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El caso Nadia pone en jaque a los medios de comunicación

OPINIÓN

Cada año la Asociación Nadia Nerea Tricotiodistrofia y Enfermedades Raras vendía números para recaudar dinero para Nadia / Facebook de la Asociación

Cada año la Asociación Nadia Nerea Tricotiodistrofia y Enfermedades Raras vendía números de la loteria de Navidad para recaudar dinero para Nadia / Facebook de la Asociación

La historia de Nadia tenía todos los ingredientes para ser una historia viral, para atraer a la audiencia. Una niña que encandila con su enfermedad en los platos de la televisión, un padre capaz de hacer lo inverosímil por su hija que padece tricotiodistrofia, una enfermedad rara que hace que el cuerpo se envejezca más rápidamente de lo normal. Incluso cosas tan poco creíbles como que el padre y la niña sortearon las bombas de Afganistán para encontrar un médico escondido en unas cuevas.

No es mi labor como periodista juzgar si todo ello ha sido una estafa o no, eso le toca a un juez. Pero si que esta historia me hace reflexionar sobre el estado de mi profesión. Canales privados, públicos, autonómicos, estatales e internacionales dieron por verídica una información que parecía veraz, incluso el medio que más admiro: la BBC. Pero verídico no es lo mismo que veraz, una cosa es que una información parezca creíble y la otra que sea real.

Tal vez es una historia que aparentemente no necesita ser contrastada. ¿Por qué alguien iba a mentir sobre la enfermedad de su hija? Nadie se espera que alguien pueda aprovecharse de una patología que tiene una niña para estafar al resto de la población. Pero aún así me sorprende que ningún periodista llamara un médico para preguntar sobre esta enfermedad. Ya no tanto para contrastar la información, sino para profundizarla.

Y lo que más sorprende es que la realidad ha podido salir a la luz gracias a un blog y periodistas que, seguramente, tienen muchos menos recursos que los grandes medios de este país. El primer grito de alerta del posible fraude de la historia lo dio Josu Mezo, autor del blog Mala Prensa, donde puso de manifiesto que la historia estaba plagada de cosas inverosímiles.

El post de Mezo empieza con una frase que resume muy bien lo que ha pasado con el caso Nadia: “El periodismo sobre buenas causas no puede estar exento de las reglas normales de la profesión, que se resumen en una sola: hacer todo lo posible para que todo lo que se cuenta sea verdad”.

Los periodistas pensaban que estaban escribiendo por una buena causa, pero en realidad estaban perjudicando a la profesión, pero también a otros posibles niños con enfermedades raras. Su poco rigor a la hora de contrastar ésta información, seguramente, ahora hará que muchas personas desconfíen en dar dinero a otros niños enfermos que realmente sí lo necesitan.

Por suerte, por eso, también quedan buenos periodistas como Ángela Bernardo del Hipertextual, que realizó una labor de chinos. Primero habló con diferentes médicos para contrastar si la enfermedad era tal cuál la contaba el padre de Nadia. Todos coincidieron que la versión del padre, Fernando Blanco, era exagerada.

Luego buscó, entrevistó o investigó los especialistas que, supuestamente, trataron a la menor, según Blanco, como el doctor estadounidense Edward Brown. No lo consiguió localizar, pero averiguó que no era especialista en esta enfermedad, tampoco colaboró con el equipo que ganó el premio Nobel en 2013 ni trabajó en la Nasa, como afirmaba el padre.

Y la pregunta evidente. ¿Si Bernardo puedo realizar toda esta investigación, por qué no lo hicieron otros medios? Sus padres y Nadia llevaban desde el 2008 paseándose por platós de televisión, apareciendo en medios, pero nadie los puso en duda.

Supongo que es una historia fácil de contar, con la que llenar páginas cuando faltan temas. Es una información agradecida de escribir, de esas, que decimos con color porque dejas volar la literatura en tu pluma. Al mismo tiempo, es una noticia que nos hace sentir bien, que la escribimos por una buena causa, una obra social. Todo ello contribuyó a que nadie se parara a pensar si era verdad.

Además, me imagino que cada uno de los profesionales que entrevistó a la familia, pensó que si salía en los otros medios es porque era verdad o al menos así lo justifica el diario El Mundo: “tenemos que subrayar que nuestro pecado ha sido confiar en una persona a la que nosotros y otros medios habíamos dado crédito desde hace años”.

Como el típico refrán que dice una madre al niño: “si los demás se tiran del puente, ¿tú también?” Por suerte, mientras los grandes medios de este país se iban tirando uno tras otro por el puente, otros periodistas, tal vez no tan conocidos, pero bien conocedores de lo que implica esta profesión, decidieron pararse a ver. Reflexionaron, contrastaron la información y gracias a ellos ha salido la verdad a la luz. Los padres de Nadia están siendo juzgados por el presunto delito de estafa.

Todo el mundo somos humanos, los periodistas también. Y nos equivocamos, hacemos faltas o podemos entender mal una noticia. Es cierto que hay historias que no se pueden contrastar, como las que te cuentan víctimas de guerras, como las de los refugiados sirios que huyen de su país, básicamente, porque apenas hay prensa ahí. Ahora bien, uno tiene que garantizar que explica la verdad o como mínimo que no da una historia por buena porque parece verídica. Y si un periodista opta por ofrecer una información que no puede contrastar decirlo en el mismo artículo, para que sea el lector quién juzgue los hechos que se exponen.

Actualmente los grandes medios de este país se ceban con los padres de Nadia, supongo, que se sienten engañados, pero dejan pasar una cortina de humo. La realidad es que deberían hacer una reflexión, un poco de autocrítica, porque ellos dieron voz a esta historia, ellos permitieron que se gestara el fraude, porque no hicieron algo tan simple y dentro de su trabajo como contrastar la información. Es más, simplemente, la dieron por buena, porque el emisor de la historia transmitía confianza.

6 comentarios

  1. Dice ser Jesús

    Consecuencias del ciego buenismo: los sinvergüenzas se forran. Pasa igual en Youtube donde hay personas (de EE.UU., principalmente) que hacen montajes de supuestos hechos de alto contenido emocional que supuestamente graba una cámara oculta, pero todos son actores y es como un trabajo para ellos: un canal monetizado con millones de visitas diarias que produce unos cuantos miles de euros que para un caradura y sus dos compinches no está nada mal. Y ¿sabes qué pasa cuando lo denuncias públicamente? Pues que todo el mundo te insulta porque todos están convencidos que esos hechos son reales, necesitan vivir en un mundo de fantasías donde se les engañe. En Youtube Rob Andersson tiene varios vídeos (en inglés) donde desvela estas prácticas del supuesto «filántropo» Johal King.

    10 diciembre 2016 | 10:02

  2. Dice ser Dudo luego existo

    ¿Y qué decir de los sui géneris meas culpas del elmundo.es? «Un grave error periodístico que no se debería repetir» y lo aprovechan para colgarse alguna medalla.
    http://www.elmundo.es/opinion/2016/12/07/58470d4b22601d62138b45c8.html

    Pero el del día anterior aún es mejor, consiguen hermanarse con el Washington Post y New York Times…
    http://www.elmundo.es/television/2016/12/06/5845be3a268e3e2b458b463a.html

    10 diciembre 2016 | 15:17

  3. Dice ser Lola

    Lo que no me cabe en la cabeza es cómo se puede ser tan sinvergüenza como este «señor» para medrar a costa de la enfermedad de su hija.

    10 diciembre 2016 | 16:29

  4. Dice ser internauta

    Es cierto, los medios de comunicación quedan por lo que son.

    10 diciembre 2016 | 19:17

  5. Dice ser Heisenberg

    Lo que pone en jaque a los medios de comunicación es que haya personas como usted, que se hacen llamar periodistas y luego se expresan terriblemente mal. ¡Mejore esa redacción, por favor!

    10 diciembre 2016 | 20:17

  6. Dice ser Pepelo

    Y para rematar nadie ni conocidos dijo tampoco que, según parece ahora, el individuo estuvo en prision por estafa hace años

    11 diciembre 2016 | 10:31

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