El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Propósitos más concretos, propósitos más fáciles de cumplir

Comentaba el otro día que los buenos propósitos de principio de año suelen tener mal pronóstico, es decir no se suelen terminar por materializar y eso nos deja con un “año nuevo, propósitos viejos” cuando año tras año se repiten las mismas buenas intenciones.

Parte del ya por sí complejo problema que conlleva el afrontar grandes empresas en relación con nuestra salud está en el formular “deseos” que, aunque buenos en su planteamiento, sean demasiado “indefinidos” (este año voy a comer mejor, voy a adelgazar, me voy a cuidar, etc. serían algunos ejemplos).

Así, es más eficaz el plantearse metas concretas con las que sepamos fehacientemente si las estamos poniendo en práctica. Tu compromiso es siempre importante, pero también lo es el hacer planteamientos realistas y por lo tanto alcanzables.

Desde la American Hearth Association proponen asumir 5 propósitos concretos y relativamente fáciles de controlar y por lo tanto de alcanzar. ¿Quieres verlos? aquí los tienes… y ánimo:

1. Bebe menos “cosas” que no sean agua

De esta forma, si cuando tengas que beber algo eliges el agua, habrá menos ocasiones en las que incorporar refrescos, bebidas azucaradas… y ya no te digo bebidas alcohólicas. Para que te hagas una idea, en Estados Unidos se considera que cerca de la mitad de las calorías que consume una buena parte de la población, todos los días, provienen de bebidas las azucaradas. En España, aunque esta tendencia quizá no sea tan evidente, sigue habiendo una proporción importante de  gente, entre ellos niños, que no saben afrontar la hora de comer, cenar, almorzar o merendar sin el consiguiente refresco.  Recuerda que la mejor fuente de hidratación, la más accesible normalmente y la más barata es el agua.

2. Haz más “verde” tu alimentación

Una buena medida bien sencilla sería, por ejemplo, tomar siempre postre y que este fuera fruta. Pero además, para cumplir con este buen propósito una de las claves es planificar tus compras de forma que tanto tu despensa como tu nevera hablen por si solas, nada más verlas, de cómo se come en esa casa. Para ello ten en cuenta que además de los productos frescos y de temporada (lo ideal a partir de frutas, verduras y hortalizas) también hay otras formas de posibilitar este cambio a partir de productos adecuados que se comercializan bien congelados y/o en conserva.

3. Hazte un consumidor de productos de temporada

Muy en relación con el punto anterior, ten en cuenta que son los alimentos vegetales sobre los que todavía hay una cierta estacionalidad (y algunos pescados). Comer productos típicos de cada estación es beneficioso para tu presupuesto y favorable para degustar cada producto en su mejor momento. Además, comer de temporada también suele implicar el “comer local”, al menos con mayor probabilidad, o lo que ha dado en llamarse “locavorismo” por aquel consumo de alimentos que favorece los productos producidos en tu misma área geográfica. Este patrón de consumo, al menos en principio, favorecería el crecimiento económico de tu región, de tu mismo entorno e implica una menor huella de carbono al necesitarse menos combustible para su transporte. Para ello, en el punto de compra contrasta el origen de los distintos productos y comprueba la estacionalidad de los distintos alimentos en esta página.

4. Pasa de los alimentos procesados

El consumo de alimentos procesados supone cerca del 75% de la sal presente en la dieta de los estadounidenses según la Asociación Americana del Corazón. Ya te lo he contado alguna vez, pero no está de más repetirlo: “come comida” o come aquello que tu abuela identificaría como comida. Al mismo tiempo, cocina más, no es nada difícil, te lo aseguro, solo hay que echarle ganas. Comprobarás que puede ser una ocasión perfecta para compartir con los demás tiempo de preparación, aprender cosas nuevas y por supuesto de disfrutar en la mesa. Ten en consideración que si preparas la comida en tu casa y prescindes más de los alimentos preparados también es probable que hagas más actividad física, habrá que ir a la compra, preparar los alimentos, etc.

5. Incorpora más alimentos ricos en fibra

La ventaja de este punto es que en buena medida vendrá solo, por añadidura, al cumplir con el 2º, 3º y 4º propósito. Pero además y para ello, trata de incorporar en más ocasiones las versiones “integrales” de aquellos alimentos en los que sea posible (arroz, pasta, pan…) y por supuesto, dales una oportunidad a las legumbres… Bueno, dales más de una, y procura que estén presentes al menos dos veces a la semana en tu plato. Las puedes poner ahora en invierno en forma del típico cocido con más ingredientes, pero también en forma de puré o en ensalada. Como ya comenté, para aquellos que viven “con el tiempo justo” hay productos de cuarta gama (ya cocinados y al natural) que facilitan el ahorro de tiempo.

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Foto 1: yourdoku

¿Afecta el peso a la disfunción eréctil?

La disfunción eréctil es un temor, cuando no un problema, que afecta a una buena parte de la población masculina. Esta patología puede tener causas diversas, algunas tan simples como el efecto secundario a algún tratamiento farmacológico, aunque en el 75% de las ocasiones la causa es más compleja. La disfunción eréctil puede ser consecuencia de algún trastorno vascular o neurológico previo, de un tratamiento relacionado con la próstata y puede ser consecuencia de la diabetes. Pero al mismo tiempo también está relacionada con la obesidad, los malos hábitos de alimentación y el sedentarismo.

La Harvard Medical School advierte de estas relaciones y anima a seguir una serie de consejos con el fin de mejorar la salud, más en concreto aquella parte relacionada con la sexualidad masculina. Unos desde luego unos son más sencillos que otros:

1. Comer de forma equilibrada. En el estudio “Massachusetts Male Aging” se observó que seguir un patrón de alimentación caracterizado por una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales y pescado (con una menor participación de la carne roja, derivados de esta y cereales refinados) disminuyó la probabilidad de sufrir disfunción eréctil. Además, una deficiencia crónica de vitamina B12 podría también contribuir a la aparición de este trastorno.

2. Es importante mantenerse dentro de un peso saludable y, en este sentido, el perímetro de la cintura puede ser un buen indicador. Un varón con un contorno de cintura de 106 cm tiene un 50% más de riesgo de padecer disfunción eréctil que otro cuyo perímetro sea de 81cm. La obesidad aumenta el riesgo de la enfermedad vascular y diabetes, dos causas principales de la disfunción eréctil. Al mismo tiempo, el exceso de grasa, elemento característico de la obesidad, interfiere con varias hormonas que pueden ser también parte del problema.

3. Empezar a realizar más actividad física, por ejemplo, caminar. De acuerdo con un estudio de Harvard el efecto de tan sólo 30 minutos diarios de caminata disminuyó el riesgo de disfunción eréctil un 41%. Otras investigaciones sugieren que el ejercicio moderado puede ayudar a restaurar la función sexual en varones obesos de mediana edad con disfunción eréctil diagnosticada.

4. Prestar atención a la salud del sistema cardiovascular. La tensión alta, al igual que los altos valores de azúcar, colesterol y triglicéridos en sangre influyen de forma negativa este sistema, desde el corazón, al cerebro y sin lugar a dudas en la irrigación del pene. Del mismo modo, los niveles bajos de HDL (colesterol bueno) y un perímetro de cintura excesivo pueden ser elementos que influyan negativamente en la disfunción eréctil.

5. Fortalecer el suelo pélvico mejora la erección y ayuda a evitar que la sangre salga del pene. En un estudio británico, la realización de ejercicios de Kegel (durante tres meses y dos veces al día) ayudó a fortalecer esta musculatura. Estos ejercicios combinados con un cambio en los estilos de vida (dejar de fumar, perder peso, limitar el alcohol) dio mejores resultados en el tratamiento de la disfunción eréctil que el mero asesoramiento sobre estilo de vida.

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Foto: richard_north

Y tú, ¿también prevés los excesos?

Hoy va de fábulas, unas fábulas inventadas por mí, así que no me lo tengáis mucho en cuenta. Yo las he llamado, por un lado “la fábula del conductor y el Guardia Civil”, y por el otro “la fábula de la periodista y el nutricionista”. Se trata de fábulas sincronizadas, es decir, los hechos de ambas se desarrollan en el mismo punto espacio-temporal. La peor parte de esta entrada es que ambas alegorías están sin acabar, así que a ver si apelando a vuestro bondadoso y fraternal espíritu navideño, que ya empieza a tocar, me ayudáis a terminarlas. En fin, la primera comienza de la siguiente manera:

Fábula del conductor y el Guardia Civil

Un buen día un señor que se llamaba Prudencio se acercó hasta un cuartel de la Guardia Civil y pidió hablar con el responsable al mando de las cuestiones de tráfico. El Capitán García, que así se llamaba, recibió a Prudencio de inmediato y le dijo: “Usted dirá”. Y Prudencio le contó: “Mire, lo que yo quería es pedirle consejo, tengo un problema y confío en que usted como especialista que es y ya que cuenta con una dilatada experiencia pueda ayudarme. Se trata de lo siguiente: por motivos que no vienen al caso en fechas próximas he de hacer un viaje en coche entre Zaragoza y Madrid por la noche. El caso es que pretendo hacerlo con las luces apagadas y además, como lo voy a hacer por la autovía, la A-2 para más señas, esta vez lo quiero hacer por la vía que transcurre en sentido contrario, para variar. Es probable además que vaya mamado, perdón, bebido. Como sé que puede entrañar cierto riesgo, pretendo hacerlo a todo gas, mi coche tiene una velocidad punta de 223km/h, así que trataré de hacer el recorrido a tope. Confío que al correr más, tarde menos en realizar el recorrido y así pueda minimizar los posibles riesgos derivados de las circunstancias anteriores (sin luces, dirección contraria, bebido…). Así que, como le decía al principio, mi Capitán, usted dirá: ¿qué me podría aconsejar…?

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Fábula de la periodista y el nutricionista

El mismo día y a la misma hora que los hechos relatados en la anterior fábula, Guantanamera, una reportera muy dicharachera, llamó por teléfono a la consulta de un conocido nutricionista llamado Craso. Y le digo: “Buenas tardes D. Craso, le llamo del periódico de Valdespartera y estamos haciendo un especial de Navidad y quería pedirle consejo dada su especialidad y experiencia”. El nutricionista se puso a su servicio y le dijo: “No faltaba más, usted dirá”. Guantanamera pasó a explicarle: “Como usted ya sabrá se acercan las navidades y mucha gente las observa temerosa porque a lo mejor engorda y gana peso. Según mis datos la ingesta media de una persona en la cena de navidad es de una 3.500 kcal, todo un exceso. Claro, eso en la noche del 24, porque además están, la comida de navidad, la cena de nochevieja y la comida de año nuevo que tienen un perfil similar. Además, a todo esto hay que sumar que en estas mismas fechas suele haber una, dos o incluso tres cenas o comidas de compañeros de trabajo o de amigos del gimnasio o de colegas de la peña quinielista en las que también se suele incorporar una cantidad de calorías importante (muchas de ellas con la bebida). No es infrecuente que incluso en el entorno de los navideños festejadores haya una tentadora y omnipresente abundancia de turrones, mazapanes, chocolatinas, polvorones, roscones de reyes etc. así como abundantes bebidas alcohólicas. Así que, como le decía al principio, me gustaría, D. Craso, que me diera algún consejo para abordar los excesos navideños

 

Como os decía al principio, me he quedado estancado con ambas fábulas, así que si alguien es tan amable que me eche una mano para acabarlas.

Sea como sea que las acabéis, vosotros diréis, quiero comentar que en el ideario festivo de la población general hay dos errores recurrentes:

El primero es prever el exceso y, además tener las narices para preguntar de antemano qué hacer para minimizar o no sufrir las consecuencias. «Me voy a poner hasta las trancas… ¿qué me sugieres?» o «Me voy a agarrar una melopea de órdago… ¿tienes algún secreto para no tener resaca?«, etc.

Y el segundo error es dar por sentado que como se va a celebrar algo hay que excederse. No hay, al parecer, celebración que se precie si no se excede uno.

Los excesos se pagan. Más tarde o más temprano (ver esta entrada) pero por lo normal siempre se pagan. El principal error de este posicionamiento es hacer previsión de los excesos que se van a cometer. Se puede celebrar, en este caso la navidad, y además, hacerlo con salud y disfrutando. Veremos algunas propuestas para estas fechas, aunque ya os adelanto que la clave no está en estos días en concreto (que a fin de cuentas se repiten todos los años) ni en vuestros cumpleaños, bodas, santos, aniversarios, jubilaciones, fiestas del pueblo, graduaciones, etc. La clave está en el día a día. Incluidas las celebraciones. En especial, no haciendo la previsión de cometer excesos… por que si no, lo más probable, es que haya alguna consecuencia no deseada, empezando por la del exceso de peso.

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Foto 1: portaldelsures

Foto 2: Photos o’ Randomness

“Por una comida sana, tú decides”. Un proyecto de la Universidad de Navarra

Hay algunos eslóganes que me gustan y uno de ellos es este:

 

 

 

En él se hace descansar en cada uno la responsabilidad de alimentarse de forma correcta. Vale que no es muy pegadizo, hay que reconocerlo, pero transmite un mensaje adecuado teniendo en consideración que no pocas personas y en no pocas ocasiones suelen hacer recaer el infortunio de su mala alimentación en otros factores circunstanciales. Factores que, es cierto, pueden condicionar en cierta medida las opciones de cada uno, pero que no suelen ser determinantes. El factor determinante casi siempre es nuestra voluntad. Una voluntad instruida, una voluntad educada y una voluntad previsora. No valdría por tanto decir eso de: «Como no voy a comer hoy a casa y tampoco me he traído nada, me pillo de la máquina un par de bolsas de patatas fritas, una chocolatina y dos refrescos… porque es lo único que hay«. Una voluntad con las características antedichas (instruida, educada y previsora) habría previsto y elegido mejor ante la posibilidad de quedarnos a comer ése día en el curro.

 

El eslogan en cuestión da nombre a un proyecto de la Universidad de Navarra que tiene por objetivo el promover la mejora de los hábitos alimentarios. Los profesionales al frente de del proyecto pertenecen el Área de Medicina del Trabajo del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de la Clínica Universidad de Navarra y de los departamentos de Medicina Preventiva y Salud Pública y de Ciencias de la Alimentación, Fisiología y Toxicología de la Universidad de Navarra. Esta campaña tiene su página web y la pueden consultar en este enlace.

A pesar de que hay algunos detalles muy puntuales en el proyecto con los que no coincido, en líneas generales me gusta mucho. En especial una de las primeras iniciativas llevadas a cabo que consiste en instalar una máquina expendedora (vending) que incluye en su oferta exclusivamente una variedad de alimentos y bebidas “saludables” (nótese que lo he puesto entre comillas ya que considero que la saludabilidad no depende tanto del alimento en sí mismo si no del uso que le demos en términos de frecuencia y cantidad -puedes consultar este enlace al respecto de este concepto). El caso es que algunos de los productos que ofrece son: ensaladas, frutos secos, productos bajos en grasa, fruta fresca, cereales integrales, palitos de pan, agua, bebidas isotónicas o refrescos sin azúcar, entre otros.

No estaría mal que este tipo de iniciativas se empezaran a extender y que en aquellos espacios públicos típicos, la población de máquinas expendedoras estuviera marcada por la presencia de las de este tipo y no tanto de las que ya conocemos. De momento me parece más que merecido el reconocer y aplaudir este tipo de prácticas campañas.

Si te ha interesado esta entrada, quizá te interese consultar esta otra: La campaña de NY contra la comida basura: Centros sanitarios en el punto de mira.

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Foto: hostelvending.com

Nuevo libro: La dieta inteligente

Hace unos pocos meses vio la luz el trabajo editorial de tres compañeras de profesión que amablemente me hicieron llegar un ejemplar para conocer mi opinión.

Afortunadamente y muy en contra de la actual tendencia de publicar libros sobre dietas con postulados disparatados y enfrentados con todas las recomendaciones, “La dieta inteligente” aborda el tema del comer con criterio y racionalidad. Cierto es que gran parte del mismo está enfocado a la pérdida de peso, pero en él también se podrán encontrar diversas claves para todas aquellas personas que se cuestionan, aunque sean pequeños matices, su comportamiento alimentario. De forma práctica toca muchos de los obstáculos con los que la población general se topa a la hora de cambiar su estilo de alimentación: la falta de tiempo, el fumar (o dejar de fumar), los horarios laborales, la falta de recursos en la cocina, etc.

Dos terceras partes del libro están dedicadas al abordaje del tema en sí, de los distintos elementos que intervienen en los hábitos alimentarios tales como el gasto energético, la motivación para el cambio sin dejar de apuntar pequeñas píldoras relativas a muchos de los mitos más frecuentes que rodean al mundo de la nutrición, incluidas las dietas milagro. La última parte consiste en un compendio de recetas tipo que, a modo de ejemplo podrían formar parte de las dietas semanales que como tal se detallan en sus páginas.

Fenomenal el trabajo de estas dos dietistas-nutricionistas, Julia Farré Moya y Anabel Fernández Serrano, que junto a la tecnóloga de los alimentos, Juana Mª González, nos dejan, ya era hora, una obra sensata en las estanterías de aquellos libros dedicadas a las dietas.

Si me lo permiten las autoras, he de decir que la cuestión de plantear u ofrecer a los lectores (y llegado el caso a sus pacientes) dietas calibradas al milímetro, por calorías y gramos de alimento, no es mi fórmula preferida a la hora de reconducir los hábitos de una persona, ni tan siquiera al principio. Pero qué duda cabe que este tipo de ejercicio de la profesión sigue teniendo sus defensores y seguidores. Al igual que a cualquiera le pueden gustar los coches y “ser” de una marca y otra persona, de igual forma “ser” de otra. Lo importante en este caso es que conduzcas lo que conduzcas se haga respetando las recomendaciones de circulación y sabiendo en todo momento qué se tiene entre manos.

Les invito, tal y como hacen las autoras en su web que le echen un vistazo a su libro descargándose el índice y primer capítulo en este enlace.

 

La hiperproteica era alimentaria y adelgazante (1)

Si superratón estuviera hoy en el candelero en vez de decir aquello de “… y no olviden supervitaminarse y mineralizarseeeee!” diría algo así como “… y no olviden proteinizarse y superhiperproteinizarse”. Que sí, que me he repetido con lo de las proteínas, que ya lo sé, pero es que el bombardeo mediático-proteínico es hoy en día para ciscarse (si la proteína tuviera fibra, que es que no, pero bueno).

Comprueben que no les engaño, tenemos métodos adelgazantes, también fórmulas para niños «malcomedores» (o padres influenciables), alimentos funcionales, complementos para la tercera edad… y todo ello por no hablar de los productos made-in-gimnasio para fabricar mis poco venerados «Homo croassanis«; y siempre a día de hoy, indefectiblemente, el acento gordo en la promoción de muchos de estos productos o estrategias se pone en la misma palabra: proteínas y más proteínas, de calidad, imprescindibles, necesarias, esenciales, etc.

 

Las proteínas como elemento adelgazante

Vayamos por partes y comencemos con el tema del adelgazamiento. Si hoy en día alguien quiere lanzar un método adelgazante está obligado a promocionarlo como hiperproteico, proteinizado, proteinado o cualquier otra expresión que incluya la partícula “proteína” en su interior. Si no es así, ese alguien no se comerá un colín con su “nuevo” método, dieta o régimen. ¿Quieren ejemplos; de verdad creen que hace falta ponerlos? Bueno, si así lo quieren… Les podría poner decenas de ejemplos. Algunos de ellos sólo «juegan» con los alimentos, otros con los sustitutivos de comidas, otros con los suplementos, otros con la combinación de todos estos elementos… pero todos, absolutamente todos incluyen la palabra mágica “proteína” que actualmente cuenta con un poder de invocación-convicción inaudito. Con las proteínas, o mejor dicho, haciendo tu dieta hiperproteica o enriqueciéndola con proteínas tienes -según ellos- el adelgazante éxito asegurado.

Hagamos un poco de memoria: el método Dukan, el sistema Pronokal, los productos de BiMananPro, el sistema de la Dieta Kot, la Siken Diet, la dieta Smart, la DietaFlash (que viene ser lo mismo que ¡menudo flash de dieta!), etcétera ¿es necesario que siga? Creo que no, acérquense a su farmacia más próxima (o al super, porque para el caso) y verán como una muy buena parte de lo que se vende para adelgazar tiene este proteico carácter adelgazante. Pero ¿se puede adelgazar con las proteínas; son estas el elemento clave; usted ha engordado por poner pocas proteínas en su dieta; es la panacea poner más de ellas, cómo funcionan -supuestamente- etcétera? Si me lo permiten dejeré estas cuestiones para el capítulo 2 de esta entrada y continuemos con la constatación de la proteínica y mediática realidad de la que les hablo.

 

Las proteínas como suplemento benéfico-inevitable en la dieta

Como les decía hay más, no hace falta pretender adelgazar. Por ejemplo, si lo que usted quiere es investir a su yogur con un aura de excelencia sobre todos los demás, pues dice que tiene proteínas de alto valor biológico o que tiene el doble de proteínas, como por ejemplo el producto que se puede ver en este vídeo.
http://youtu.be/Yz6Kj77jmTU
Pero, peeeeero si lo que quiere es cuidar más aun la salud tiene, de la misma marca, otro alimento cuyo principal elemento destacable son (según el spot) las proteínas vegetales confrontadas a las grasas animales.

También puede ocurrir que usted ya tenga una cierta edad y no pertenezca a la generación de los yogures y por tanto podría estar incurriendo en un déficit de este tipo de nutrientes, y derivado de todo ello sentirse cansado, sin “ganas de nada”, etc. para usted existen múltiples suplementos, como por ejemplo el que se puede ver en el siguiente anuncio dando a entender que por tener más años vas a comer mal y que con dicho suplemento (con sus proteínas en especial y demás nutrientes en general) tienes el problema zanjado. Les sugiero encarecidamente que para ahondar un poco más en esta publicidad visiten esta entrada: “Meritene y la satisfacción de las necesidades creadas” en el siempre muy recomendable blog “Mi dieta cojea”.

Por el contrario o coincidente con las anteriores situaciones, también puede suceder que usted sea un papá o una mamá preocupadísimos con la alimentación de su hijo y que antes de que se muera de hambre (recuerde, en España no se mueren los niños por esta causa a día de hoy, ninguno) decida darle un empujoncito para que «el nene» tenga de todo, incluidas las proteínas (mejor que se le salgan por las orejas antes que verlo convertido en un canijo de 1,80m). Para usted (para su hijo, más bien) existen multitud de productos, entre ellos el del siguiente anuncio comercial, producto del que también se puede encontrar un fenomenal análisis en el blog antes comentado (Análisis publicitario de un suplemento nutricional [Pediasure]) y en el que no faltan las proteínas.

Antes de que me veten, quiero aclarar que no tengo nada en contra de estas marcas en concreto. Estas, y muchas otras, son la punta de lanza, la parte más visible de un conjunto de productos con similares características. No dudo que todos estos productos (en especial me refiero a los dos últimos y su familia, y no tanto a los yogurcitos) tengan una utilidad en colectivos desnutridos concretos, pero:

  1. En sus anuncios no es lo que dan a entender precisamente. Más bien parece que son beneficiosos (o incluso necesarios) para todo el mundo en tales circunstancias, y
  2. Los modelos, los actores, que utilizan tienen pinta de todo menos de desnutridos o de necesitados.

Como decía, con esta entrada no pretendo dañar la imagen de cualquiera de los fabricantes aquí aparecidos. Desde un estricto punto de vista nutricional estoy convencido de las bondades de algunos de ellos en situaciones concretas. Al contrario, con lo que sí que estoy en desacuerdo es con la publicidad que de muchos de ellos se hace, ya que da a entender conceptos, situaciones, «soluciones» y realidades que no son, desde mi punto de vista las más idóneas para el consumidor medio. Por tanto, con la entrada de hoy lo único que he pretendido es poner de relieve el especial impacto que las proteínas tienen actualmente en todo el universo alimentario y de la salud. Un papel que, en base a su publicidad, es desproporcionado y termina por generar un conocimiento popular irreal dotando a las proteínas de un poder casi mágico.

Sobre si las proteínas son tan buenas, tan necesarias y tan adelgazantes hablaré en el próximo capítulo de esta entrada. También sobre el actual perfil de consumo de proteínas en nuestro medio. Pero eso será el viernes que viene.

 

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Foto 1: niniramz22

«Pasa de comer mal»: Una de esas iniciativas interesantes y desconocidas

De vez en cuando surgen campañas que vuelcan todo su empeño en promover una alimentación adecuada entre la población general. Con frecuencia se dirigen hacia colectivos concretos como los niños, ancianos o enfermos con diversas patologías y, en muy pocas ocasiones dichas campañas se focalizan en el colectivo de los jóvenes. Ni niños, ni adultos… me refiero a “los jóvenes de verdad” como tal, o si lo prefieren a los adolescentes, esa edad más o menos difusa que sucede a la niñez y que transcurre desde la pubertad hasta el completo desarrollo. Una edad complicada para los padres y qué duda cabe también para los propios protagonistas.

 

 

Pues bien, hoy les traigo una iniciativa que se ha puesto en marcha de mano del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de las Islas Baleares, un colectivo siempre inquieto y proactivo, y de la de otras instituciones como son el gobierno central y el de la propia Comunidad Autónoma Balear a través de su departamento de juventud. No hay más promotores, no hay (por lo menos a la vista) grandes colaboradores ni patrocinadores, no están las grandes empresas de la industria alimentaria de refrescos ni de comida rápida (esas que patrocinan olimpiadas y eurocopas)… y quizá por eso esta loable y ejemplar campaña pasa sin más pena ni gloria que la de estar alojada en una web discreta que puede ser consultada aquí.

Esta acción deriva de la campaña PAS (Punto de Asesoramiento en Salud) y en esta ocasión se centra en la promoción de la participación de los jóvenes para comunicar mensajes saludables en materia de alimentación;  al mismo tiempo que consta de una interesante herramienta para que se autoevalúen sus hábitos alimentarios y fomenta la toma de decisiones saludables sobre este tema entre los adolescentes.

 

 

Fácilmente accesible e intuitiva, consta de 8 apartados entre los que no faltan aquellos destinados a la comprensión de los más esenciales elementos de una correcta alimentación (“El secreto de la pirámide”), el abordaje de mitos (“Mitos, ritos y demás milagros sobre la pérdida de peso”), la relación entre alimentación y actividad física (“La alimentación de los y las deportistas”), o un apartado nuevo destinado a las alergias e intolerancias alimentarias, entre muchos otros.

A buen seguro que muchos de nosotros nos podremos beneficiar de sus contenidos. Sigo pensando que es una pena que este tipo de mensajes haya que rebuscarlos por internet o en los medios; al contrario de lo que sucede con algunos libros y autores de moda que con este tema de fondo ofrecen, en no pocas ocasiones, información de dudosa credibilidad y utilidad.

¿Contiene 12.000 kcal/día la dieta de Michael Phelps?

 

Se trata del deportista olímpico más laureado, compite en una disciplina en la que su preparación física y entrenamiento le han convertido en un titán entre titanes, mide 1,95 metros y pesa 88 kg  (estos datos oscilan entre 1,93m y 83kg según fuentes), se trata de Michael Phelps.

Una de las cuestiones que más revuelo mediático ha suscitado sobre este prodigio de las piscinas ha sido su alimentación. Recientemente se nos ha vuelto a recordar gracias a diversos medios de comunicación que su dieta consta de unas 12.000 kcal/día. Digo que «se nos ha vuelto a recordar» por que el tema es añejo ya y se remonta cuando menos a las olimpiadas anteriores en China. Pero da juego, eso sí, y quizá por eso vuelve otra vez el tema de las 12.000 kcal/día (a mí no me pregunten, que yo de medios no entiendo).

No cabe ninguna duda que su extraordinario ritmo de entrenamiento tanto dentro como fuera de la piscina requiere de un aporte de energía fuera de lo normal. Del mismo modo está generalmente asumido que algunos deportistas de élite de aquellas disciplinas más exigentes, como por ejemplo los competidores del Tour de France, llegan a consumir de 8.000 a 10.000 kcal/día en las etapas más exigentes, pero… ¿son ciertas tantas como 12.000 las que ingiere Phelps?

Parece que no, tal y como el mismo reconoce en una entrevista que concedió a al revista Details publicada este mismo mes de agosto. En la entrevista se le formuló textualmente la siguiente pregunta:

  • “¿Qué hay acerca de la alimentación? Se rumorea que usted come 12.000 calorías [léase kilocalorías] al día… varias pizzas enteras, dos docenas de huevos, etc. ¿es esto cierto?«
  • No. Se ha creado un gran bulo en relación a este tema y no hay tal exageración. Esta mañana he desayunado una tortilla de tres huevos, tres tostadas de pan de molde y un café. Para recuperar considero importante el comer dentro de la primera media hora tras el ejercicio. Trato de incluir los hidratos de carbono antes de nadar y tras ello asegurar una recarga de proteínas. No cuento las calorías. Ya se trate de Sour Patch Kids [una especie de gominolas recubiertas de azúcar], de  Reese’s [pastelitos de chocolate rellenos de crema de cacahuete] o de una bolsa de patatas fritas, si tengo hambre, me los comeré”.

Como se puede comprobar por sus palabras, una realidad que está muy alejada de otros desayunos que se le atribuyen, como por ejemplo: Tres sándwiches de huevo frito queso y mayonesa, dos tazas de café con leche y cereales, una tortilla de cinco huevos, tres tortitas con perlas de chocolate y “varios” litros de bebidas isotónicas… tal y como se aprecia en el video de arriba o en esta su versión más nacional con los siempre geniales «gomaespuma»:

Qué quieren que les diga, tal y como se recoge en la entrevista por parte del implicado, a mí también me parece un bulo del que, no sé si tan sorprendentemente, los medios de comunicación se han encargado de propagar y distorsionar hasta extremos que rozan lo grotesco.

Mención aparte, y esta es una cuestión que reconoce el propio Phelps, es la idoneidad de los alimentos que elige. Según sus propios comentarios, los dietistas y nutricionistas de su entorno se esfuerzan para que introduzca algunos cambios en su dieta tales como cambiar el pan blanco por el integral y disminuir el consumo de comida rápida. Pero parece que él no está por la labor, ya que se reconoce un amante de este estilo de comida llegando incluso a “escaparse” en las concentraciones de entrenamiento para comprar algún bocata en el metro. No será por casualidad que haya prestado su imagen para algunas campañas de publicidad de «Subway» que comercializa este tipo de bocadillos.

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Foto 1: AN HONORABLE GERMAN

Pisar la manguera, palos en las ruedas y otras puñetas nutricionales

Asombrado y cabreado me han dejado hoy viernes 3 de agosto (cuando escribo estas líneas) tres recientes noticias que implican cuestiones nutricionales de fondo. Cuestiones nutricionales como digo y también económicas, porque me parece que no tenemos el horno para bollos, ni en un sentido ni en el otro.

Por un lado está la noticia de que en Cataluña se cobrará la mitad del servicio de comedor a los niños escolares que lleven el almuerzo en fiambrera en su normal, natural y previsible avituallamiento diario. Como no podía ser de otra forma, la noticia además se nos ha vendido en positivo, como un avance, como toda una ventaja y en la rueda prensa que se presentaba esta iniciativa se ha hecho alusión a las siempre preocupantes, pero también conmovedoras cifras de sobrepeso infantil y la necesidad de que sean las familias quienes abran los ojos y asuman sus responsabilidades (saben muy bien que botones pulsar para tocarnos la fibra). Vaya por delante que este aspecto me parece fundamental ya que la preocupación por unos buenos estilos de vida ha de comenzar en el hogar, incluyendo claro está la alimentación. Pero de ahí a cobrar nada más y nada menos que hasta 3€ de vellón –DIARIAMENTE- por el uso y desgaste de las instalaciones colectivas, me parece un despropósito y un atraco a mano armada (con sus cucharas y tenedores). Afortunadamente no me veo en el caso de decidir estas cuestiones en la alimentación de mis hijas, pero llegado el caso de que así fuera ¿podrían los niños ir con su comidita en sus fiambreras, con su vajilla y comérselas en el patio o en otro recinto sin que precisaran el uso de microondas? ¿Se les cobraría también ese dineral? La verdad es que es para estar muy cabreado y desde aquí expreso mi solidaridad con todos aquellos padres que estén obligados a rendirse por las circunstancias a pagar de todas todas.

Otro de los temas es el precio de determinados alimentos, más en concreto el del IVA de algunos productos. Como saben la “sentencia” en forma de aumento del IVA ya está firmada, en septiembre se hará efectiva. Resulta cuando menos curioso, por no volver a mencionar el tema de los cabreos que bien podría, que el pan blanco mantenga este impuesto en el 4% y que al pan integral que ya estaba por el 8% se le incremente el IVA hasta el 10% ¿no había que incentivar una mejor nutrición? ¿es esta la respuesta de nuestras autoridades a la línea general adoptada por otros países de gravar los alimentos menos saludables y beneficiar el consumo de los más recomendables? Al respecto del sobreprecio que tendrá la vida en general por la subida del IVA, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) hace este gráfico resumen (470€ anuales de más).

Pero la guinda del pastel se la pone la cuestión de los celiacos. Los productos destinados a este colectivo tienen la consideración de «dietéticos» y no de primera necesidad y por lo tanto, ven cómo su pan (entre otras cosas), el de sin gluten, el único que pueden consumir tiene la misma consideración que el integral (tenía un IVA del 8% y pasa al 10%). Señores gobernentes, ser celiaco no se elige y consumir productos sin gluten no es una cuestión de capicho, sino de salud. De hecho, la única medicina que tiene este particular colectivo de enfermos  consiste en escoger alimentos sin gluten. Con estas medidas no se consigue otra cosa más que hacer más costosa e insufrible una situación para todos aquellos que, siendo celiacos, tenían una cesta de la compra tres veces superior a la de una persona normal. Y ahora, aún más. Una vergüenza.

Luego vendrán (ya lo siento, ya digo que hoy estoy molesto) gloriosas campañas antiobesidad infantil con todo su oropel y su boato, con el auspicio y patrocinio de las más pujantes empresas alimentarias y el aval de gloriosas sociedades científicas y el prestigio de engominados doctores a decirnos cómo tenemos que comer bien, que no es tan difícil y que la lucha contra el sobrepeso y la obesidad infantil es chupiguay y superentretenida cuando te la explican los teleñecos. Si esto, lo de más arriba, no son palos en las ruedas y pisarnos la manguera (por no decir el cuello) que venga Dios y lo vea.

 

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Foto 1: Si Wilson

Foto 2: islandlife

¿Comes normal o comes naturalísimo?

Vaya por delante que esta entrada no hubiera sido posible sin el trabajo de un grupo de alumnos de 2º del grado de Farmacia de la Universidad San Jorge. Sirva así como tributo a todos ellos, más en concreto en este caso, a las dos Isabel, a Marcial y a Guillermo que se llevaron un 10 en la realización de este trabajo en grupo de la asignatura “Nutrición y bromatología”.

El planteamiento de su exposición fue sencillo: analizaron dos menús tipo, uno de ellos lo definieron como normal y el otro como naturalísimo. Los alimentos que componían las recetas del primer menú eran «alimentos básicos», es decir, sin que contuvieran en sus envases mayores pretensiones que las de ofrecer este producto para su consumo. En lo que se refiere a los alimentos del segundo menú sus envases recogían distintas alegaciones sobre su contenido en nutrientes o declaraciones de propiedades saludables: la pasta, del tipo corto y de colorines, decía «con vegetales»; las salchichas contenían mucha información, entre esta que tenían un 30% menos de grasa (¿30% menos que qué?); y el lácteo que «reducía tu colesterol».

El análisis de los dos tipos de menú (somero por el tiempo disponible, pero sumamente clarificador) comprendía cuestiones nutricionales, económicas y hedónicas. Estos son, en resumen, los resultados:

 

 

Dicho con palabras: Este menú “normal” sale mucho más económico que el “naturalísimo” y también aporta menos calorías. Es tanto más barato que si este patrón se repitiera todos los días del año (con diferentes menús se entiende) el ahorro alcanzaría los 475 €. Un dinero que bien se podría invertir según los alumnos en apuntarse a un gimnasio o también, sugiero yo, en comprarse una bici.

El ahorro de calorías es tal al comer “normal” frente a “naturalísimo” que si este mismo patrón se repitiera durante un año, implicaría el evitar ingresar unas 73.365 kcal que, grosso modo y traducido en kilos de tejido adiposo, nos evitaría engordar unos… ¡9,5 kilos!

Además en la exposición se dieron el gustazo de poner en tela de juicio algunos aspectos del menú naturalísimo entre ellos:

  • Que les parece desacertada la información contenida en la pasta con vegetales, ya que puede dar la falsa sensación que el consumidor, al elegir este producto, está además incorporando una cantidad apreciable de vegetales en su dieta, cuando no es así (recuerden la entrada “Adivinanza: ¿De qué árbol vienen las pizzas?”)
  • Que el envase en el que se vendían las salchichas de pavo estaba cuajado de alegaciones nutricionales: “Sin colorantes, sin fosfatos, sin gluten, con un 30% menos de grasa…” hasta el punto que entre estas y las hojas verdes que decoraban el envase parecía que las salchichas venían recién recolectadas de la huerta. Pero más en concreto se centraron en el tema del “30% menos de grasa” haciendo ver que pese a esa reducción era un producto con un 14% de grasa (más que cualquier pescado azul) y mucha de ella saturada. «Menos salchichas de este tipo y menos lácteos anticolesterol», concluyeron.

Dicho lo dicho sobre el trabajo me gustaría recordar a los alumnos, ahora que la nota no puede modificarse, que sería recomendable que en el menú “normal” el pan hubiese sido también integral y que en ambos menús me hubiera gustado ver alguna ración de alimentos del grupo de las hortalizas o verduras, más allá de la salsa de tomate de ambos primeros. Estas dos propuestas que hago no debieran verse como un “extra” artificioso por seguir una correcta alimentación, y que esta fuera considerada «naturalísima», sino más bien como una práctica habitual articulada a través de distintas recetas tanto de primero como de segundo.

La moraleja del trabajo ayuda a poner de relieve la mayor importancia que tiene en el estado de salud general de cualquiera la inclusión en su dieta de alimentos «normales» frente al intento de adornar dicha dieta con alimentos funcionales o con múltiples declaraciones de salud.

 

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Con esta entrada me despido durante una corta temporada por vacaciones. Antes de hacerlo me gustaría dejarles con este vitalista video con el que también me despido cada año de mis alumnos en la universidad.

Más allá de los consejos que han podido leer en este blog hagan caso a este video, por favor, no les defraudará.

Gracias por estar ahí y no se olviden de comer bien. Nos leemos en la segunda quincena de julio 🙂