Mi colega Ramón Lobo lo pensó y lo puso en marcha. Marina, periodista de la TV rusa, quiso expresar su opinión con un cartel contra la desinformación oficial sobre la guerra de Putin y fue detenida. Al día siguiente, otro periodista valiente publicó el mismo cartel de Marina, pero en blanco. ¿Puede haber algo más directo y simbólico para pedir libertad de expresión que un folio en blanco?
Hoy mismo, en Madrid, frente a la embajada del dictador Putin, varios centenares de periodistas y algunos lectores nos hemos concentrado para exigir libertad de expresión en Rusia. La policía española no detuvo a nadie. Solo protegió la calle para que los coches circularan sin atropellarnos.
Emocionante reencuentro con viejos colegas pidiendo hoy para Rusia lo mismo que pedíamos para nosotros mismos durante la dictadura larga de Franco, un tirano que nada tenía que envidiar en represión y crueldad a Putin, Stalin o Hitler.
Muchos de los concentrados hoy peinaban canas o lucíamos hermosas calvas. No vimos a «los grises» por ninguna parte. Tampoco los echamos de menos. Los policías de hoy nos protegían educadamente. No nos pegaban con sus porras ni nos llevaban detenidos a los sótanos de la puerta del Sol como como hacían los «grises» durante la dictadura de Franco.
Hoy compartimos recuerdos y abrazos. Pero, sobre todo, saboreamos la libertad de expresión que gozamos ahora como pilar básico de la Democracia. Esta libertad de hoy no fue gratis para estos viejos rockeros del periodismo anti franquista. Tuvimos que conquistar la libertad de prensa palabra a palabra. Valió la pena.
Valoramos la libertad, como ocurre con el oxígeno, cuando nos falta. Los sabemos por experiencia. Hoy pedimos libertad para el pueblo ruso oprimido por la dictadura de Putin. Y también la pediremos mañana domingo, a las 12.30, desde la calle Alcalá (Circulo del Bellas Artes) hasta la Puerta del Sol.
No te la pierdas.