José Ángel Esteban. Señales de los rincones de la cultura. Y, por supuesto, hechos reales.

En tu casa o en la calle

El catedrático de ética de Universidad de Barcelona, Norbert Bilbeny, se preocupa al escarbar en los tres estratos de las grandes ciudades: el escaparate de arquitectura para turistas y negocios; los barrios discretos para ancianos empobrecidos y parejas ricas con un hijo, y los barrios guettos con pisos patera para los nuevos infra asalariados venidos de fuera. Y yo me preocupo de que su sensatez de esconda en las páginas pares de los periódicos, arrasada por la histeria de la política de poder de todos los días.

Lo que más preocupa hoy a la gente se produce y resuelve en las ciudades: el acceso a la vivienda, la convivencia intercultural, el transporte ( por la distancia entre trabajo y domicilio), las oportunidades de educación, la seguridad en las calles, el civismo, la calidad ambiental. Todo eso ha pasado a ser igual de preocupante que el terrorismo, la precariedad laboral o la corrupción. Si los gobiernos municipales, con el apoyo estatal, no acometen un proyecto de ciudad, la extrema derecha y el fundamentalismo harán, pero mal, esta inaplazable tarea.

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Y, mientras se piensa así en Barcelona, y en alguna parte muy peculiar de Andalucía se inventan distintos precios de mercado, al otro lado en La Coruña, un grupo de arquitectos y urbanistas se replantean desde hoy el aprovechamiento de los espacios de las ciudades como lugar para extender y compartir lo privado. Hay que pensar las ciudades. Cuando el modelo económico y urbanístico ha dado lugar a una explosión de hipotecas, corrupciones y terrenos vírgenes invadidos por el cemento, cuando la tecnología y el modo de vida han convertido los territorios íntimos en cada vez menos privados, y las calles y espacios públicos en más privatizados, privilegiados y vigilados, ellos se hacen preguntas:

¿qué clase de experiencias domésticas pueden tener cabida en el espacio público? ¿cuáles serían sus formas de apropiación y gestión? ¿cómo se podrían aprovechar para conseguir otros objetivos sociales desde un punto de vista más filosófico? ¿cómo cambiaría el paisaje urbano si las actividades de una vivienda o un trabajo formaran parte de lo que hoy entendemos por espacio público? ¿podríamos llegar a pensar en escuchar nuestra música, organizar una cena con amigos, asistir a un ciclo de cine o asearnos en el espacio público? ¿qué usos, hoy no satisfechos por dicho espacio público, podrían implementarse tras una simple reflexión arquitectónica teniendo en cuenta el estado socioeconómico y tecnológico actual? ¿podría ser esto una forma de dinamizar y dar uso a la ciudad de una forma flexible y continuada?

Puede que no encuentren las respuestas. Pero, por lo menos son preguntas, preguntas distintas.



3 comentarios

  1. Pues has dado en la clave, Esteban: (re)pensar las ciudades y en las dinámicas urbanas que ahora mismo redefinen ámbitos públicos y privados. ¿Cómo ejercer simultáneamente nuestros roles de vecino, ciudadano, currante, periodista, escritor, padre de familia, bloguero?Conciliar sería el verbo a conjugar. Suena naif pero resulta puñeteramente cierto y sustentable.A ver qué pasa.Javier Miranda-Luque.Inkless Media Project.

    28 marzo 2007 | 4:37

  2. Dice ser vaderetrocordero

    Asignatura pendiente la del urbanismo en este pais, desde luego. Principalmente porque investigar nuevas formas de vivir atenta contra los intereses de quienes tienen cogidas por los huevos las formas actuales. Esto es como la máxima «¿Y si hubiera una guerra… y no fueramos nadie?». Pues lo mismo: ¿Y si todos vivieramos en la calle y no comprásemos más pisos? ¡Ojalá!

    30 marzo 2007 | 14:28

  3. Dice ser vaderetrocordero

    Para ejemplo un botón: Yo el año que viene me caso en una playa. Y el escenario lo ha escogido ella, que es arquitecto.

    30 marzo 2007 | 14:30

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