Reportero: periodista que a fuerza de suposiciones se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa en unatempestad de palabras (Diccionario del diablo - Ambrose Bierce)El cómo se hizo de los reportajes de 20 minutos...

Javi Rada


Sean cuales sean los caminos, la senda sigue recta en el corazón de los perdidos. Feliz perdición (de perdido a perdido)

La frase me la regaló, anotada con letras torcidas en una tarjeta de cumpleaños, el tipo que me acompaña en la aventura de poner en marcha la sección Los reporteros de 20 minutos.

Javier Rada, Javi, tiene la ponzoña de la palabra en los ojos.

La palabra, como opinaba Paul Celan («Habla / Pero no separes el No del Sí. / Y da a tu decir sentido: / dale sombra»), sólo es valiosa cuando la ha torcido el dolor, la revelación, la pérdida, acaso la turbulencia de la intoxicación.

No conozco a Javi desde hace lo suficiente como para atreverme al diagnóstico, pero puedo permitirme el atrevimiento de considerarle mi hermano, mi blood brother, como diría el negro que ambos quisimos ser.

Somos hermanos incluso en la diferencia: los años que nos separan (23), después de todo, son como un reactor nocturno, se confunden con las estrellas y sólo queda un vértigo, uno de tantos.

Como yo, está perdido. Como yo prefiere los chinos a los japoneses, nunca plancha la ropa, no pide perdón por seguir fumando y, less but not least, cree en la trascendencia.

Como yo, entiende el periodismo como una forma de ser contraria al gremio, la prebenda, el escalo nocturno de la lisonja y las escamas de la nomenclatura en el alma. Como yo, adora los reportajes sobre la pulpa de papel y, aún más importante, sabe qué hacer con un papel en la mano. De facto, Javi es jodidamente peligroso con un papel en la mano.

Me toca ahora ser su jefe en la sección que inauguramos en la edición impresa del diario. Nunca supe ser jefe y a estas alturas del folletín no quiero aprender. Descreo de la orden como código de conducta y reclamo la colaboración entre iguales falibles. No sé qué hacer con Javi Rada.

Los reportajes, como nos enseñaron James Agee desde los campos calcinados de Alabama, Michael Herr desde la cuenca del Mekong y, siglos antes, Daniel Defoe desde las pocilgas del Londres de la peste, son poco más que un chillido.

Supongo que a Javi Rada le dejaré chillar.

José Ángel González

1 comentario

  1. Dice ser Bonoba

    «When I was a boy, the moon was a pearl the sun a yellow gold. But when I was a man, the wind blew cold the hills were upside down. But now that I have gone from here there’s no place I’d rather bethan to float my chances on the tide, dack in the good old world. On October’s last I’ll fly back home rolling down winding way. Scare crows are all dressed in rags out at the edge of the field I lay and all I’ve got’s a pocket full of flowers on my grave. Oh but summer is gone I remember it best, back in the good old world.». Tom Waits.Vuestra unión de hecho, aunque con papeles (y tinta) de por medio, será, como decía Waits, un retorno ajeno a ese good old world del reportaje; ajeno, porque vosotros nunca lo abandonásteis; ajeno, porque seremos los demás los que viajaremos con vosotros.Suerte en este camino que ahora retomáis.

    28 abril 2006 | 11:21

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