Por Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno
Según la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), en nuestras universidades estudian más mujeres que hombres y presentan una mayor tasa de éxito: ellas obtienen el 62% de las titulaciones universitarias. Sin embargo, a medida que su carrera profesional avanza, el porcentaje de profesoras, catedráticas y rectoras es proporcionalmente menor, llegando a ser testimonial en los puestos de máxima responsabilidad. El mismo patrón se reproduce en otros ámbitos de la actividad, tanto pública como privada. Las preguntas son claras: ¿por qué, con mayor tasa de éxito académico, no alcanzan las mismas metas que los hombres?; ¿por qué no promocionan igual que sus compañeros?; ¿por qué hay muchas menos mujeres directivas y apenas hay consejeras y presidentas en el seno de las empresas?
En España el problema no es de índole legal. Nuestra Constitución proclama que mujeres y hombres somos iguales sin que quepa ningún tipo de discriminación, pero todos sabemos que, entre la ley y el día a día de la mayoría de las mujeres, todavía hay un largo trecho que soportan sobre sus espaldas. Y llevar la ley a su cumplimiento efectivo es el camino que debemos recorrer entre todos para combatir la desigualdad. Nos lo recuerdan esas mujeres que son la columna vertebral de sus familias y que no terminan su jornada cuando salen del trabajo. Mujeres tal vez relegadas en su promoción profesional, que se quedan a mitad del camino de sus expectativas vitales y profesionales o que, en igualdad de condiciones, lo tienen más difícil porque incluso en sociedades desarrolladas como la nuestra, hay resistencias al cambio. Y, por supuesto, es obligado mencionar muy particularmente un drama que a todos nos afecta: el de las mujeres que viven el infierno de los malos tratos, la expresión más vil e injusta de la desigualdad. Este 8 de marzo, por tanto, es necesario recordar que queda aún un largo trecho para alcanzar la igualdad real. Y que tan importantes son las políticas públicas como el compromiso de todos.
Con el objetivo de acelerar la efectividad de las políticas de igualdad, el Gobierno ha trabajado estos años en torno a tres grandes prioridades: el empleo, las políticas de conciliación y corresponsabilidad y la lucha contra la violencia de género. Estas prioridades quedaron identificadas en el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades 2014-2016, el más ambicioso aprobado hasta la fecha, en el que 7 de cada 10 euros se destinan a empleo y conciliación. No en vano, ya fue un Gobierno del PP el que aprobó la primera ley para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las personas trabajadoras. Fruto de dicha estrategia, se han producido avances, muchos de ellos con el objetivo de incrementar la flexibilidad en el empleo, lo que se traduce en mayores facilidades para conciliar. Se ha regulado el teletrabajo por primera vez en España, otro importante paso en favor de la conciliación, y también hemos ampliado el derecho a la reducción de jornada para el cuidado de menores. Igualmente, hemos modernizado la negociación colectiva para que se tengan en cuenta los derechos de conciliación. Hoy, cualquiera de los dos progenitores puede ya ejercer el permiso de lactancia y pactar la forma de hacerlo. Y se ha introducido una ayuda para los autónomos que necesiten reducir su jornada por cuidado de hijos, entre otras situaciones familiares.