La hembra de cálao de casco sella la entrada a su nido a 50 metros de altura en el tronco de un dipterocarpus gigante, en lo más profundo de la selva de Borneo. En el interior, el espacio es limitado y debe dejar una pequeña rendija de ventilación de un centímetro de ancho, lo suficiente como para que pueda expulsar las heces al exterior y permitir la provisión de alimento que procura el macho.
Cinco meses se pasará encerrada en este zulo. ¿Por qué?
El cálao de casco es una de las aves más grandes y longevas de Asia, sólo reproducen un pollo al año al que ambos padres cuidan con celo durante los primeros meses de vida. Desde la eclosión, el pollo es muy vulnerable, así que esta cárcel improvisada en el interior de un árbol es la forma más segura de no exponerse a los peligros que acechan en el exterior. El padre mientras tanto trabajará duro recolectando higos para abastecer a su familia recluida y totalmente dependiente de él.
Desprotegidos contra el furtivismo
El trasiego frenético del macho de cálao de casco durante el confinamiento de su familia le hace quedar expuesto a los furtivos. Agazapados junto a las higueras, los cazadores sólo tienen que esperar a que los animales aparezcan para darles caza. Desgraciadamente, cuando esto ocurre, la madre y el polluelo dejan de recibir las provisiones del padre. Inevitablemente mueren en el nido.
Paradójicamente, el casco que debería proteger a este animal es la razón que le convierte en el principal objetivo para cazadores furtivos, que han arrasado sus poblaciones hasta rozar la extinción.
Cabezas extremas
Los cálaos son famosos por sus llamativos picos, decorados con protuberancias que, como en el caso del cálao rinoceronte, parecen tocados.
Estos picos desproporcionados les sirven para acicalarse, defenderse, construir sus nidos y para cazar a sus presas. Pero además, en el caso del cálao de casco éste llega a suponer hasta el 10% del peso total del animal. Necesitan vértebras fusionadas y una musculatura especial para poder operar tal colosal pico.
El cálao de casco es el único que tiene la parte superior del pico sólida, compuesta por un material conocido como marfil de cálao, muy apreciado y demandado en Asia para hacer joyas y ornamentos. Su comercio es ilegal, pero eso no ha frenado la codicia de los horteras que ansían poner decoración de muy mal gusto en el recibidor de sus casas.
A un año de la extinción
El tráfico de estos cascos se disparó entre 2010 y 2015, cuando se detectaron numerosas incautaciones de cráneos. Nuevas evaluaciones de la Lista Roja determinaron que el cálao de casco había pasado de la categoría “Casi Amenazado” en 2012 a “Críticamente Amenazado” en 2015. Esto significa que la población había descendido más del 60% en sólo tres años.
Con menos del 10% de la población, el cálao de casco se había convertido en unos de los animales con la mayor reducción de ejemplares en menos tiempo, haciendo saltar las alarmas. Si no se hacía nada, la especie se extinguiría en menos de un año. Afortunadamente los Guardianes de los Cálaos se pusieron en marcha y hoy todavía sobreviven. Pero eso ya es otra historia para el próximo post.
Que increíbles, nunca había oído hablar de ellos 🙌
27 octubre 2021 | 5:40 pm