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Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

Fiebre del oro: el drama de los mineros ilegales de Perú

En un operativo, el gobierno peruano quemó 108 campamentos de madera usados para abastecer minas de oro ilegales, que son altamente contaminantes.

Alrededor de 10.000 personas que vivían de lo que le sacaban a esta tierra explotada desde los tiempos de Pizarro vieron como la policía quemó sus casas de paredes y techo de plástico. Con poco más que lo puesto, no tienen a donde ir.

Más de 1.300 policías llegaron a la región para evitar que las minas ilegales sigan desperdigando mercurio en la arena, y sobre todo para que esta actividad, ilegal desde 2012, siga creciendo.

Con los allanamientos, a los problemas ambientales se suman los sociales. Semejante producción ilegal sólo se logra con mano de obra barata. En medio del barro, el fuego y la devastación, miles de mineros ilegales desplazados, golpeados y abatidos por haber perdido sus pertenencias sólo podían pensar en una cosa: que se vaya la policía para retomar la actividad.

Con el precio del oro en alza, la fiebre del oro en Madre de Dios no termina. Datos oficiales arrojan que desde 2012 hasta marzo de este año la actividad lavó activos por más de 4.299 millones de dólares.

Según señala la agencia AP, Perú es el primer productor de oro en Latinoamérica y el séptimo a nivel mundial. Las cifras oficiales calculan que al menos 5% de las 141 toneladas de oro producidas en el país en 2014 provinieron de la minería no autorizada.

En las minas, cada campamento funciona como una pequeña ciudad: las estructuras de madera y plástico contienen restaurantes, hoteles, tiendas para traficar oro y burdeles.

Según el periódico El Comercio, en la operación se rescataron 32 mujeres que habían sido prostituidas contra su voluntad y hay cifras van mucho más allá: Huarayo, una organización enfocada en problemas de la niñez, asegura que hay cerca de 300 menores de 18 años víctimas de la trata en el sureste del país.

La Sociedad Peruana de Derecho Ambiental sugirió que el Estado promueva otras actividades que favorezcan la subsistencia de las familias en esta zona de Perú, como el ecoturismo.

Pero por ahora para el gobierno la única solución posible parece ser gasolina, fuego y palos.

 

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