Además de ser alérgico, también era adicto. Y las únicas dos debilidades del emperador, eran las que le impedían ser completamente feliz. De pequeño, el consumo levemente exagerado de tan exquisito producto le producía al emperador severas convulsiones que muchas veces lo habían dejado al borde de la muerte, pero con el tiempo aprendió a controlarlo. Supo que para disfrutar del chocolate durante toda la vida, era imperioso, ante todo, mantenerse vivo. «La mitad de la mitad de un mordisco por día», se prometió, y su perseverancia fue intachable durante décadas hasta que finalmente cayó su imperio. En medio de la inmensa desesperación causada por la pérdida, la ingesta de una docena de barras de chocolate en apenas unos pocos minutos, tuvo una única finalidad. Pero el emperador, sin siquiera saberlo, durante años había entrenado su inmunidad y en el momento de mayor tristeza, conoció por fin la felicidad completa.
La inmunidad adquirida,
por ingestiones controladas,
de algún producto tóxico,
es cosa más que probada.
Pero tengo yo entendido
que para casos de alergias,
esa ingestiones, la agravan.
De un mordisquito
la mitad de la mitad;
es tan poco, que es casi nada.
Quizás lo del chocolate,
sea una de las excepciones
que a cada regla confirma.
06 julio 2011 | 16:01
Así entra el venenito, poquito a poco. Y cuando te das cuenta eres adicto, Y cuando ya eres adicto, de repente debes elegir un día entre la vida y tu adicción. Qué lástima, cuando alguien que conoces elige su adicción, y defiende a muerte su postura. Y qué amargo es ese «ya te lo dije» cuando pierden la batalla…
06 julio 2011 | 16:10
Un placebo sano, dentro de lo que cabe. No añade perjuicios aparte de la engañosa satisfacción.
06 julio 2011 | 16:23
A mi me gusta mucho el chocolate y comprendo a este emperador, y me paso el dia aconsejando a a todo el mundo que… Nunca digas de este chocolate no comeré. ni de esta agua beberé. Ni jamás a la web de Larrosa clicaré
06 julio 2011 | 17:30
Tengo que reconocer que es una de mis pasiones, el café y…el chocolaaaate. Ambos en dosis esenciales, a sorbos pequeños y en onzas. Es la guinda a una buena comida, de día café y de noche chocolate. A veces mezclado y mientras más puro, más paladeado.
No abuso ni de uno ni de otro, sin embargo, quien quiere buen café sabe dónde encontrarlo y quien me conoce me regala chocolate. Se habrán dicho y escrito infinidad de efectos de ambos, yo creo que en esta vida, si de algo pudiera elegir para tomar antes de morir, al igual que el emperador, en el delirio pondría mi fin, y si para ello me tuvieran que embalsamar, dentro de un huevo kínder me gustaría acabar.
06 julio 2011 | 18:11
Nunca puedo con un solo mordisco. Siempre repito. Igual que con tantos otros placeres.
Carla
http://www.lasbolaschinas.com
06 julio 2011 | 20:58
El chocolate es el gran placer… eso sí, en pequeñas dosis, chupándolo poco a poco.
Con la mitad de medio bocado no se engorda.
Mago en Madrid
07 julio 2011 | 01:08
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, sin reino el rey , pero con un bombón a su lado.( emperador, pero bueno, que más da)
07 julio 2011 | 16:40