Chistes de toda la vida para el chavalerío de Internet, que aún no se los sabe

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Guías de conversación para diálogos de besugos

Ninguna excursión al extranjero está completa sin un pantalón multibosillos de Coronel Tapioca y una guía de conversación. Dirá usted que no, que con su diccionario y su Lonely Planet va sobrado pero, créame, no salga ahí fuera sin una buena guía de conversación.

Pongamos que va usted a Marruecos. Antes de cruzar el estrecho ni se plantea que en algún momento va a necesitar decir en árabe: “¿De verdad que no tiene unos patines de un número mayor?”. Hágame caso: por inverosímil que parezca tarde o temprano tendrá que pronunciar esa frase. ¿O acaso al redactor de la guía de conversación español-magrebí Leandro Gao los moros?

Las guías de conversación suelen comenzar con frases más habituales del viajero: “¿Cuánto cuesta?”, “Soy de Pamplona capital” y “¡Qué café más malo!” pero a medida que transcurren sus páginas inevitablemente entran en el terreno del absurdo. Sin ir más lejos en el capítulo “Un día en la ciudad” de la guía Alemán Fácil de Espasa aprendemos a decir “¿Cuándo se ha muerto él?” (Wann ist er gestorben), que es lo que se supone que debemos preguntar –a la alemana: sin inmutarnos- cuando encuentran el cadáver de nuestro compañero de viaje.

Más rebuscada todavía es la frase del Diccionario de Dudas y Falsos Amigos (franceses) de Collins: “Conocí un homicida en la cárcel” (Jài connu un meurtrier en prison), tal vez en referencia al que se cargó a nuestro amigo en Alemania. El autor de esta útil guía parece presa de una obsesión asesina. Vean, vean: “No mates a las mariquitas. No lo soporto” (Ne tue pas les corcinelles, etc.). ¿Matar a las mariquitas? ¿De viaje? Nooooo.

A ver: piense dos frases a boleo que pueda necesitar en un viaje a Japón…Frío, frío: “Sí, éste me viene mejor pero me hace una arruga en el hombro”, por si le da por hacerse un traje a medida, y el siempre socorrido “Necesito un laxante” (Guezai ga hitsuyon desu).

Los bares con nombres divertidos

A los bares uno va a divertirse, a ser posible desde la misma puerta. Es por ello que un buen día los empresarios hosteleros decidieron que el garito no tenía por qué llamarse Eclipse o Milky Way o JoyFer, sino que podían dejar volar su imaginación y bautizarles con nombres largos y divertidísimos, del tipo No se lo digas a nadie, Donde siempre o Mira quién bebe.

Veamos pues las modalidades:

EL MALENTENDIDO.

Si pretendes quedar con algún conocido en un establecimiento llamado Donde te dije o Mi pafeto favorito se producirán conversaciones tan descacharrantes como la que sigue:

-¿Dónde quedamos?

-Pues en mi pafeto favorito.

-Ya, ¿pero cuál es?

-Pues ése: Mi pafeto favorito. Juas, juas.

Una cachondada como llamar a tu perro Comotú.

LOS JUEGOS DE PALABRAS.

Legendaria es la capacidad del español para elaborar juegos de palabras, dobles sentidos y retruécanos, desde Quevedo a Palomino. Así si abres un bar, lo suyo es que le llames Bar Bararrey o una tasca, Tasca Breao, como han visto estos ojos. Si lo tuyo es el mundo pub, nada como Aquí Pub y Después Gloria.

Y no sólo los abrevaderos para la juventud; también se han apuntado a la denominación hilarante negocios de nueva hornada, como ese espá recién abierto en Madrid que dice llamarse Spa Quedarse. Es pa’ mondarse, ¿no?

EL GUIÑO CÓMPLICE.

Si, como suele suceder, la aspiración del antro es agrupar a un determinado grupo generacional, nada como lanzar un señuelo a su memoria televisiva: ¡Vilma, abre la puerta! para los cuarentones, ¡Chanquete ha muerto!, para los treintañeros o Un poquito de por favor para los más chavales.

EN HONOR AL PROPIETARIO.

Si en el sector del bar diurno ganan por goleada los nombres de los dueños (y sus permutaciones), en los pafetos también son un clásico, sobre todo cuando la pareja vive su primer verano del amor. Así un pafeto que se llame Rick&Rita al año siguiente muy posiblemente se acabe llamando algo así como ¡Qué Rick´O!, debido a la espantá de la fémina harta de soportar borrachos.

LAS COSAS DEL PRIVAR.

Además de divertirse, a los bares va uno a beber, así que si tratamos de incrementar el consumo per cápita del respetable valga un sencillo y divertido apócope, como BB+ o PK2. Ahora bien, si lo que despachamos tras la barra es garrafón, nada mejor que Verás mañana.



Es de bien nacidos estar prevenidos

¿Quién es el portavoz de su familia? ¿Cómo?, ¿Que no tiene uno? Ya tarda en convocar un cónclave de hijos, tíos y nueras para nombrarlo. La tragedia acecha a la vuelta de la esquina y más vale estar preparado para dar su versión de los hechos a la prensa. Claro, usted piensa que las desdichas sólo le ocurren a los demás, que su marido nunca va a ser abducido, que a sus hijos no los van a secuestrar mientras chapotean en la piscina Estoy con Toi, que su suegra no puede liderar una secta satánica. Pues bien: sí puede y su familia comete una grave irresponsabilidad al carecer de portavoz.

Pongámonos en el peor de los casos: su hija y su yerno han tenido la desdichada idea de celebrar su luna de miel en Haití, con tan mala suerte de que han acabado protagonizando la ceremonia de vudú a la que, inicialmente, sólo asistían. Seguramente piense que nada peor le puede pasar. Pues bien, sus problemas no han hecho más que empezar: la prensa querrá una foto de su hija para ilustrar la serpiente de verano.

Aquí no valen fotos del móvil, pues usted tendrá que salir en el sofá sosteniendo la foto en el regazo. Veamos, ¿qué fotos tiene de la niña? ¿Quiere que sus quince minutos póstumos de gloria los consuma con el traje de maragata o de fallera mayor de las fiestas del año pasado? ¿Y él, vestido de caqui el día de la jura de bandera? Sepa que a la hora del noticiero su hija se estará revolviendo en la tumba a ritmo de candombé.

Sigamos, ¿tiene usted foto de su gato, de su perro, de su loro? No, ¿verdad? Total, su mascota está siempre en casa, en su jaula o en su cestita. La puede ver desde el sofá con sólo girar la cabeza…¿por qué querría una foto? Porque el animal está a punto de escaparse, insensata. Para darse a la aventura o al fornicio. ¿Y qué va a poner en el cartel de búsqueda? “La cotorra es muy cariñosa y responde al nombre de Macario” ¿Acaso los bichos responden a algún nombre?

Recapitulemos:

1. Nombre sin tardanza un portavoz de la familia.

2. Retrate a todos sus seres queridos con gesto serio, mediático, incluyendo a los animalillos.

3. Y la luna de miel en Tenerife, como se ha hecho toda la vida.


No me hagas un Terelu, que me da un Marichalar*

*Este artículo aparece en la edición impresa de 20 Minutos bajo el título «Pásame un Clinton o te arreo un Zidane», recortado por motivos de espacio. He aquí el original:

A veces al idioma le falta un neologismo que atrape la realidad cambiante. Entonces llega la actualidad al rescate.

¡Qué te va a dar un Marichalar! El castellano no tenía una palabra que describa el jamacuco que le da a alguien cuando pasa de una divertida reunión de amigos a una sesión de bicicleta estática sin un sueño reparador de por medio. Pero hete aquí que a esa rocambolesca y arriesgada sucesión de eventos se le llama ahora “un Marichalar”, por ser el duque de Lugo su primer usuario conocido.

¿Nunca te han hecho un Terelu? Una cámara de infrarrojos de Aquí hay Tomate captó a Terelu haciéndole una paja a la remanguillé a su novio, Pipi. Desde entonces, la cultura popular ha bautizado esta práctica como “hacer un Terelu”. Cuando el Terelu es recíproco, lo que se hace es un Krampack, como todo el mundo sabe.

Pásame un Clinton. Para un ex fumador resulta tortuoso ver cómo sus compañeros de parranda circulan el porro que no puede catar. Para calmar la ansiedad sin traicionar la promesa, nada como «hacer un Clinton«, es decir, darle una calada pero sin tragarse el humo. Como un futuro presidente, sí señor.

Y, claro, le tuve que arrear un Zidane. Si algún villano te menta a la madre o te habla en italiano o, simplemente, lleva unas patillas dibujadas al milímetro te está provocando, así que lánzale «un Zidane«, ese certero cabezazo en mitad del pecho, la frente o donde venga a caer.

Hazme un cuñaíto… Como su propio nombre indica “hacer un cuñao” es gritar “¡cuñaaaooo!” con un diente hecho con servilletas insertado entre el labio superior y la encía. La otra opción es perder todos los dientes menos el incisivo central, pero es más dolorosa y tampoco gana mucho en gracia.

Otros consejos del profesor Gao.



Predestinados desde la pila bautismal

El opositor ha de tener muy en cuenta sus apellidos a la hora de escoger su futuro empleo. Conocedor de este principio, Miguel Agredes encaminó sus pasos hacia la política y ahora es el flamante concejal de Seguridad Ciudadana de Alicante. Un colega suyo en esto de repartir sopapos es el comisario Miguel Ángel Gamonal, que como su propio nombre indica, es el especialista en explosivos de la Policía Nacional.

Y si usted se apellidara Oro, ¿a qué se dedicaría? Efectivamente, sería catedrático de Química Inorgánica, como Luis Oro, que ha tenido sus 15 megabytes de fama a propósito del Polonio 210. Ojo al parche: si se hubiera llamado Luis Carbono o Ricardo Metano pueden apostar a que sus pasos le hubieran encaminado hacia la Química Orgánica.

Menos razonable, provocativo incluso, es que el Presidente de la Sociedad de Hipertensión Arterial se llame Antonio Coca. ¿Acaso no había una Matilde Tisana entre los galenos? ¿Es que nadie se acuerda de que Chris Farley, predestinado también, murió de sobredosis de polvo blanco? Fíjense, señores médicos, con qué tiento eligieron gerente los asociados en la Unión de Agencias de Viaje: Ramón Buendía, nada de Fernando Chubasco.

Y para cerrar, nada mejor que hacerlo con la sala de conciertos madrileña Divino Aqualung, que chapó definitivamente en febrero de 2006. Su programador se llamaba Ramón del Precinto. Divino, ¿no?.

Operación Alibombo

¿Quién bautiza las operaciones policiales? ¿Existe un departamento ad hoc dedicado a poner pintorescos nombres a las ofensivas de la Ley o bien son los propios agentes, en sesión de brainstormig, los que deciden el título de su película cotidiana? ¿O acaso hay un listado rotatorio y preasignado como el que nombra los huracanes en el Caribe?

Recientemente, la policía nos sorprendió con la puesta en marcha del Proyecto Rosita, un dispositivo para detectar el tráfico de estupefacientes en los colegios. Los alumnos se preguntarán quién es la tal Rosita, ¿un nuevo modelo de pasti o la dealer que la proporciona?

No menos imaginativo fue el genio que puso nombre a la Operación Carol, orquestada para frenar esa ¿lacra? ¿pandemia? que es la falsificación de bolsos. Suponemos que se trata de un homenaje póstumo al difunto pontífice.

Lo que no nos acaba de cuadrar es por qué se llamó Operación Katana a la redada contra la piratería que acabó con varias tríadas de chinos el pasado mes de octubre. ¿Acaso sólo falsificaban “Matar a Guille” y títulos afines? Así, a bote pronto, Operación Tosta Rica hubiera quedado más propio.

Sin embargo, ponerle Operación Chuleta a la desarticulación de las ¿mafias? que chivaban a sus alumnos las respuestas correctas del examen del carnet de conducir viene como picha al culo, como suele decirse.