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Ucrania: un país dividido

Maidan

Una imagen de Maidan por la noche que fue centro de las protestas contra el gobierno de Yanukovich a finales de 2013 y principios del 2014 / Núria Segura Insa

Un país dividido. Así es Ucrania y así se vio reflejado en la segunda vuelta de las elecciones municipales del pasado domingo. En la parte Occidental, la más cercanas a Europa, principalmente, ganaron las fuerzas o partidos aliados al gobierno, mientras que en la zona del este, mayoritariamente, vencieron los candidatos simpatizantes con los rusos.

¿Pero por qué se da esa división? Pues bien simple y llanamente, porque mientras en el oeste gran parte de la población se definde como ucraniana, en el este en cambio son rusos. La semana pasada, precisamente, estuve en Zaporiza, una ciudad en la provincia que lleva el mismo nombre y que es colindante con Donetsk, donde hay el conflicto armado con guerrilleros autóctonos prorusos y el gobierno.

Zaporiza, que su traducción quiere decir la ciudad de los rápidos porque la cruza un río, es la tercera metrópolis económica del país porque tiene la mayor hidroeléctrica de Ucrania, así como una fábrica de aviación. Esta ciudad tiene 900.000 habitantes de los cuales el 90% hablan ruso. Por eso, no es de extrañar que ganara el candidato independiente Volodymyr Buriak con el 58,48% de los votos, más cercano a Moscú que Kíev. Aunque este ingeniero jefe de la empresa Zaporizhstal se presentaba como independiente, todo el mundo era consciente de que representaba al Partido Opositor de Ucrania, que está formado, en gran parte, por los antiguos miembros del Partido de las Regiones, que era el del presidente Víctor Yanukóvich, que renunció a raíz de las protestas de Maidan.

En Kíev pasaba todo lo contrario ganaba uno de los líderes de la revolución de Maidan el boxeador Vitali Klitschko con el 40% de los votos. A nivel nacional, el partido del presidente Petro Poroshenko incluye en sus filas miembros de Undar, la formación de Klitschko.

Monumento

Un grupo de personas contempla un monumento en la plaza Maidan, en Kiev, que recuerda a los manifestantes que perdieron la vida durante las protestas contra el gobierno de Yanukóvich / Núria Segura Insa

Y esto ha sucedido en unas elecciones que según los observadores electorales de la Organización de Seguridad y Cooperación de Europa (OSCE) no se observó ninguna irregularidad durante la campaña ni en los centros de votación, según destaca su informe preliminar. «Los observadores evaluaron la apertura de los colegios electorales , la votación y el conteo en la jornada electoral de manera positiva , y tabulación ligeramente menos”, reza un comunicado de la OSCE.

Aún así, la jefa de la misión Tana de Zulueta resaltó que en el país todavía existe “una falta de confianza en la administración electoral y que las deficiencias en el marco legal son el mayor problema que se han encontrado durante estas elecciones. Será necesario un proceso de reforma incluyente que genere una mayor confianza entre los votantes”.

Y sin duda, si algo hubo en estas elecciones fue desconfianza con la clase política y la administración, lo que llevó a que muy pocas personas fueran a votar. En la primera vuelta, el 42,62% del electorado se manifestó en las urnas, en la segunda tan solo un 34,08%. En Kíev, la capital, se quedó en poco más del 28%.

Tal vez, una de las causa fue la sensación de conflicto que se vive en el país claramente manifiesto en el este. Aquí las autollamadas Repúblicas de Donetsk y Lugansk viven enfrentadas desde marzo de 2014 con las fuerzas gubernamentales. Ambas son fronterizas con Rusia y conformadas por una mayoría de población rusa. Desde el gobierno nacional, han denunciado que Moscú está ayudando y financiando las guerrillas de Donetsk y Lugansk, algo que Rusia ha desmentido y ha asegurado que tan solo envía ayuda humanitaria.

Este conflicto, de momento, ha dejado 8.000 muertos según los últimos datos de la ONU. Aparte de la drástica cifra de civiles muertos,  uno de los episodios más trágicos fue en julio de 2014 cuando un avión comercial de Malaysia Airlines, que cubria el recorrido entre Ámsterdam y Kuala Lumpur, fue derribado por un mísil en Donetsk. En el incidente murieron 298 personas, entre pasajeros y tripulación. Aún no se sabe quién fue el autor del ataque. Mientras Kíev acusa a los rebeldes, estos responsabilizan al gobierno ucraniano.

Tal vez, que nada más triunfar la revolución de Maidan, el gobierno de Kíev suspendiera la cooficialidad del ruso en unas zonas con altos niveles de población rusa, no sirvió para conciliar ni mucho menos la situación. Y es que en las regiones con mayoría rusas se sienten muy alejadas al gobierno centralista de Kíev, por lo que desde el Ejecutivo se deberían de buscar fórmulas para acercarse e incluir a estos habitantes en las políticas estatales.

Durante el viaje en tren de Kíev a Zaporiza me crucé con un comboy de tanques / Núria Segura Insa

Durante el viaje en tren de Kíev a Zaporiza me crucé con un comboy de tanques / Núria Segura Insa

Sin embargo, lo que ahora impera es el lenguaje bélico. En muchos edificios públicos ucranianos se pueden ver las fotos de los héroes caídos en la guerra de Donetsk y Luganks, es decir, soldados progubernamentales muertos en combate.

Desde el mismo gobierno de Kíev también se está potenciando este lenguaje como puede constatar en el V Foro de Periodistas Españoles y Rusos organizado por la Embajada de España y la Agencia de Cooperación Española en Kíev. En este encuentro había un panel dedicado “Propaganda y periodismo objetivo en tiempos de guerra”. Entre otros, intervinieron Sergiy Cherevaty, Jefe de la Agencia de Información del Servicio de Fronteras de Ucrania, que se dedica a registrar las operaciones militares y de conflicto en las fronteras ucranianas y rusas; Vasyl Miroshnichenko, cofundador del Ukrainian Crisis Media Center; Tatiana Popova, viceministra de Política Informativa de Ucrania; y Ostap Kryvdyk, asesor de Cuestiones Internacionales de la oficina del primer vicepresidente del parlamento ucraniano.

Entre las perlas a rescatar de todo un discurso marcadamente bélico y antiruso de los ponentes, Kryvdyk apeló al público: «No tengáis miedo, tenemos informació del enemigo, (…). Tenemos que estar preparados, las cosas pueden ir a peor, tenemos que estar preparados para las derrotas».

La última tarde en Kíev, lo último que hice antes de ir al hotel fue compré un sandwitch en la calle. Me puse hablar un rato con el joven que me lo vendió. Él era de Sebastopol una ciudad en Crimena donde los rusos tienen una base naval. Aquí en marzo de 2014 se celebró un referéndum para que este territorio en suelo ucraniano se anexionara a Rusia. La comunidad internacional asegura que el referéndum fue ilegal y manipulado y acusa a Moscú de anexionarse esta Península. Sin embargo, desde el Kremlin defienden que esa fue la voluntad de la población local. De facto, ahora es un territorio ruso reclamado por Ucrania.

El joven crimeo de Kíev era un puro reflejo de la situación de división que se vive en el país. Llevaba cinco años viviendo en la capital y no volvía a su tierra desde la llegada de los rusos. Tampoco parecía muy contento con la presencia rusa en esa zona, aunque nunca lo manifestó abiertamente. Preguntado por esta periodista sobre que pensaban los habitantes de Crimea sobre la situación que se vive ahí, con un aparente rostro triste me contestó: “Mi madre está más feliz”.

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