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El precio del crecimiento asiático está por las nubes

smog beijing

Smog en Pekín

Como si se tratara de una milenaria tradición, Japón primero y China más tarde, han utilizado el dogma»crecer primero, limpiar después», una estrategia que ya está costando cara en la vida de sus habitantes y que repercute en el medio ambiente global.

Entre las denuncias que revelan que la central de Fukushima en Japón ha estado vertiendo 300 toneladas por día de agua contaminada al Pacífico y el hecho de que  en Beijing el aire llegó a tener una calidad 40 veces inferior al nivel recomendado por la Organización Mundial de la Salud, se observa que la gestión ambiental no es el fuerte de los gigantes asiáticos.

En Japón la peor amenaza proviene de la central nuclear que quedó destruida tras el tsunami de marzo de 2011 y cuya radiación generó la evacuación de 160.000 personas.

El Ministerio de Medio Ambiente de este país asiático indicó la semana pasada que Fukushima libera al mar alrededor de 300 toneladas de agua contaminada con Cesio 134 y 137 cada día y que es probable que esto ocurra desde los primeros meses posteriores al accidente, es decir, desde hace más de dos años.

Mientras tanto, en China la contaminación aérea fue la noticia que impactó al mundo. En Pekín se vivió este año lo que llamaron un «airpocalypse«, cuando una capa de aire caliente encerró las emisiones de los más de 5 millones de coches que circulan por la ciudad cada día. Las fotografías son estremecedoras, nada más parecido a la película La Niebla.

En este episodio, la calidad del aire llegó a ser 40 veces inferior a la recomendada. Sin embargo, lejos de preocuparse, esto parece ser algo común en el país asiático. Un informe americano demostró que en el Norte de China, la expectativa de vida se había reducido 5 años y medio debido a este motivo.

Y lo peor de todo, es que lo pagamos todos. El crecimiento de China o de Japón tiene un costo para el medio ambiente, que se traduce en océanos contaminados, pesca indiscriminada, gases de invernadero e incremento de las emisiones de CO2 en el planeta.

En sus intentos por mejorar esta situación, la ONU ha establecido el Protocolo de Kioto, que establece una guía para reducir las emisiones de los países industrializados. Más reciente es la ratificación de la Agenda 21 (Río+20, 2012), que prevé la cooperación internacional para acelerar el desarrollo sostenible en los países en desarrollo.

Los pedidos internacionales parecen ser infructuosos, debido a que la frase «crecer primero, limpiar después», sigue repitiéndose constantemente en las cabezas de los dirigentes asiáticos. Salvo que… salvo que la contaminación tenga efectos sobre el turismo y las ventas de alimentos.

En tal caso, veremos cómo se hacen algunos esfuerzos para mejorar la calidad de vida dentro de sus territorios. Cualquiera sea su motivación, esperemos que den frutos, por el bien de sus países y de todos los que cohabitamos el planeta Tierra.

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