Va para veinte años que en unos disturbios estudiantiles las fotografías de un muchacho con bastones, al que dio en llamarse “el cojo manteca”, destruyendo impunemente mobiliario urbano se convirtió en referencia del desastre nacional. Aquellas fotos ocuparon la escena nacional varios días y sirvieron al debate político del acoso y derribo y a los sociólogos de cabecera que certifican el fin del mundo y la degradación de la nación.
El cojo manteca de hoy se llama Sergi Xavier MM, un energúmeno que la emprendió a golpes con una muchacha en el metro y que luego se excusa porque estaba bebido y fuera de si. Comportamiento tan intolerable merece la aplicación inmediata del código penal, ejemplaridad.
Pero por mor de las circunstancias el caso se enreda. Resuelta que los lamentables hechos son filmado y difundidos, resulta que la respuesta del estado de derecho es vacilante y rutinaria, que el fiscal andaba distraído y el juez ocupado y nadie se dio cuenta del efecto bola de nieve. Resulta que una ministra ecuatoriana estaba en Barcelona y convierte en asunto de estado la agresión, y da más velocidad a la bola. Y resulta que el tema tiene tirón para que los medios se ocupen. Unos para bien, otros no.
Si el tal Sergi Xavier tuviera representante (quizá ya lo tiene) organizaría sus apariciones públicas por turno y con honorarios. Alguna televisión parece que ha ofrecido a esta “perla” una exclusiva y, consiguientemente, cierta protección. Un filón para tirar de la audiencia televisiva unos días.
Si la justicia hubiera actuado con diligencia la mitad de este circo que nos amenaza y que solo pretende excitar sentimientos y armar bulla nos la hubiéramos ahorrado. Pero no será. La codicia televisiva se instala en el mundo sórdido para fabricar un potaje deprimente.
A los jueces corresponde poner orden en el guiso, dirigir la causa y acotar la resonancia. Sospecho que tenemos caso para varios días, que luego se agotará en si mismo, sin continuidad ni conclusiones. La imagen de hoy (con decenas de cámaras detrás) es la del tal Sergi Xavier M M, que nunca imaginó tanta notoriedad (y rédito) por una tanda de bofetadas a una desconocida. ¿Será rentable el delito?