esto? Sufren racismo y xenofobia en su propio país? Allí tb sin «los moritos»?

    30 agosto 2017 | 11:43

  5. Dice ser DrSex

    No hemos hecho mal nada es que son imbéciles y punto
    siempre los habra

    31 agosto 2017 | 19:06

  6. Dice ser Joana

    Te lo tomas a broma, verdad? Eres realmente alguien de pocas luces. En fin…. Tendràs lo que andas buscando, aquello por lo que trabajas duro. Y no te va a gustar. En ese dìa, lloraràs y llamaràs a los «nazis, fascistas, ignorantes racistas, ultraderechistas peligrosos», para que te salven. Pero no lo haràn…. ahì tendràs que preguntarte ¿Què es lo que hemos hecho mal? Porque habèis hecho muy mal muchas cosas, pero no lo que la propaganda genocida te hace repetir como una gallina desquiciada. No. Son otras cosas. Y La Historia no perdona esos errores. Los vas a pagar, infeliz. Los vas a pagar. No me das pena, sinceramente. Como decìan en mis tiempos: te lo has buscado.

    06 septiembre 2017 | 11:59

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