Un microrrelato por día y cada uno de 150 palabras. Ni una más, ni una menos.

Sola en la ancianidad

La anciana no tiene horarios. El día o la noche le son indistintos y para ella lo mismo da un desayuno que una cena. De todas formas no prueba bocado. Las ventanas de su casa siempre están cerradas. Ni siquiera la luz del sol logra entrar a las húmedas habitaciones bañadas por la tenue luz amarilla de las bombillas. Indiferente a los abriles, parece no envejecer. No siente calor ni frío, no transpira ni tiembla. Simplemente se sienta en su habitación, como si fuera un busto esculpido en piedra, y permanece inmóvil. Al no dormir, tampoco suele despertar. Sin pegar los ojos permanece encerrada en su casa, exiliada de este inmenso planeta donde ya nadie se acuerda de ella. Hace años que no sale de su cuarto, lugar donde vela su propio cuerpo que yace sobre el suelo, tendido al costado de la cama, rodeado por un par de pastillas.

16 comentarios

  1. Dice ser cuclillo

    S.F.T.

    Al escanciar de un trago
    la copa de la vida,
    no vemos más que el hosco
    fondo
    rostro de la muerte.

    http://sobrelfilodeltiempo.wordpress.com/

    16 febrero 2011 | 11:20

  2. escalofriante el post de hoy :s

    Un saludo 😉 y clica 😉 mi nombre 😉

    16 febrero 2011 | 11:57

  3. Dice ser Anónimo

    Antes que a la muerte… temo morir solo…

    16 febrero 2011 | 13:24

  4. Dice ser Carmen

    Peor que la muerte es la enfermedad y la impotencia.

    16 febrero 2011 | 13:32

  5. Dice ser Minerva

    Así es como acabamos en una sociedad donde se nos valora en función de nuestra «utilidad». Una anciana que aún se valga por sí misma y aún pueda cuidar o hacer algo por otros, cuenta. La del artículo, no. Triste.

    16 febrero 2011 | 14:21

  6. Dice ser Jose

    Tristemente, asi vamos a acabar, y es lo que mas miedo da.

    16 febrero 2011 | 14:49

  7. Dice ser ELIZABETH

    El error del anciano es que pretende enjuiciar el hoy con el criterio del ayer.

    16 febrero 2011 | 14:53

  8. Dice ser Anonymusa

    Me ha conmovido muchisimo este sencillo relato, porque hace mucho tiempo cuidaba de una abuelita (llamarla ancianita no me gusta tanto) y me viene a la memoria sus ojos gelatinosos que esperaban mi llegada. La mujer era un trozo de carne aparcado en el salon de su casa, habia parido muchos hijos en la juventud y ahora todos tenian vidas ocupadas. Me contaba, a veces creo que no se dirigia a mi, sino que pensaba en alto, cosas que habia vivido años atras y las dos sabiamos que con su muerte, ese cerebro se apagaria encerrando en el tantas cosas vistas.
    Esta mujer tambien tenia una mesita con muchas pastillas. Le ayudaba a acostarse y se las tomaba, despues yo me iba a mi casa. La señora me decia que por la noche no dormia, si acaso cerraba los ojos y descansaba un poco, dormitaba y cuando los abria ya empezaba a clarear. Me la imagino en silencio, mirando al techo… En que pensaria esa señora? En que piensa una abuelita como ella? A quien le importa?

    16 febrero 2011 | 15:18

  9. Dice ser tiopacotilla

    Que triste la vida. Saber que no has logrado ninguno de tus sueños y que la muerte acaba con tus esperanzas.

    16 febrero 2011 | 15:24

  10. Walter de 150xdia

    Bueno chicos, el tema de hoy se me fue un poco tristón. Vamos a ver si para mañana levantamos un poco el ánimo. 😀
    Elizabeth, tenés un buen punto.
    Anonymusa, gracias por complementar con tu experiencia. Me gustó como remataste el comentario.

    16 febrero 2011 | 15:36

  11. Dice ser Enmascarado

    Si tenemos en cuenta que la depresión será la enfermedad más común en menos de una década, no es de extrañar que en poco algún que otro caso de estos pudiera pasar.
    Sorprende más la noticia por extraña e incompleta tal vez que por el hecho en sí mismo. Es triste pensar que uno se puede morir y que nadie lo eche de menos.
    Era ayer precisamente que aludía a la forma de tratar la preparación a la muerte de cualquier cultura. Esto me hace recordar una película oriental que vi no hace mucho, antigua, coloreada, donde sorprendía la visión japonesa de un pueblo, donde los ancianos buscaban su retiro mortal cuando pensaban que habían cumplido con la vida. Para ello, al igual que los elefantes, buscaban una montaña sagrada donde se abandonaban a la espera de su suerte.
    Balada de Narayama (1958).
    No opino como Elisabeth, no está precisamente ésta, nuestra sociedad para enseñar como encontrar el remedio a la soledad. Creo que aún no han perdido el rumbo y la mayoría saber que consiste en socializarse. Formar grupos, formar clubs o tribalizarse es la única manera de no caer en lo que irremediablemente buscamos.

    16 febrero 2011 | 15:48

  12. Dice ser Clica aquí

    La vida de esta ancianita por lo que veo fué una vida ejemplar , pues tuvo hijos y supongo que marido ya que antes era lo normal, sin embargo la vida que espera a la gente de hoy, esa aún será más triste pues les espera un mundo lleno de viejos solitarios, sin el recuerdo de una casa llena de niños y un amor para siempre hasta que la muerte los separe.

    16 febrero 2011 | 15:51

  13. Dice ser anónima

    Desgraciadamente estas historias muchas veces pasan a ser realidad. Cúantas veces no habré escuchado en las noticias el hallazgo de cadáveres de ancianos, a los que nadie iba a visitar. Triste, muy triste. Cuidé de padre y de mi madre, mis hermanos se limitaron a dar algo de dinero en el primer caso, y siempre protestanto, en el segundo se llevaron lo poco que dejó la madre,podían estar meses sin llamarla, pero al olor del dinero enseguida aparecieron, no he vuelto a verlos después del reparto de la herencia, ni falta que me hace.

    16 febrero 2011 | 16:28

  14. Se pararon los relojes,
    se olvida de darles cuerda
    no, por pérdida de memoria,
    que sin duda que la tiene
    es que, el horario no le importa.
    A nadie espera, ni atiende
    ya no tiene obligaciones,
    ni tan siquiera ilusiones
    y a quien espera, no llega.
    Por más que en su soledad,
    la invoque con vehemencia.
    Así se pasa los días,
    semanas, meses y años.
    El calor, ya no le molesta,
    tampoco el frío le hace daño,
    daño le hace, la existencia.
    Se ha olvidado de comer,
    lo mismo que de beber.
    Si lo hace de vez en cuando
    no es por necesidad,
    lo hace mecánicamente,
    por costumbre, por inercia
    y cuando cuenta se da,
    hace el firme propósito,
    de no volver a comer más.
    Quiere apagarse lentamente,
    no quiere con brusquedad.
    Si yace al lado del lecho,
    rodeada de pastillas,
    no es que quiso suicidarse.
    Ella se sobre dosificó,
    porque ya no recordaba,
    si la dosis de ese día,
    la había tomado o no
    y, la repitió varias veces.

    16 febrero 2011 | 17:30

  15. Dice ser Metamorfosis

    Lo triste no es morirse solo. Lo triste es que nadie se entere de que faltas. No me gustaría morir delante de los mios, para no dejarles este amargo recuerdo. Vi morir a una mujer, en la misma habitación del hospital donde estaba ingresada mi madre, y no me gustaría que mis hijos pasaran el mal rato que pasó su hijo en ese momento. Me gustaría un instante de paz, un momento de soledad y marcharme sin ruido, sin sobresaltos. Si pudiera elegir me gustaría ese tipo de muertes que te cuentan; «Murió mientras dormía, no sufrió». Pero desde luego, si también pudiera elegir, tampoco me gustaría pasar días, semanas… o años sin que descubrieran mi cuerpo. Sería muy triste que mi vida hubiera derivado en tal abandono, cuando yo doy ejemplo cuidando de mi madre, visitándola, preocupándome por su salud, ocupándome de que nada le falte…

    16 febrero 2011 | 20:45

  16. Dice ser noaguantoamijefe

    ¡Qué triste hacerse viejos! Y cuanta vida desperdiciamos cuando somos jóvenes.

    18 febrero 2011 | 00:51

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