Raúl González Blanco es el verdadero presidente del Real Madrid y lo lleva siendo desde que debutó en 1994 ante el Zaragoza. A la espera de que algún día lo refrenden las urnas, él ejerce como tal a la sombra, demostrando una influencia determinante en el club blanco. El verdadero capo de la familia blanca ha aparecido esta semana –desde la derrota del pasado domingo ante el Sevilla (3-4) ha salido más en los medios de comunicación que en el último año-, justo antes del clásico contra el Barça para levantar la moral de unas huestes merengues cabizbajas por la mala gestión de Ramón Calderón, la inoperancia de Pedja Mijatovic y el pasotismo de Bernd Schuster.

Su poder quedó más que patente al replicar a Schuster, quien afirmó, siendo aún entrenador blanco, que era imposible que el Madrid ganara este sábado en el Camp Nou al Barça. Raúl le desdijo y, al día siguiente, Calderón, un defensor a ultranza del entrenador alemán, puso a éste de patitas en la calle.

Casualidad o no, algunos medios han desvelado esta semana que hace 15 días el capitán madridista comió con su representante, Ginés Carvajal, y con Juande Ramos, sustituto de Schuster, quien -¡qué coincidencia!- también es representado por Ginés.

En el entorno blanco, también es conocido el toque de atención que dio Raúl a Robinho por excederse en sus regates y bicletas a su llegada al club. Además, fue el primero en tirar de las orejas a Sergio Ramos esta temporada por decir lo que todo el mundo veía: que el sistema de Schuster no funcionaba. También se rumorea que una de las razones, además de la monetaria, de por qué el Madrid no contrató este verano al valencianista Villa fue que, siemplemente, no es santo de la devoción de Raúl.

En la selección española, su relación con Luis Aragonés se deterioró porque parece que Raúl quería mandar más que el entrenador y porque no hacía piña. En los corrillos de los enviados especiales al Mundial de Alemania 2006 siempre será recordada la comida en la que el madridista se paseó con una bandeja y un trapo al brazo, cual camarero, diciendo: “Para esto he venido aquí. Para serviros”.

Muy criticado por su estilo torpón, a Raúl González Blanco nadie le puede quitar que suda la camiseta del Madrid más que ningún otro jugador, que ha metido ya 304 goles y que inventó dos regates: el aguanís y la palanqueta.