Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

Archivo de junio, 2008

El mando a distancia

España jugó hace unas horas frente a los Estados Unidos en Santander. Bien: aquello parecía Los últimos de Filipinas en el primer tiempo. Tras unos destellos iniciales ellos ocuparon el campo: lo juro. Y la selección del toque exquisito, del tuya-mía, del tiqui-taca y otros cuentos de Calleja, atascada del todo.

A saber: la derecha, libre. Ramos quieto, que se enfada el jefe, y Cazorla (¿pero cuándo ha jugado este chico de siete? No digo con el siete: de siete) perdido, de manera que aquello parecía el desierto de Nevada. Por la izquierda estaban asfixiados Silva y Capdevila, Alonso juega al fútbol inglés y mandaba balones largos y bienintencionados a gente que la prefiere al pie (o le abría balones al ermitaño Torres, que siempre tenía a Bocanegra y a un primo suyo pegados a la chepa) y Xavi…

Xavi, el hombre, no podía: nunca había nadie libre a la salida de uno de esos regates de 360º que tanto le gustan.

¡Ah! Jugaba Cesc, de ayudante de Torres, de Villa 2, de innombrable González Blanco vicario. Parecía un cartujo regentando un burdel: no dio una a derechas, el hombre.

Relaño, que comentaba con Rivero el partido, no hacía más que mentar a Iniesta, el Niño de las Ondas. Los demás mentábamos a Guti, claro: el responsable del color de las dos últimas ligas. Luego, en el segundo tiempo, ni Relaño ni Rivero se enteraron de un penalty de libro que le hicieron a Santi Cazorla: pero ya estamos acostumbrados a que nos cuenten cualquier cosa menos lo que pasa.

Porque el segundo tiempo fue otra cosa. Cesc se dedicó a crear juego y estuvo exquisito: un pase suyo supuso el primoroso gol de Xavi y otro acabó en las botas de Sena, que disparó al poste, destino que tuvo un libre directo ejecutado también por Xavi. El que se dedicó a la tarea de Villa fue Cazorla, con muchísimo acierto. Güiza, el hombre, anda en plan bulto sospechoso, como esperando que el den el balón el Caño o Arango. Debutó Navarro, tuvo unos minutos Arbeloa y algunos más De la Red, que estuvo espléndido.

Porque el marco ya era otro. Subió el ritmo un punto y lo notaron los yanquis (o acaso se distrajeron con lo de Obama y eso). Con la gente en su sitio, con una alineación (no una alucinación como la del primer tiempo) razonable España fue mucho mejor que USA, como era previsible. Y creó preligro de verdad.

Dentro, eso sí, de un partido que ya venía averiado por el importante coñazo de la primera mitad: un tiempo en el que nos salvamos del suicidio gracias al mando a distancia. La segunda parte sirvió para reconciliarnos con el fútbol.

No tengo muy claro si también nos sirvió para reconciliarnos con la selección de Luis. Lo que pasa es que no hay otra.

Tranquilos, en cualquier caso. esta vez, por narices, tenemos que ir de menos a más. Porque como vayamos de más a menos casi vale la pena perder el avión.

De menos a más, al estilo italiano. ¡Nada, hombre: podemos…!

¿Podemos?

G(uay T)AU

¡Perrea, perrea…! Hasta Celedón anda el hombre con ese ladrido que es una contracción y no una evocación chiquilicuátrica: ¡qué guay el TAU!

No ha habido final, como ya nos temíamos en este blog antes de empezar. Le han faltado muchas cosas al Barça de Xavi Pascual para estar a la altura de su rival. Ahora tiene uno la sensación de que la semifinal ante la Penya fue un espejismo, con un nivel de aciertos estratósférico de Acker y Lakovic: viva moneda que nunca se volverá a repetir. Pasaron los azulgranas y es una gran noticia, porque de ese modo estarán en la máxima competición europea al año que viene, como debe ser. Pero deben cambiar muchas cosas para presentar un equipo tan fiable como merecen su afición y su historia.

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El TAU ha estado en todas la finales, y ha ganado una importantísima, la de anoche. Está maravillosamente entrenado: se les ve a los chicos felices, perfectamente encajados con Spahija, que los mueve con un rigor y un talento que no abundan. Cuando dieron el merecido título de MVP a Phil Mickeal me pregunté, sorprendido, cuántos jugadores del equipo alavés podrían serlo: casi todos. Desde Teletovic y sus cuatro triples a las correrías de Rakosevic, justo en el momento en que más daño hacían; pasando por la perfecta (y nada espectacular) dirección de Priggioni, que ni siquiera necesitó montar la mira telescópica, o la brega de Splitter dentro, sacanco balones cómodos al perímetro después de explotar los dos contra uno que, inevitablemente, le hacían… TAU es un equipo; cualquiera te hace un roto en cualquier momento, no hay dependencia de ninguna estrella y eso es, precisamente, lo que hace tan temible al ya campeón de la Liga ACB..

La pena es que sea el equipo que menos puede aportar a la selección: esa costumbre de los vascos de pescar con precisión en caladeros remotos hace que su plantilla esté llena de peces de otros mares. ¡Pero qué bueno es el piloto, que bien echa las redes, qué piezas trae a un precio razonable!

Guay de verdad, TAU

La marea rosa

Hace ya muchos años, en el primer Roland Garros de Arantxa, TVE envió a un joven peridista a cubrir un torneo en el que no había nada que rascar. Se llamaba Juan Carlos Díaz. El chaval, por cierto, lo hizo muy bien: apuntó desde el principio que la niña de Barcelona estaba muy fuerte, la hizo tres entrevistas y disfrutó de un par de minutos en los Telediarios. Hasta que se vio que la cosa iba en serio: para semifinales desembarcaron todos los mariscales, con Matías al frente y eso: siempre al servicio del caballo ganador, ya se sabe.

Este año hemos vivido una reedición de aquel ataque de autismo, uno de tantos. El Giro no existía hasta que Contador se acercó a los Alpes vestido de rosa y el país entero era un clamor viendo Eurosport en los bares. Han llegado con todo y con todos, Perico incluido (el mismo que justificó la ausencia italiana con el rollo de Roland Garros: el mundo es un pañuelo). Más vale tarde que nunca, de creer el refrán: hemos podido disfrutar en casa de ciclismo del bueno, de la lucha entre el corazón y la cabeza, en la que, por esta vez, nos tocaba la parte de la sangre fría, de la cautela, de la victoria paso a paso: no siempre vamos a ser los guerrilleros.

El ciclismo podrá ser el deporte más sospechoso, pero es el que más profundo llega en el corazón de la gente. Tiene su dramaturgia, su épica, su estrategia y sus hazañas. Hemos aprendido mucho de la edición de este año. Hemos aprendido algo de un campeón que amenaza con ocupar la siguiente década y algo de los italianos. Por ejemplo, que celebran a los suyos hablando de las cimas, porque el ciclismo es grande siempre pero se llena de emoción cuando es cuesta arriba. Cima Coppi, cima Pantani: ¿hay en España arrestos para hablar de la cima Bahamontes, que ha sido el más grande? Detrás, muchos: el Tarangu, el Chaba, Julito Jiménez o Perico Delgado, pero todos viendo volar al águila de Toledo.

Ninguno de nuestros ciclistas han ganado las tres grandes: Induráin no ganó la Vuelta ni ganaron el Giro Perico, Ocaña o Bahamontes. Quizá este año, a partir de agosto, asistamos a la epifanía de alguien capaz de lograr lo que nunca consiguieron los más grandes.

Nosotros, desde luego, volveremos a estar con Alberto Contador. ¡¡¡Enhorabuena!!!

¡Ah! Y gracias, chaval, de todo corazón. Nunca sabrás lo que hemos sufrido contigo y lo que hemos disfrutado contigo.

La Eurocaspa

Se ha jugado el primer amistoso de la selección antes de emprender el viaje a Centroeuropa para disputar la fase final de la Eurocopa. El partido dejó dudas razonables y, dada la personalidad del seleccionador, la expresión de esas dudas ha servido para acentuar el complejo de persecución y para cerrar el bunker. Nihil novum sub sole.

Yo, por esta vez, no albergo dudas.

1: Tiene muy claro el seleccionador español su equipo y su esquema de juego, y estoy de acuerdo con él en ambos casos. Espero que en ningún momento (repito: en ningún momento) se aparte de sus ideas, asunto que nos costó muy caro en el Mundial de Alemania. Los partidos duran noventa minutos, las fases finales siete partidos y caben muchas variantes, sean por obligación o por devoción, en los hombres que salgan a jugar: pero siempre quiero ver a Alonso o a Sena en el campo. Como el sábado.

2: Este equipo crea ocasiones, muchas. Eso es lo verdaderamente caro en el fútbol. Un jugador tan sutil como Iniesta no siempre va a tirar al muñeco y Güiza dejará en algún momento de reivindicar al gran ausente y empezará a meter goles. Seguro. Me alegro de que no se goleara al Perú de Chemo del Solar: tengo más miedo a la euforia que a ninguna otra cosa. Hay un vidente que asegura que España terminará la primera fase con cinco puntos y pasará a la siguiente ronda. ¿Dónde hay que firmar?

3: Como esperaba, el gran sacrificado es Cesc Fábregas, uno de los mejores jugadores del mundo. Pero también Reina es uno de los mejores porteros del mundo y no va a jugar, salvo lesión de Casillas que nadie desea. Fábregas tiene por delante a dos jugadores en estado de gracia: no hay más que ver el pase de Xavi a Villa y la cantidad de faltas que provocó el de Albacete. Pero sigue siendo una competición larga y hay que cuidar el ego del jugador del Arsenal como sea. Porque en algún momento va a salir y va a asumir toda la responsabilidad. Y entonces necesitamos a uno de los mejores jugadores del mundo.

4: Marchena completó uno de sus mejores partidos como internacional justo en el día del borrón: resolvió como un colegial un balón en el área. Eso se corrige: lo otro viene dado. El sevillano es un gran jugador, un hombre de Luis y debe rescatar cuanto antes la autoestima. A fin de cuentas va a tener que bailar con la más fea en muchos partidos (con Ibrahimovic dentro de poco). Que no se le olvide lo bien que domina el vals.

5: Luis es un hombre polémico y hay muchas decisiones suyas que no comparte nadie. Pero conviene no azuzarle los perros, tarea para la que la prensa española está tan dotada (¿recordamos a Miguel MUñoz en Méjico, a Clemente, a…?). Este artículo tendría multitud de lectores si la caspa fuera la de Luis, que la tiene: me temo que pasará algo más inadvertido porque es una autoflagelación (uno está de este lado, el de la prensa, claro) y porque se dedica a visualizar lo positivo del choque del sábado. Si el resultado hubiera sido 4 a 1, pongo por caso, no estaría tan solo. Pero pudo ser 6 a 1.

6: Quedan partidos y ocasiones para ser más explícito en algunas cosas y más detallista en los análisis de algunos jugadores, de Capdevila a De la Red, de Santi Cazorla a los Sergios. Aquí nos veremos.

El contador de segundos

De todos los eventos del sábado, sin duda el de más fuste para el deporte español se producía en los terribles Alpes italianos: un español se jugaba el Giro de Italia después de haber mostrado algo a caballo entre el exceso de confianza, el miedo y la debilidad. No sabíamos qué era. Y el Giro sólo lo ha ganado el gran Miguel de entre los nuestros.

Ayer, por fin, supimos a qué atenernos. Supimos que el escudero de Alberto Contador estaba seriamente afectado, de ahí su escaso rendimiento en la primera etapa alpina. Un Kloden sin fuerzas explica mejor que ninguna otra cosa las cautelas del corredor madrileño, dando carrete a la escapada de Di Luca a la espera de la posible factura: en ciclismo se paga todo.

En ausencia del alemán Astaná planteó las cosas de otra manera. Bruynell envió a Toni Colom por delante y Alberto se jugó el Mortirolo a pecho descubierto. Acertó. Afrontó con Toni como escudero la última subida: y volvió a acertar dejando que se fuera Sella y olvidándose de su rueda: la única temible era la de Ricardo Riccó, el chaval de Saunier Duval que anda pidiendo plaza entre los mejores.

Hoy se llega a Milán. Tiene Alberto la condición de favorito y dudo mucho que fallen las apuestas: debe ganar. Es el más completo y la de mañana tendría que ser esa etapa que está obligado a ganar cualquier vencedor del una prueba por etapas. Tendrá todas las referencias, la etapa es suficientemente corta y puede volar.

Me asombra este chaval con un cronómetro en la cabeza, que recuerda al mejor Anquetil, el primer hombre que ganó cinco Tours. Frente a otros atletas superdotados, a los que conviene no atacar para que no te destrocen, tipo Merckx, tipo Induráin, tipo Armstrong, Contador es de los que saben que el éxito es hijo de una larga paciencia. Una virtud demasiado difícil de asmilar a los 25 años: no hay más que ver a Sella.

Domani acadrá…