"El deseado bien último se alcanza mejor mediante el libre comercio de ideas".(1919) Juez O. Wendell Holmes del Tribunal Supremo de EE UU

Archivo de junio, 2008

Un Manifiesto indigesto para el PSOE

El “Manifiesto por la lengua común”, que escritores y profesores, de distinta significación e indudable relevancia pusieron en circulación la semana pasada, suma adhesiones personales e institucionales a millares. El Partido Popular se apresuró a suscribir y apoyar el documento y capitalizarlo a su favor. El partido Socialista no se ha atrevido, mira a otro lado, se siente incómodo, intuye amenaza tras el dichoso papel. Y Zapatero no se corta un pelo y en una entrevista dice: “no estoy de acuerdo con el Manifiesto y lo respeto. Fíjese, ha firmado Gamoneda”.

El entrevistador (EL PAIS) no huzi la siguiente pregunta: ¿qué es lo que no le gusta del Manifiesto? Porque leído con atención y literalidad y con el artículo 3 de la Constitución delante, caben pocas discrepancias. El Presidente podría discrepar de la oportunidad, poner en cuestión la intención (que tanpoco es sencillo enredarse en intenciones atribuidas) pero no el contenido.

La distancia que los socialistas han marcado respecto al Manifiesto dará alas y valor adicional al mismo, entre otras razones porque todo lo que incomode al gobierno interesa a esa mitad del electorado que no se siente representada en ese gabinete y quiere mortificarle.

Si los promotores buscaban un debate ciudadano lo van a tener; pero también otro superpuesto con tintes partidistas que propiciará más de un enredo. Este debate que va a funcionar a varias velocidades: la del territorio común (concepto que utilizan los fiscalistas para referirse a lo que no es foral) no afectado por el problema sobre el que advierte el Manifiesto. Y otra velocidad en los territorios bilingües, que es a los que se refiere el documento.

El debate será interesante pero sospecho que discurrirá por un cauce más áspero, más victimista, más manipulado de lo que el documento merece.

Aguirre: en mi casa mando yo

Que Esperanza Aguirre manda es evidente, manda por donde pasa, aunque a veces no le hagan caso. El mando se ha incorporado a su forma de vida. Que lo haga en la Comunidad de Madrid es lógico, dicen que incluso manda antes de preguntar, lo cual produce alguna distorsión corregible. Manda porque es su responsabilidad y forma parte cada vez más de su carácter. Pero manda en todo lugar, por ejemplo en el PP manda… pero no le obedecen del todo. En su gobierno manda y obedecen sin rechistar, incluso contentos.

De vuelta de Valencia, sin ganas de ejercer de verso suelto, ha decidido pasar de las palabras a la acción: de manera que si hay problemas económicos actúa de inmediato. Si la receta es reducir gasto público, congela las retribuciones de los altos cargos. Será el chocolate del loro, pero el loro cuenta, el loro come. Y puestos a recortar, aplica tijera a los departamentos, consejerías, que se llaman en jerga autonómica.

La presidente dice que remodela su gobierno para ahorrar.

El PP madrileño, decididamente dominado por Esperanza Aguirre, toma el aire de la Baviera alemana, sin tanto carácter previo pero con su misma personalidad propia hacia el futuro. Madrid es mucho Madrid, no es mera villa y corte, es el espacio social y económico más potente y pujante de España. De ello tiene algo de culpa el alcalde, pero es al gobierno de la Autonomía a quien corresponde la titularidad.

Al margen de las razones de fondo y de la intencionalidad de la remodelación, se trata de un ajuste que tiene sentido: pasar de 15 a 12 consejerías es sensato, la unificación de competencias que conlleva más aun, y el nuevo equipo es coherente.

La presidenta ha actuado con autoridad y audacia, con la técnica del motorista que conduce a aquello de “Dios me lo dio, Dios me lo quitó…” y como para que quede claro que: “en mi casa mando yo”.

Telemadrid, problema político

Telemadrid ha sufrido una huelga que ha llevado su señal a negro. La huelga ha sido un éxito de los convocantes que han tenido un seguimiento como para arruinar las emisiones. Se trata de un derecho constitucional que no tiene más exigencia que cumplir los plazos preceptivos de aviso y convocatoria y evitar imposiciones a quienes no quieren hacer huelga. El seguimiento ha sido entre el 60 y el 90%, es decir mucho seguimiento, tanto como para irse a negro durante la jornada. Quienes han querido trabajar, aunque no hayan podido hacerlo efectivamente, tienen derecho a cobrar su jornal.

Para la huelga no se establecieron servicios mínimos porque la emisión de programas no es un “servicio esencial”, que es el concepto que la ley precisa para establecer esos servicios mínimos. Efectivamente ninguna televisión, en un sistema abierto y competitivo (aunque algunos tengan ventaja), presta servicios esenciales. Los madrileños pueden prescindir uno y varios días de Telemadrid y no pasa nada. Es un aviso que tanto quien ejerce la propiedad (el gobierno de Madrid) como los trabajadores deberían tener en cuenta. No es un servicio esencial, es prescindible.

Telemadrid va regular, se ha convertido en un foco de tensiones políticas pro y contra el gobierno de Esperanza Aguirre. Culpa tienen todos, y la mayor siempre es del titular, por tanto del gobierno madrileño al que se le ha ido de las manos esa empresa, convertida en un caso político.

Todas las televisiones autonómicas están politizadas, son partidistas, hasta el tuétano; unas más que otras, unas con más desvergüenza que otras. El caso de Madrid es de los peores.

La huelga debería significar un alto en el camino e imponer una reflexión en los grupos parlamentarios de la Asamblea de Madrid (dominados por la abrumadora mayoría absoluta del PP), en el propio gobierno y en los sindicatos. Los sindicatos se han entendido con los populares cuando ha convenido a ambos. En Telemadrid deberían llegar a un acuerdo razonable que rompa el actual enfrentamiento interno que arruina a los profesionales y decepciona a los ciudadanos. Una televisión autonómica no puede ser el espacio de la confrontación política partidista.

La lengua común

El manifiesto por la lengua común, que firman y encabezan 18 intelectuales reconocidos, revela preocupación y agitación. No les falta razón; su protesta es oportuna. Lo que reclaman es un derecho de los ciudadanos a sus propias lenguas, a todas, sin menoscabo ni ventaja de las que se hablan en España, todas comunes en su ámbito. Quienes pretendan que se trata de un manifiesto impositivo, arrogante, se equivocan. La lectura atenta, no superficial del mismo, lo pone de manifiesto.

El español o castellano, ambas fórmulas sirven, goza de buena salud, quizá nunca antes tuvo tanto vigor en el mundo. Por tanto este no es un manifiesto en defensa de un idioma amenazado. Todo lo contrario lo es en pro de un idioma pujante que se escatima y regatea a algunos españoles que viven en nacionalidades según la Constitución, donde existe otro idioma propio, que está siendo utilizado como arma política para ocupar poder, para diferenciar y separar.

La persecución efectiva a que se sometió a esas lenguas en otras épocas, también por razones de hegemonía política, fue un error grave. Tanto como lo es ahora hacer otro tanto contra el castellano. Que en Cataluña, Baleares, Galicia, País Vasco… se arrincone el español-castellano, convertido en lengua auxiliar, no vehicular de la enseñanza, solo va en demérito de los escolares que pierden un factor competitivo.

La convivencia de los dos idiomas, en condiciones de igualdad es un activo social y personal y lo que no vaya en ese sentido será una equivocación histórica.

¿Se imaginan que los irlandeses hubieran arrinconado el inglés? ¿Sería hoy Irlanda tan próspera con esa estrategia política?

La pujanza del catalán no está comprometida. Su implantación en Cataluña, Baleares y Valencia (llamándole como cada cual quiera) debería animar a aprenderlo a muchos otros españoles que viven fuera de ese ámbito. Un idioma entendido por buena parte de los 14 millones de ciudanos que viven en esas comunidades es un activo a preservar y engrandecer, aunque no a costa del gran idioma común.

Aquí hay que sumar sin restar, pero los del nacionalismo de bajo vuelo, del victimismo, del localismo estrecho, no lo quieran entender. Por eso este manifiesto es agitador y oportuno.

Aznar otro verso suelto en el PP

Calificaron a Gallardón de “verso suelto” en el PP, para significar que iba por libre, que era un bicho raro. Pero tras la rumbosa cita valenciana, resulta que hay más versos libres que recitan con tesón. En la cabeza de ellos el de la melena suelta y dos botones desabrochados, Aznar, José María, que largó una bronca monumental a su deudo Rajoy, ante el delirio de los resistentes e irritación del aparato. Aznar va “sobrao”, pero buscando aplausos y abrazos, reconocimientos; llegó en jet prestado (es galáctico) acudió a actos empezados, para que se note su figura, y se va antes de que acaben; va a lo suyo. Enmendó a Rajoy, para luego medio perdonarle, pero se fue sin escucharle. ¿Para qué, ya no es su tiempo?

Verso libre es también Esperanza Aguirre, aunque sigue en la pomada y cuenta con poder efectivo como para arrastrar una parte del partido: el 25% que no le dio apoyo a Rajoy, que será si las cosas se ponen inciertas.

Aguirre iba dispuesta a apoyar, a cerrar filas con Rajoy, sus desplantes habían sido menores, a través de personas interpuestas, pero se encontró con el Rajoy áspero y silente que no da pistas, ni tregua, y que manda mensajes indirectos e irritantes. Por ejemplo el mensaje de incluir a Manuel Cobo en su lista de favoritos y excluir a Ignacio González. Demasiado para Aguirre que no tenía otra opción que apuntarse al “verso suelto”, porque el tiempo cura y revisa, que se lo digan a Gallardón.

Rajoy ha distinguido a Gallardón, más por molestar a Aguirre que por complicidad con el alcalde de Madrid. Está hasta el moño de ambos y en alguno de los manteles de las televisiones que ha visitado estos días lo ha reconocido o así lo han percibido los que ponían la cena.

PP: y comieron perdices ¿y fueron felices?

Colorín, colorado este cuento se ha acabado. El culebrón del PP ha llegado a término como la exitosa novela de la tarde televisiva: “Bea ¿la fea?”. Concluye en boda feliz, la de todas las familias y capillas del partido, que tras varios meses guerreando, han encontrado el equilibrio y una paz provisional hasta otro fracaso electoral.

Rajoy disfrutará de un congreso como paseo militar con apoyo de todos, incluida Esperanza Aguirre que está dispuesto a votar con la papeleta al descubierto para que no haya equívocos. ¿Cuántos votos en blanco o nulos tendrá la nueva ejecutiva? Pues muy pocos, testimoniales, de resistentes recalcitrantes. Ya nadie podrá poner en duda el liderazgo de Rajoy aunque el Congreso tenga tinte unificador y hegemónico.

Rajoy ha jugado sus bazas durante los cien días que van del 10 de marzo al 20 de junio con calma, soportando las acometidas de los lunes que han dañado más a sus autores que al destinatario. Los protagonistas de las acometidas, Zaplana, Elorriaga, San Gil…, se van a las tinieblas exteriores y Rajoy mejora su posición y renueva su equipo a su manera y con aplauso generalizado.

Y los dos delfines, Esperanza Aguirre y Ruiz Gallardón, que anoche compartieron mesa, mantel y menú en la casa de ABC, son cada día menos delfines, especialmente una vez que se consolide la nueva dirección con una generación nacida en los años sesenta que no pudo votar la Constitución, que se la encontró hecha.

Este PP que saldrá a jugar el lunes puede ser distinto del anterior, como el PSOE de Zapatero que emergió hace ocho años no era el anterior de la confusión, ni el previo de Felipe. Aunque no me gusta ni apostar ni pronosticar sospecho que este PP puede estar por delante en las encuestas electorales antes de fin de año y creará problemas parlamentarios a la mayoría socialista cuando se reanude la actividad parlamentaria en septiembre. El Presupuesto para el 2009 no va a ser fácil, los socialistas quizá tendrían que ir pensando en un Presupuesto de consenso, para hacer frente a eso que no hay que llamar crisis aunque lo es y gorda.

Estepona… ¿cómo llegaron tan lejos?

La trama de corrupción municipal urbanística de Estepona es semejante a la de la vecina Marbella y de otros municipios andaluces, murcianos… Nada nuevo bajo el sol. Lo que llama la atención es que hayan llegado tan lejos, que los aparatos de los partidos y de los gobiernos no hayan sido capaces de taponar esos boquetes y de evitar la extensión de semejantes conductas.

Lo de Marbella era de sobra conocido y de la actuación judicial hay que criticar el retraso que tiene que ver con males crónicos de la justicia y con cierta indolencia. Pero tras ese caso cabía esperar que partidos y gobiernos se hubieran ocupado en escrutar los casos cercanos, el comportamiento de algunos ayuntamientos.

Lo de Estepona es fruto de una investigación policial y judicial y de denuncias desde dentro. De las investigaciones de la fiscalía en varias decenas de ayuntamientos cabe imaginar que en breve varias docenas de alcaldes y concejales van a desfilar por juzgados y prisiones con causas abiertas que durarán años.

¿Estamos ante una epidemia que va más allá de casos aislados? Quizá no sea epidemia pero se le parece mucho. Los socialistas han expulsado al alcalde de Estepona nada más ser detenido y encausado. Aparentemente han tenido una respuesta inmediata, pero quizá no tanto. Que algo olía a podrido en ese ayuntamiento se notaba en el aire de la ciudad y de la zona desde hace meses, y los dirigentes políticos no pueden ser ajenos a ese olor. Sin duda que hay responsabilidades políticas de falta de diligencia.

Y lo mismo sirve para Murcia y Canarias, con implicaciones de unos y otros partidos políticos. El compromiso contra la corrupción urbanística por parte de los partidos es insuficiente, es tibio, e incita al recelo de los ciudadanos, al descrédito del sistema y de la política.

La economía… chunga

Algunos lectores de estas notas, amables y críticos, se enfadan porque no me ocupo de asuntos económicos. Tienen razón, pero no me gusta repetirme y suelo escribir de economía en los otros dos medios con los que colaboro habitualmente, ABC y Estrella Digital. Eso me lleva a que estas letras menudas en 20 minutos se refieran más a la política y las cosas de la vida. Pero la economía cuenta y mucho y la presto atención y lecturas desde hace muchos años.

La cosa está chunga, chunga (*)… sospecho que los datos de junio van a ser muy malos, en empleo y en actividad y que se abren unos meses difíciles. La cosa mejorará afin de año, el último trimestre, pero poco; y es probable que el año 2009 sea regular, regulñar. Luego … ya veremos.

Alguno dirá que ya lo sabía y que lo anunció hace años; pero eso no vale. Los agoreros de hace años, si se pusieron a cubierto de inversión, se han perdido muchos meses buenos.

Durante los últimos doce meses han ocurrido fenómenos no esperados como para cambiar todos los pronósticos. Buena prueba es la revisión de las hipótesis de todos los institutos de análisis. Y con lo que ha caído (petróleo, turbulencias financieras…) hay explicación triplicada de un cambio radical de sesgo, de favorable a crítico.

Si les interesa la materia más allá del brochazo pasional les recomiendo la lectura de los catorce folios del discurso del gobernador del banco de España que acompaña su Informe Anual. Analizar ese Informe también merece la pena, pero solo para muy aficionados.

El gobernador, más bien el propio consejo en nombre del cual habla su presidente, es cauteloso pero severo, lo que dice es que las cosas están feas y lo que reconomienda es no hacer tonterías.

(*) Segun el DRAE chunga: de mal aspecto, en mal estado, de mala calidad.

A vueltas con los toros

Si le he entendido bien al director el compromiso de “20 minutos” con los toros no es “esencialista”, no se trata de predicar la abolición ni de pretender que estamos ante una acontecimiento imprescindible. Hagamos, simplemente, periodismo, es decir contar lo que ocurre que sea interesante para el público y hacerlo de la mejor forma posible. Los toros son noticia que interesa a mucha gente. No por ello tienen que ser materia obligatoria de un medio informativo, sus lectores tienen sobradas oportunidades para enterarse de lo que les interese en otros medios.

Las ferias taurinas en la mayor parte de las ciudades de España suponen un acontecimiento festivo que llena páginas de todos los periódicos y muchas conversaciones ciudadanas. Y los entendidos, que son legión, defienden sus preferencias con pasión y argumentos, y con despliegue de conocimientos.

No soy taurino, no conozco la materia, no tengo opinión, pero no soy contrario y asisto a alguna corrida sin que me produzca entusiasmo. He visto torear a José Tomás en dos ocasiones y me ha estremecido, sencillamente es distinto. Aunque no sabría explicarlo.

El caso de este torero trasciende la propia fiesta. Hay un antes y un después. El personaje es sugestivo, independiente, con personalidad. Es el que más cobra porque es el que más ingresa. Y tiene carácter para renunciar a honorarios adicionales de hasta un millón de euros por corrida pasada por televisiones de pago. ¿Cuántos hubieran comprado el derecho de ver cualquiera de sus dos últimas corridas en Las Ventas por la tele?

“20 minutos”, su director y editor, tiene derecho a tomar distancia a los toreos, pero no pueden pasar por alto un acontecimiento que ha sido primera página en todos los medios. He repasado el magnífico libro que acaba de publicar el crítico de El Mundo, Villán, magnífico escritor y moderado tomasista, y tengo ganas de leerlo con atención. Las fotos son magníficas. Y prometo leer el libro que sobre José Tomás acaba de publicar mi amigo Carlos Abella, uno de los autores con más obra de divulgación taurina. En los toros hay toros, toreros y emociones. Y algo más. Puede no gustar, pero existir existe.

Vuelven los camioneros airados

Cientos o miles de camioneros autónomos, sin representación en la negociación mantenida con Fomento estos últimos días, amenazan con volver a las carreteras para reclamar «tarifas mínimas». La reivindicación no es posible de satisfacer de forma administrativa, un negocio en competencia no admite tarifas mínimas, ni máximas. Pero eso es difícil de entender para los camioneros. Si existe el salario mínimo ¿cómo es que no puede existir tarifa mínima para el transporte? Si existen tarifas de autobús o de tren, ¿cómo es que no puede haber tarifas de porte de mercancía?

Esas son las explicaciones que no les dan o que no entienden. El paso de una etapa de crecimiento económico y boom, para el que no había transporte suficiente, ha dado paso a otra en la que la demanda de porte escasea y los precios bajan por decisión del propio transportista que ajusta costes y márgenes hasta el límite.

La confrontación puede ser dura y el resultado incierto. Los transportistas han verificado que un grupo decidido es capaz de poner patas arriba el sistema productivo, y dejar desabastecidos mercados y gasolineras. También han verificado que las fuerzas del orden son capaces de retirar los camiones y detener y multar a quien se resista.

Las autoridades saben que un conflicto que se pudra, puede conducir a situaciones desagradables e incontrolables. Este conflicto se ha llevado por delante una vida y ha puesto en riesgo varias más. Los camioneros que aparecen estos días en los noticiarios muestran desesperación y decisión. Se les ve perturbados, y como son muchos, la posibilidad de estallidos concretos es alta.

Este es un conflicto malo, hosco, con poco a ganar para todas las partes y con alto riesgo de que acabe en desastre.