Acabo de recibir el libro «El SUT, imágenes de una España diferente». Duros y emocionantes recuerdos (que raspan el corazón) de aquella España pobre y sufridora bajo el franquismo. Me ha dado un ataque de nostalgia. También de agradecimiento hacia quienes hicieron posible esa experiencia (empezando por el padre Llanos) que nos hizo mejores personas.
Mi paso por las Campañas de Alfabetización, a bordo de mi Unidad Móvil, proyectando documentales y películas y promoviendo debates en la plaza de los pueblos, es inolvidable.
También mantengo extraordinarios recuerdos de mis compañeros y directivos del SUT (Servicio Universitario del Trabajo).
Nos creíamos capaces de cambiar el mundo. De mejorarlo. La verdad es que, en la convivencia con obreros y campesinos, salimos ganando los universitarios miembros del SUT que pasábamos los veranos en Campos de Trabajo o Campañas de Alfabetización. Mirando por el retrovisor, ahora pienso que aquella experiencia, que acabó como el rosario de la aurora, fue un embrión de la Transición. Valió la pena.
Hicimos grandes amigos durante aquellos veranos y la mayoría salimos más anti franquistas que cuando entramos en el SUT. Al Régimen de Franco, que pagaba los gastos, le salió el tiro por la culata.