Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

Perdóname por ser un «Gregorio Samsa»

Rechazar La metamorfosis por etiquetarla como «turbia fantasía entomológica» es uno de los peores patinazos que puede dar un lector, especialmente en Reginaexlibrislandia.

(Queen Cristina, 1933 / MGM)

(Queen Cristina, 1933 / MGM)

Primero porque se pierde una de las obras fundamentales de la literatura universal. Y segundo porque, si me pilla cerca, en cuestión de segundos se materializa un oscuro nubarrón en forma de hongo en el techo de la librería que descarga un chaparrón bibliófilo-regino de proporciones bíblicas.

Entonces yo me abro paso por entre la cortina de agua metamorfoseada en la Reina Cristina de Suecia para soltar mi perorata gregoriosamsiana al pobre desdichado. Y el atrezzo no es casual porque el personaje que inmortalizó la Garbo fue un ser desgarrado entre lo que quería (huir con su amante español) y lo que debía hacer (consagrarse a su corona). O, como ella le espetó a su amante «Perdóname por ser una Reina». (Auuchh)

Y de algo así también va La Metamorfosis. Es más, querid@s, os diré que, de alguna manera, todos somos Gregorio Samsa.

La historia del viajante que se acuesta hombre y amanece insecto es una alegoría demoledora de la identidad personal y de la extrañeza del hombre ante el mundo, donde lo esencial no es la mutación en sí, sino las reacciones que detona en los demás.

Eso unido al estilo fotográfico de Franz Kafka hace de ella una obra maestra cuyo punto y final te golpea con la rotundidad de un mazazo en el cráneo.

El caso es que hoy, el hijo de una de mis reginaexlibrislandianas renegaba por tener que leerse por segunda vez La Metamorfosis (al parecer suspendió un ejercicio) mientras se adentraba en mis confines junto a su madre.

Cuando estaban al pie de mi escritorio y me pidieron un ejemplar porque había extraviado el que tenía, hizo su entrada con gran pompa Regina ExLibris de Suecia para tratar de gregoriosamsanizar al joven lector:

Regina: A ver, ¿tú te has sentido alguna vez como una cucaracha en un grano de arroz?

Cliente: ¿Cóoooomo? ¡jajajajajaja!

Regina: Sí, como que no encajabas. O de otra manera: ¿jamás has proyectado una imagen tuya que no es la verdadera, sino la que otros quieren ver? ¿No hay una parte de ti que no te atreves a exteriorizar? ¿No quieres hacer cosas distintas a las que se supone debes hacer?

Cliente: Sí, supongo…

Regina: Pues si es así, tienes más en común con Gregorio Samsa de lo que crees. Porque, en realidad, es de eso de lo que va La metamorfosis.

Cliente: ¿Pero no era una movida de un hombre que se convierte en bicho? ¿Hablamos del mismo libro? Porque yo no he leído nada de eso que dices.

La Metamorfosis (Akal)

La Metamorfosis (Akal)

Regina: Sí, pero esa transformación tan llamativa de hombre a cucaracha es la que usa Kafka como metáfora de lo que te estoy diciendo y de mucho más.

Cliente: Entonces no va solo de un mutante, ¿no?

Regina: No, la de Gregorio es la historia de un ser humano que por fin se muestra ante los demás tal y como es, y diferente a como esperan que sea. Esa diferencia es tan suya, le brota de tan adentro y con tanta rotundidad que a él no le incomoda su recién estrenada condición de «bicho» y se limita a ir acoplándose a ella con total serenidad. En este sentido, la alegoría de Kafka es tan inquietante como efectiva para evidenciar que cada ser humano es único y especial, y esa diferencia debe ser potenciada, nunca masacrada, a pesar de los demás.

Cliente: Ahhh

Regina: La clave no es la transformación de Gregorio, sino las reacciones de los demás. Eso es lo esencial. Y lo que viene a decir Kafka es que seas quien seas y como seas, y por muy aberrante que le parezca a otros el matiz de tu diferencia has de vivir con ella. Es parte de ti, y te hace ser especial.

Cliente: Vaya tela, entonces no me enteré de mucho, claro.

Regina: Léetelo pensando en lo que hemos hablado y me cuentas… Y, por cierto, ¿te suena algo sobre una manzana en el libro?

Cliente: ¿Una manzana? Mmmmm, pues no. ¿También muta en cucaracha o qué? ¿o es que se envenena con ella y por eso se transforma?

Regina: ¡Jajajajajaja! ¡Qué va! Pues fíjate en la manzana en esta segunda lectura y me comentas si es importante o no.

Cliente: ¡Vale! ¡A ver qué saco esta vez!

Y mientras abandonaban mis confines con su ejemplar de La Metamorfosis yo, aún reginadesuecianizada, observé la manzana que tenía bajo la mesa para el almuerzo.

Cubierta de La Metamorfosis por Barely Sparrow

Cubierta de La Metamorfosis por Barely Sparrow

Y pensé en el pobre Gregorio y en el miserable de su padre arreándole un manzanazo que resultó letal. Se le incrustó en el costado y, como nadie se la retiró, provocó una infección. Todo ello simboliza el castigo que lo lleva a su muerte, no solo por la herida en sí, sino por la indiferencia de su familia.

Y llegados a este punto soy tajante: La metamorfosis es uno de esos libros que todo el mundo debería leer al menos una vez en la vida. Tiene muchos contextos, infinitos matices, una vastedad de interpretaciones única y especial, y está dotado de una carga emocional tan fuerte y tan intensa que es imposible entrar en ese viaje kafkiano y no terminar absolutamente abrumado por la transformación de Gregorio Samsa y por la simbiosis con él.

Ah, por cierto, quien jamás se haya sentido como una cucaracha en un plato de arroz, que tire la primera manzana.

Y a mi, querid@s reginaexlibrislandianos de pro, y parafraseando a la Garbo-Queen Cristina: «Perdonadme por ser una… Regina Exlibris total y absolutamente gregoriosamsanizada»

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