Entre 2012 y 2015 las poblaciones de cálao de casco descendieron a un ritmo tan vertiginoso que nadie apostaba que fuese capaz de esquivar la extinción. Todo apuntaba a que una de las aves más espectaculares de Asia iba a desaparecer debido a la codicia de los humanos que ven su casco como un objeto ornamental de lujo. Sin embargo un grupo de investigadores logró cambiar su destino cuando ya parecía imposible.
El gran desafío
El principal obstáculo para salvar al cálao reside en la enorme demanda y valor que alcanzan sus cráneos. Abordarlo requiere de acciones internacionales muy complejas: desde reducir esa creciente demanda en países como China y Vietnam, hasta proteger las zonas de anidación y alimentación, así como proporcionar alternativas económicas sostenibles en los países de origen. Un reto como este requería un nivel de coordinación y compromiso nada fácil de asumir. La doctora Jessica Lee, coordinadora del grupo de trabajo de la UICN para la conservación del cálao de casco, no dudó en ponerse al frente del mismo formando de manera urgente a un grupo de especialistas para la creación de un plan de acciones para protegerle.
No era la primera intervención de la doctora Lee para salvar una especie, pero desde luego ésta iba a ser muy distinta a las anteriores. Siempre se ha dado la impresión de que si podemos criar una especie en cautividad y mantener una población en zoos el animal está salvado. Pero eso no es así, la cría en cautividad es normalmente el último recurso de conservación y no siempre es posible: “He colaborado en un gran número de planes de conservación de aves y los cálaos de casco ofrecen un desafío añadido. No pueden ser criados en cautividad. Mientras que en otras especies podemos mantener poblaciones en condiciones controladas para evitar que se extingan, en el caso de los cálaos no hay red de seguridad, con lo que la extinción en su medio natural no tendría retorno”.
Hay múltiples parámetros que dificultan su reproducción. Por ejemplo, la ecología reproductiva de los cálaos no está clara y su comportamiento continúa siendo un enigma para los expertos. Sabemos lo que comen en su medio natural, pero es prácticamente imposible replicar sus hábitos alimentarios.
Tal vez un problema aún mayor sea el enorme espacio que sería necesario para criar esta especie: “necesitaríamos una jaula del tamaño de Singapur para conseguir que diez parejas se establecieran y consiguieran criar”, me asegura Jessica.
Por todo ello, es más fácil y económico proteger su hábitat. Pero claro, este ave tiene una amplia distribución que incluye territorios en Tailandia, Indonesia, Malasia, Brunei y Myanmar, países a los que habría que implicar para lograr el objetivo. Y su buena respuesta fue crucial: todos introdujeron modificaciones en las leyes para perseguir penalmente a los traficantes con sentencias más significativas y aportaron apoyo económico para el plan de conservación.
«Lo más difícil es coordinar la respuesta de los diferentes países. Ese suele ser el factor que puede ralentizar todo el plan. Sin embargo, en este caso todos los miembros mostraron su apoyo absoluto»
El papel de China
Cualquier estrategia para salvar al cálao de casco habría sido inviable de no ser por la implicación de China, principal país demandante de los cráneos de este ave. Las autoridades chinas procedieron al cierre de mercados donde se vendiera este material y endurecieron las leyes para perseguir su comercio, incluso la venta a través de internet. “Nunca he visto tanto apoyo por parte de los gobiernos para proteger un ave”, afirma la doctora Lee.
“Este proyecto me mostró que los humanos podemos ser la solución. Trabajando juntos, somos capaces de conservar una especie por imposible que pueda parecer”
Los guardianes de los calaos
Otro recurso vital para el plan de conservación de esta especie fue la formación de equipos de protección de los cálaos en su medio. En la actualidad un grupo de guardianes sigue la pista a los calaos salvajes para asegurar que no son abatidos por furtivos. Protegen sus árboles frutales y los troncos que les proporcionan cobijo. Estos guardianes han conseguido que, contra todo pronóstico, los cálaos de casco no hayan desaparecido de las selvas del sudeste asiático a pesar de que estaban sentenciados. Sólo por eso este proyecto de conservación es el más exitoso jamás contado, al menos para mí.