Leo Messi ha mostrado en los últimas fechas una cara desconocidamente egoísta, incluso para sus más allegados. Después de que el Barça permitiera al delantero disputar los Juegos Olímpicos de Pekín con su selección, el argentino ha hecho campaña, mientras ha estado de vacaciones en su país, para saltarse el acuerdo entre el club azulgrana y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), por el cual Messi no disputaría ningún partido amistoso esta temporada.

Atendiendo a las peticiones del jugador o por voluntad propia, el seleccionador de Argentina, Diego Armando Maradona, estará este fin de semana en Barcelona para intentar convencer al entrenador culé, Pep Guardiola, de que permita jugar a Leo el amistoso que la albiceleste disputará el 11 de septiembre en Marsella contra Francia.

Messi debería tener muy en cuenta que fue el Barça quien le formó como jugador, quien le ayudó con sus problemas de crecimiento cuando todos los clubes argentinos le dieron de lado porque su tratamiento era, excesivamente, caro; y quien le cura cada vez que se lesiona de su débil musculatura.

Sólo le damos un consejo a esta joven estrella: que se acuerde de quien paga, mes a mes, su astronómica ficha. Y que tome ejemplo de Eto’o, Keita y Cáceres quienes, a pesar de tener permiso para reincorporarse con unos días de retraso al trabajo, al igual que Messi, llegaron con adelanto y se han entrenado con sus compañeros antes que El Pulga.