No recuerdo cuándo comencé a leer «Realidades para Lelos», pero ese detalle carece de importancia comparado al «por qué». De todas las virtudes que Víctor tiene como microrrelatista, la que más disfruto es su indudable capacidad de síntesis a la hora del desenlace de sus historias.
Su atractivo estilo se nota claramente en «Hipotecas» y «Cumpleaños», dos microrrelatos que me quedaron grabados y que suelo recomendar como ejemplos de un excelente uso del género.
En esta segunda entrega de la serie «Inspiraciones Ajenas», un espacio creado para disfrutar de escritores y blogueros que leo desde hace tiempo, Víctor Lorenzo Cinca nos escribe en 150 palabras.
La tienda del alfarero
Mientras curioseo las muchas piezas fabricadas en serie -made in China- el viejo y tembloroso alfarero me cuenta que sus hijos no quieren seguir con el oficio, prefieren comprar a mayoristas y no ensuciarse las manos. Cojo una pequeña figura de terracota, antropomórfica, y le soplo el polvo de encima. El alfarero, emocionado, me explica que es la última pieza que pudo modelar. Y la única que conserva, tras setenta años frente al torno. Todo lo demás, lo vendió. Pero de esa pieza jamás pudo desprenderse. Me dice el precio, una fortuna, y la figura me resbala de las manos. La recojo del suelo y afortunadamente sigue intacta. Se la muestro al alfarero, para tranquilizarlo, y veo cómo una grieta va avanzando, poco a poco, por su frente. Le pago la pieza, sin regatear, y mientras me marcho se escucha en el interior un crujir de loza, unos cascotes desplomándose.
Good idea 🙂
07 julio 2011 | 13:01
Bonito post, triste y duro, como la lucha que llevamos algunos indignados por lo mismo.
Resistencia hasta el final por proteger lo nuestro.
¿Merece la pena?
Estamos vendidos a las superproducciones orientales que ya venden un botijo como típico en Sudáfrica o una tabla de surf como souvenir de Madrid.
Entiendo que los serones de burros pasen a la historia en detrimento de los coches con amplio maletero, pero en nuestras manos está no rajar la cabeza al último alfarero.
Siempre hay puntos medios para todo y las imitaciones siempre serán imitaciones.
La verdad Walter, es que ha sido muy buena la selección de tu recomendado, cualquiera de los tres que propones tienen cada uno a su manera una fuerza bestial. Me quedo encantado con esta nueva sección tuya, a pesar de no ser tus post, pero es de agradecer que compartas con nosotros estos talentos.
07 julio 2011 | 13:58
Gracias, Walter, por invitarme a tu espacio. El listón lo dejó bien alto Gabriel, así que se hace lo que se puede. Un abrazo.
07 julio 2011 | 14:51
Es una verdadera joya este microrrelato. Saludos, Wálter. ¡Tanto tiempo sin saber de ti!
07 julio 2011 | 16:04
Tenias que haber vuelto a entrar en la tienda , pues a lo mejor el alfarero necesitaba ayuda y es obligatorio prestar socorro a quien lo neceita .
Imagina que le hubiera dado un ataque al corazón y hubiera caido sobre alguna tinaja haciendose una gran herida en la cabeza. Claro que puestos a imaginar , imagina que te hubiera reconocido y de la impresión se hubiese desmayado.
Clica sobre mi nombre
07 julio 2011 | 16:43
Genial el microrrelato de Victor. Me alegro de no haberme quebrado cada vez que he roto alguna de mis obras- la mayoría de ellas han terminado en el contenedor de reciclar- porque no me terminaban de gustar. Hoy en día apenas quedaría confetti de mí…
07 julio 2011 | 19:20
Precioso relato.
Los artesanos ponen todo su amor en cada obra y es una pena que cada vez queden menos.
Son una especie en extinción.Un pena.
07 julio 2011 | 19:29
Hay oficios artesanos
que muchos siglos estuvieron,
haciendo el trabajo a manos
que ya desaparecieron.
Uno de ellos es el alfarero,
que con el torso encorvado,
las manos llenas de barro,
y al pie dale que te pego
para hacer girar al torno,
salían de aquellas manos;
platos, tazas, macetas,
tinajas, lebrillos, cántaros
y aquellos búcaros blancos
que de Lebrija venían,
a lomos de burros andando.
¡Qué agua tan fresquita hacía,
en los rigores del verano!
Hoy todo se fabrica en serie,
de arcilla y también de plástico.
Con moldes, por inyección,
en la China o en Japón.
Pero lo que no fabrican,
son los botijos o cachuchos,
aquellos búcaros blancos,
no se pueden fabrica en serie,
solo lo hacían las manos,
de alfareros lebrijanos.
CXXV- Al Sur de Gomaranto.
07 julio 2011 | 19:47
¡¡Corcholis!! Hoy el del sur de Gomaranto nos ha dado un baño con su sabiduria.Le saludo con admiración
07 julio 2011 | 20:13
Don antonio larrosa,
este humilde analfabeto
que de saber anda escasillo,
aunque cada día lo intento,
el aprender un poquito.
Por eso, caso le hago
y cada vez que tengo tiempo,
sobre su nombre yo clico.
Porque leyéndole, aprendo
leyendo sus sabios escritos.
Mis respetos a su señora
y para usted, mis saludos.
07 julio 2011 | 20:52
Acertadísima elección.
Para mí Víctor ha sido siempre una de mis referencias principales desde que comencé en esto de los microrrelatos.
Basta con ver los micros que nos propones para entender el porqué.
Saludos.
08 julio 2011 | 11:51
Gracias Al sur, eres muy amable. No merezco tanto.
08 julio 2011 | 12:46
Enmascarado, vamos a ver si podemos hacerlo más seguido, entonces 😀
Víctor, tu trabajo es impecable y como ya te he dicho, me alegra muchísimo que hayas participado en este espacio.
Hola Esteban. Aunque no me muestro, paso muy seguido por tu espacio.
08 julio 2011 | 17:53