La gente de Rosy Runrún La gente de Rosy Runrún

Corazón, corazón; corazón pinturero.

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Vivir a lo grande: la hija de Isabel Preysler enseña al mundo su ‘aticazo’

Vivir a lo grande. Lo pienso mientras escribo en mi buhardilla de Malasaña de treinta y cinco metros cuadrados y veo la nueva casa de la hija estudiosa de Isabel Preysler. Además del Hola, tengo el Tinder abierto: quién sabe, igual al fin me escribe el hombre de mis sueños y además de ser guapo, cariñoso e inteligente me voy a vivir a un aticazo como el que han estrenado Ana Boyer y Fernando Verdasco: gran terraza, vistas impresionantes a Madrid, salón con chimenea y dos sofás, dos, uno de ellos con chaise longe y tan grande que podrían dormir cinco personas.

La piscina privada de Ana Boyer y Fernando Verdasco, en la portada de Hola.

La piscina privada de Ana Boyer y Fernando Verdasco, en la portada de Hola. Ejemplar de Rosy.

Su revista de cabecera enseña la casa entera esta semana, una casa que les enamoró por… “la terraza. Es mi rincón preferido, donde más me gusta estar si hace buen tiempo. Y si el tiempo no lo permite, me encanta pasar horas en el sofá de mi salón, ya que entra una luz preciosa”.

Ana y Fernando llevan saliendo juntos dos años y medio. Foto: IG anaboyer

Ana y Fernando llevan saliendo juntos dos años y medio. Foto: IG anaboyer

También tiene, por cierto, una cocina digna de teleserie familiar. Y eso que no saben cocinar, como dicen en la entrevista.

El tenista y la socialitè van a poder también tomar el sol y dar largos cuando llegue el buen tiempo: es un ático con piscina. Privada, ¿eh? ¡Piscina privada en una de las zonas más exclusivas de Madrid! A ver si os pensabais que la hija de la Preysler iba a tomar el sol y bañarse en la piscina de la urbanización.

portaa hola

Fue en Navidad cuando tomó la decisión de independizarse y salir del casoplón con jardín que tiene la mamá en Puerta de Hierro. Las malas lenguas dijeron que la decisión vino impulsada porque Ana no tenía lo que se dice muchas ganas de vivir con Mario Vargas Llosa, el nuevo e inesperado compañero de piso. Pero ella lo niega rotundamente en la entrevista. Y confiesa que si hay algún día que se sienta sola, no hay problema: puede volver a casa de mamá cuando quiera, pues su habitación está perfectamente preparada para ello.

“Cada vez que echo de menos la casa de mi madre… ¡voy! Seguro que le dio mucha pena que me fuera, pero le pareció bien si yo estaba convencida y feliz”

Con Fernando Verdasco comenzó a salir hace ya dos años y medio.

El famoso tenista, en una foto de IG

El famoso tenista, en una foto de IG

“La convivencia con Fernando muy buena”, explica, “la verdad es que ha sido facilísimo y nos hemos organizado muy bien”.

Lo que yo os diga: un cuento de hadas. Qué bien se lo montan algunas… jopé.

La cena secreta y las anécdotas más divertidas de la visita de Anna Wintour

Anna Wintour, en el Museo del Traje, junto a Ágatha Ruiz de la Prada y su hija Cósima. Foto: IG @cosimaramirez

Anna Wintour, en el Museo del Traje, junto a Ágatha Ruiz de la Prada y su hija Cósima. Foto: IG @cosimaramirez

Mecachis. Se escabulle una durante unos días del mercadeo rosa y se pierde la visita de Anna Wintour. Reconozco que me gusta más Meryl Streep/Miranda Priestly que la endiosadísima directora de Vogue América. Pero también es verdad que no todos los días tiene una la oportunidad de tomar un té con alguien todopoderoso. Y Anne Wintour lo es, al menos en el mundo de la moda, ese universo que mueve más dinero del que ahora mismo podemos imaginar y que está lleno de tejemanejes, medias verdades, humos, trapicheos y… talento. Mucho talento.

La temida Anna Wintour prohibió terminantemente las fotos en la charla que dio a los alumnos en el Museo del Traje y me cuentan que los hombres tipo armario ropero que protegían su integridad no se andaban con concesiones. A ver… he perdido la cuenta de los años que llevo trabajando con famosos y creo que hasta ahora nunca, jamás, había visto que sucediera algo así: ningún periodista infiltrado, ningún paparazzi que haya sacado una foto con teleobjetivo, ninguno de los presentes lo suficientemente osado como para echarle cara al asunto.

Bueno, ninguno, ninguno, no es verdad: gracias a los dioses estuvo presente la más atrevida de todas: Cosima Ramírez, hija de Pedro J. y de Ágatha, que se coló (literalmente) en la recepción con su mamá y le plantó dos besos bien dados en la cara, como ella misma ha explicado. Parece que la Wintour se quedó toda loquita ante el descaro de esa chica extravagante, la única que se saltó las normas y que, además, consiguió lo que parecía inconseguible: la única foto existente con la diosa (véase más arriba).

Otros que saltaron las normas: los chicos de Alvarno. Estos vienen de la escuela del viejo extravagante, Karl Lagerfeld, y saben que en este mundillo de vanidades no hay que andarse con chiquitas. Me caen bien porque no es la primera vez que se saltan las normas y no sólo son deslenguados, sino que también tienen talento: a ver si Anna se digna a abrir en su Mac extrafino última generación la memoria que hábilmente le dio uno de ellos con su colección.

Salir en Vogue América supone tocar el cielo para los diseñadores españoles, de ahí que cuando hace dos o tres semanas unos cuantos empezaron a recibir invitaciones y la voz se corrió empezó a cundir el pánico: “ahhhhhhhhgggggg que yo no estoy invitadaaaaaaa”, dijo más de una y más de uno, de los nervios, y empezaron a hacer gestiones para la codiciada invitación.

Y Amaya Arzuaga, mi admiradísima Amaya Arzuaga, que no se entera la pobre de nada porque está todo el día dale que te pego en Lerma, venga trabajar, pues se quedó sin invitación, algo que no le ha importado, por mucho que se haya publicado lo contrario en distintos medios. Las diseñadoras grandes como Amaya Arzuaga están por encima de todas estas chiquillerías de patio de colegio.

Pero pasemos a más contar más anécdotas: sabemos que ha estado alojada las menos de 48 horas (es rica, pero su apretadísima agenda no le permite pasar ni siquiera tres días en un país que no había visitado hasta ahora) en el Ritz y que se celebró en la embajada de EE UU una cena secreta en su hombre, una cena en la que todo el mundo se acercó, la miró, le dijo dos cumplidos y un tópico en su cara y la criticó un poco a sus espaldas. El arte del critiqueo español, ya saben. Aunque es bien cierto que esta vez ha habido más halagos que críticas: la Wintour sabe cómo meterse a la gente en el bolsillo.

Pero la sorpresa no ha sido esas frases que ha soltado, eficaces y efectivas, que repite por el mundo y que se sabe de memoria, como por ejemplo una que yo llevo repitiendo años sin que nadie me escuche: “No hay que seguir las tendencias porque hoy no existen. Solo cabe ser distinto”.

Es una obviedad. Si no, ¿de qué el éxito total de Mario Vaquerizo?

La sorpresa, decía, ha venido de la mano de… Ana Boyer. Hemos descubierto que la cena secreta en la embajada de EE UU, sobre la que tanto se había especulado, existió verdaderamente, pues ha sido ella la que muy generosamente lo ha contado en su cuenta de Instagram, donde también ha detallado la marca de su vestido, un modelazo que ronda los 5000 euros. Ahí es nada.

Ana Boyer y Fernando Verdasco, en la cena. ¿Qué les parece el vestido?

Ana Boyer y Fernando Verdasco, en la cena. ¿Qué les parece el vestido?

Isabel Preysler y Vargas Llosa, adolescentes ‘in love’ en Lisboa

¿Creíais que el culebrón Vargas Llosa – Preysler estaba finalizado, al menos por un tiempo prudencial? Nada más lejos de la realidad: la revista Hola le ha dedicado su nuevo número… ¡tres portadas en menos de un mes!

hola

Las dudas que teníamos sobre si Preysler estaba en nómina de la revista junto con sus hijas parecen disiparse como las pocas ideas que nos quedan en este verano ingrato, al menos en Madrid, donde estos días estamos alcanzando temperaturas muy perjudiciales para la salud, al menos para quien viva sin aire acondicionado (yo).

A lo que íbamos: si el otro día escuché de labios de una avezada periodista del corazón asegurar fieramente que Isabel Preysler no concedería ninguna exclusiva, rechazando así cheques que podrían alcanzar cantidades de 600.000 euros, pero, ¿cómo podemos denominar esta nueva portada? Vale, es cierto, la reina de corazones no ha salido opinando ni hablando de su vida privada. A cambio, la vemos DE LA MANO junto a su “adolescente” novio, sí, adolescente, así lo califican sus propios amigos, que aseguran que ha recuperado una ilusión que parecía perdida.

Total, que en la revista, que he devorado esta mañana mientras me tomaba un Frappuccino en el Starbucks, se les ve ora cenando elegantísimos (chaqueta y corbata él, mono blanco sin mangas y semitransparente ella), ora bailando sonrientes, ora intercambiando una mirada de complicidad y… ¡un besito en el coche! No, hombre, no, en los labios no, no me seáis vulgares. El besito se lo da el Nobel en la carita, como debe de ser, que el paparazzi estaba cerca.

Pero no, ella no habla. Y subrayo lo de ella: él sí ha hecho unas no tan jugosas ni tan sorprendentes declaraciones: “Nuestra relación va muy bien”.

Que no, que ella no ha dicho ni mú, al menos de momento, y la avezada y famosísima periodista del corazón de la que hablaba hace un momento asegura que no va a hablar. Que la Preysler cuando dice que no es que no. Claro que, bien pensado, ¿para qué va a hablar ella, si ya lo hacen sus hijas? Primero lo hizo Tamarita, en su revista y en la 080 Barcelona Fashion para decir que el Nobel es lo más y que es su escritor favorito, además de asegurar tan tranquila que había leído (ejem) la mayoría de sus novelas.

Luego sucedió lo de Ana Boyer, la hermana recta de la familia, de la que se dijo que estaba algo sorprendida (por no decir enojada) con la relación amorosa pero también millonaria que se ha creado entre su mamá y el ínclito escritor. Pero no, de enfadada nada de nada, al contrario, como aclara esta semana, previo cheque bancario, en la misma revista de su mamá:

– “Animaba a mi madre a que rehiciera su vida y buscara la felicidad. Y ahora la veo muy contenta”

– “Para mí lo importante es que mi madre esté feliz, y todos sus hijos la animamos a que haga aquello que la lleve a ser feliz”

-“Es algo con lo que yo he crecido y que pasaba en mi vida desde pequeña, así que lo intentamos llevar con naturalidad. Obviamente, hay muchas veces que cuesta e interrumpe tu día a día” (refiriéndose a la atención mediática de estas últimas semanas)

La parte menos divertida del culebrón también continúa: si Patricia Llosa aseguró en un comunicado que hace poco habían celebrado el 50 aniversario en amor y compañía, Hola aclara que de eso nada, monada, que lo que se celebró fue el doctorado “honoris causa” que le concedió al erudito la Universidad de Princenton, aunque reconoce que sí se brindó por la relación, pues los hijos aún no sabían nada de la ruptura.

Atención, atención: “Existía entre el escritor y Patricia un código de buena conducta, de relación cordial, aunque conocían desde hacía mucho tiempo la situación sentimental en la que se encontraban…”, se explica en las páginas.

Entonces, ¿por qué Patricia Llosa mandó semejante comunicado?, ¿tal vez ella no se enteró del código de buena conducta?

No sé vosotros, pero yo no entiendo nada. Será el calor… más me vale ir a por otro Frappuccino…

¿Pensábais que esto era todo por hoy? Pues no: el culebrón podría continuar esta misma tarde en Madrid, en la conferencia que imparte Vargas Llosa... Se dice, se comenta, se rumorea que Isabel Preysler podría presentarse cual oyente, pero yo apuesto a que no lo hará…

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Isabel Preysler: entre el plan detox y la burguer party

Terminaba anteayer de escribir el triunfal artículo que tantas alegrías me ha dado (también algún que otro disgusto, a qué negarlo: la gente puede llegar a ser supermalvada) cuando mi madre cambió de canal en la tele del hospital y dijo: “Yo no apruebo ni acepto ni entiendo que escribas sobre chismes, pero ya que lo haces tendrías que escribir sobre esto”. Levanté la mirada por encima de las gafas de culo de botella (que sólo me pongo en presencia de mi cariñosa madre) y vi a Isabel Preysler en el asiento de Pablo Motos. No podía creerlo: estaba más joven todavía que en la maravillosa fiesta que celebró hace unos meses Vanity Fair, cuando la confundí con Tamara (no llevaba las gafas), que fue la última vez que la vi. Pero, entonces, ¿es cierto que esas cremas suyas funcionan?

isabel-preysler-abrir

Mi amigo Txema Mirón, consultor y experto apasionado en el mundo beauty, diría que sí, pero yo tendría que verlo para creerlo.

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Desconfío un poco de los efectos milagrosos de las cremas, pero no tanto de los del photoshop. He visto con estos ojos míos verdaderos milagros merced a este programa informático (también bastantes descalabros). Y ella lo sabe. Y es que cuando la Preysler sale en una exclusiva exige un photoshop digno de Ana Rosa Quintana en su propia revista. No hay otra famosa que cuide tanto su imagen como nuestra “reina de corazones” (quedó demostrado que sigue ostentando este título: rompió los audímetros EH como nadie lo había hecho antes: casi cuatro millones de seres humanos).

Claro que lo de su eterna juventud no es solo cuestión de arreglos de ordenador. Porque cuando una la ve en persona no sabe qué edad tiene. Lo mismo podría tener cuarenta y cinco que cincuenta. Tiene sesenta y cuatro. Y está tan delgada… “Mis amigas vienen un día a la semana a ver una serie y dicen: nos vamos a hinchar. Tomamos hamburguesas, perritos calientes, patatas fritas, tarta de chocolate, bizcocho, de todo, absolutamente de todo, estamos todo el tiempo comiendo…Vemos cinco o seis capítulos. Empieza ya a amanecer cuando terminamos y todo ese tiempo estamos comiendo sin parar”

Sí, claro, del Burguer King. Dice que es cuestión de genética. Que ella come un montón y no engorda. Pero luego dice que tiene entrenador personal. Y que baila en el baño. Y en otras entrevistas ha contado que un día a la semana toma solo piña para depurar.

Total, que lo que más me interesó fue su desayuno: Un batido detox (una siempre está a dieta, como Alaska y como mi íntima Topacio Fresh), pero cuando esta mañana ha llegado la enfermera y le he sugerido que me trajera el sencillo batidito ha abierto los ojos tanto que he tenido que decirle que era una broma. Con tod@s la comparto ahora:
Zumo de lima + Brócoli + pimiento + pepino + manzana + col rizada + espinacas + calabacín = Batido energizante de la Preysler.

batido

 

¡Dice que lo toma todas las mañanas!

Conclusión: que Isabel llegó a la tele después de veinticinco años y arrasó casi más que yo en mi primer post. Hubo tuits destructivos, pero los buenos ganaron por goleada.

tuittuit bueno

 

Y fue tan lista que se metió a todos los periodistas en el bolsillo. No es difícil meterse a un periodista del corazón en el bolsillo. Los periodistas del corazón son esos a los que se les insulta una media de 100 veces por semana. En cambio, ella dijo: “Gracias a ellos estoy aquí”. Es casi, casi tan lista como su hija Ana Boyer, que ha superado a la maestra. Pero de Ana hablaremos otro día. Y de mi adorada Tamara (sin duda mi preferida) hablaremos muchos días. Adoro a Tamara y a su cabecita casi tan loca como la mía.

Ahora os dejo: está a punto de llegar mi coach, y como se entere que no he hecho los ejercicios que me ha mandado para mejorar la relación con mi madre verás la que me lía. Bueno es el pelma.

¡Hasta mañana y requete gracias a todos/as los que dejasteis comentarios! (incluido a Javier, que opinó que yo era Ángela Portero disfrazada. ¡Haber estudiado Filología para esto!)

Con todo el cariño

Rosy