Reprobar ministros en el Congreso es como torear de salón, pura cohetería. El Congreso está en su derecho, como en el de aprobar que por la noche es de día, pero la noche es noche y a los ministros les nombra y separa el Presidente del Gobierno, no el Congreso. Reprobar es una palabra sonora, el réprobo (ba) según dice el diccionario es persona condenada a penas eternas. ¡Toma del frasco! Si la ministra de Fomento hubiera sido reprobada la podrían llamar la ministra réproba que es un calificativo como para no salir de casa. O quizá para todo lo contrario, depende de la resistencia.
El sistema de castigo al gobierno es la moción de censura, que tiene que ser constructiva porque los constituyentes decidieron propiciar gobiernos estables, no sometidos al humor coyuntural del Parlamento y de los grupos parlamentarios.
Me llama la atención que el presidente Zapatero, tan descalificado durante todo su mandato, concluya la legislatura agotándola, en plazo, sin una huelga general y sin una moción de censura. Eso puede querer decir, desde la realidad y no desde la ensoñación, que el gobierno no debe haber sido tan débil. De hecho en esta fase final de la legislatura, cuando los aliados minoritarios tienen poco que sacar y toman distancia para ganar espacio con sus electores, a pesar de no contar con mayoría parlamentaria, ha sacado adelante el Presupuesto e incluso la llamada reprobación de la ministra que era gratis.
De lo que está sucediendo con las infraestructuras catalanas y en concreto con el AVE a Barcelona, hay bastantes responsables y desde hace bastantes años. El proyecto AVE a Barcelona tiene más de diez años, un plazo desproporcionado e innecesario. Es una historia poco feliz donde ha habido muchos tomando decisiones políticas, desde Cascos hasta la actual ministra, desde las administraciones de CiU y PSC en ayuntamiento y Generalitat. Son muchos los que han metido la pata en esta historia, casi tantos como los que ahora se rasgan las vestiduras y apuntan a otro.