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Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

Obama y Mandela

mandela-obama_2600254bEl presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el ex presidente sudafricano, Nelson Mandela, tienen una cosa en común: los dos pasaran a la historia por ser los primeros presidentes afrodescendientes de sus países.

El incansable Mandela, también pasará la historia por una lucha de superación personal y racial. Veintisiete años en la cárcel por defender los derechos de los ciudadanos negros de Sudáfrica, por acabar con el Aparheid y, como resaltaron todos los líderes mundiales tras su muerte, por forzar un cambio histórico al imponer los intereses nacionales a los personales.

Ahora, por eso, Sudáfrica vive sumergida en un sistema gubernamental corrupto instaurado por los sucesores de Mandela en su partido Congreso Nacional Africano (CNA) y encarnado en el actual presidente, Jacob Zuma. Tal vez la historia del intérprete de sordos esquizofrénico, es una muestra más hasta dónde llega la corrupción o el despropósito de la clase dirigente, que el día de la muerte de su “hijo más ilustre”, no pudieron ni contratar a un intérprete de signos adecuado.

Pese todos los esfuerzos de Mandela, lamentablemente, en Sudáfrica la mayoría de las riquezas y de las concentraciones de tierra están en manos de los blancos. Aún así, su esfuerzo,  su lucha por un mundo mejor y la igualdad de todas las personas, consiguió terminar con un régimen racial en pleno siglo XX y, que los negros tuvieran los mismos derechos que los blancos, en un país, además, africano.

Cuando Obama ganó por primera vez las elecciones en 2008, una luz de esperanza se abrió en todo el mundo, tras los ocho años de mandato de George Bush y de las nefastas guerras de Irak y Afganistán. Obama, por algunos, será recordado como el que transformó el sistema de seguridad social o el que restableció las relaciones diplomáticas con Irán para negociar su programa nuclear e intentar buscar una salida para el Medio Oriente.

Mandela y Obama, los dos tienen el Premio Nobel, el primero por su lucha incansable, el segundo, el jurado consideró sus esfuerzos diplomáticos como una muestra de buena voluntad para terminar con las guerras que, hasta ese entonces, había realizado Estados Unidos.

Pero no nos equivoquemos, Obama no es Mandela. No me imagino al líder sudafricano haciéndose fotografías como un adolescente con otros dos presidentes en el entierro de uno de los héroes más importantes del siglo XX. No me imagino a Mandela, dejando a los sirios a su deriva. No me imagino a Mandela encarcelando a un soldado con problemas de identidad sexual por entregar documentos secretos a Wikileaks o persiguiendo por todo el mundo a un ex espía del servicio de inteligencia por dar a conocer el sistema de espionaje de su país, tal vez, porque Mandela no tenía nada que esconder.

Tampoco me imagino a Mandela permitiendo que exista Guantánamo o espiando a sus propios compatriotas. Asimismo, no me imagino a Mandela yendo a Estados Unidos y no visitar a Obama, si este está agonizando en el hospital. Está claro, Obama no es Mandela. Tal vez porque líderes como Mandela hay pocos, ahora, en vida solo queda Aung San Suu Kyi en Birmania.

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Una inspiración sin visita

Nuria Segura Insa

nuriasegura@gmail.com

@Nuriasein

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