Fuente: Wavy.com
No eran conscientes Obama, Cameron y la primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt, del revuelo que iba a montarse en torno a su famosa autofotografía durante el funeral de Mandela. Tampoco lo eran de que iban a generar una ola del selfies que se propaga allende las fronteras. El más polémico de los últimos días ha llegado desde Virginia, Estados Unidos, donde una adolescente de 16 años se enfrenta a una acusación por, ¡atención!, pornografía infantil por haber colgado en Twitter un autorretrato en el que aparecía completamente desnuda.
Un personaje harto remilgado se puso en contacto con la policía para ‘alertar’ del terrible hecho de que la joven mostrara su cuerpo desvestido en Internet. Y la policía de James City County, que debe tener pocas cosas mejores que hacer, estrechó el cerco hasta dar con la ‘culpable’ de semejante fechoría (¡¡O_O!!). Acto seguido, según comentó a The Huffington Post la portavoz policial, Stephanie Williams-Ortery, «uno de nuestros oficiales de servicios escolares (disculpad la traducción) se puso en contacto con la chica y su madre». La muchacha confesó que había publicado los selfies en cuestión, y la madre reconoció que, efectivamente, la joven fotografiada era su hija.
Además, la versión policial añade que «la chica también admitió haber enviado fotos directamente a hombres a los que conoce», presuntamente con la intención de impresionarlos con su cuerpo. Por este alarde de exhibicionismo, la menor ha sido acusada de «posesión, reproducción, distribución, solicitud y facilitación de pornografía infantil». ¡Nada menos! La noticia y la exagerada reacción de las autoridades ha generado malestar entre los vecinos de la localidad virginiana. «Si es una niña, ¿cómo van a acusarla de pornografía infantil?», aseguran casi al alimón dos vecinos, Emily Altman y Dometre Mobley.
En cualquier caso y a pesar de la gravedad de las acusaciones, la muchacha se beneficiará de que las leyes de Virginia protegen a los menores ‘descarriados’. No será fichada como delincuente sexual y, con toda probabilidad, el castigo se limitará a unas charlas sobre sexología a las que tendrá que acudir acompañada por sus padres. Que digo yo que más parece un mal trago para los progenitores que para la propia chica, ¿no?