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Lindos colores en mi corazón y en mi cerebro

Hoy, 14 de abril de 2021, nace, casi por casualidad, otra pequeña estrella: mi nuevo blog Se nos vio el plumero, heredero de aquel (Se nos ve el plumero) que publicaba en 20minutos.es durante años, antes de jubilarme. Aquel blog trataba de comparar noticias y no noticias de la prensa de pago. Era un instrumento para reivindicar la neutralidad premeditada de 20minutos, el primer diario que no se vende, frente al sesgo, a veces escandaloso, de los diarios de pago. Cumplió, creo yo, su función. Me gustó hacerlo. Luego inicié otro blog personal como martinezsoler.com.

Hoy, con mi casa pagada, mis hijos casados y mi pensión de jubilado garantizada por ahora, vuelvo a escribir, en el diario más hermoso que he creado con un gran equipo, como si fuera libre. Debo advertir a los inspectores de la Seguridad Social que este blog no me dará ningún ingreso que pueda mermar mi pensión. Antes de jubilarme, escribía por vanidad, el pecado favorito del diablo, y para ayudar al negocio. Ahora lo hago, querido lector, para que me conozcan… y me quieran. ¡Casi na!

Desde que fundamos 20minutos, hace ya 21 años, no pierdo la oportunidad de jugar un décimo en el Gordo de Navidad de la empresa. Recoger ese décimo, terminado naturalmente en 20, es una feliz ocasión de compartir mesa y mantel con viejas y nuevas glorias del primer diario que no se vende.

La directora, Encarna Samitier, me lanzó un reto: resucitar mi blog Se nos ve el plumero,  o bien crear uno nuevo con las luces largas, esas que iluminan el futuro si no perdemos de vista el retrovisor.  Veo los hechos desde el torreón de la jubilación en el que, superada la gran crisis que acabó con los tres competidores gratuitos (Metro, Qué y ADN), me instalé felizmente el 14 de febrero de 2014.

Pero la Covid me atacó en su Tercera Ola con una neumonía bilateral – ¡maldita sea! – y retrasó mi reincorporación a los blogs de 20minutos hasta hoy. La sanidad pública me salvó del bicho y, cargado de anticuerpos y agradecimiento hacia los sanitarios, he vuelto al tenis, a la talla de madera, a la huerta, a escribir mis memorias de abuelo cebolleta y, lo mejor de todo, a poder abrazar, por fin, a mi nieto Leo, con mascarilla y sin riesgo, al cabo de un año de pandemia.

Hace 90 años, mi padre fue feliz en tal día como hoy. Por sus mismos ideales de lucha contra la injusticia y la ignorancia, llevo yo esos lindos colores de la bandera de la II República en mi corazón.

Los colores rojo y gualda de nuestra actual bandera constitucional también los llevo, como propios, en mi corazón y en mi cerebro.

¡Vivan los ideales de la II República y de nuestra Democracia parlamentaria que los recogió en 1978, después de la oprobiosa y cruel Dictadura de Franco!

Con la vista puesta en el retrovisor, como superviviente de secuestro, torturas y un fusilamiento simulado, por agentes armados de la Dictadura, vuelvo hoy, 14 de abril, al ruedo periodístico. Pido la benevolencia de los jóvenes que no conocieron mi mundo y que, en ocasiones, creen de buena fe que la Democracia nos tocó en una tómbola.

Gracias, querido lector.

 

La portada ficticia que me llevé el día de mi jubilación.