Las redes sociales son la pataleta de los mayores y explico la metáfota: cuando los niños quieren llamar la atención, lloriquean y patalean para que sus papás les oigan. Cuando son los mayores los que necesitan que los demás se fijen en ellos, recurren a historias en las redes sociales. Normalmente, las usan para alardear de vida pefecta y suben fotos preciosas de viajes inolvidables, por ejemplo. Los hay que también recurren a mensajes facilones con citas de Paulo Coelho (?). Pero también hay una tercera vía de adultos con déficit de atención que se apoyan en las redes sociales: los que inventan historias dramáticas. Nada grave, si no se te va de las manos, que es lo que le ha ocurrido a una joven madre australiana.
La chica, de solo 23 años de edad, tiene una hija de cuatro a la que ha ido envenenando paulatinamente para contar en Facebook la vida azarosa que llevaba como madre de una niña enferma de cáncer. ¡Ya hay que estar tarada! Durante nueve meses (¿en venganza por su embarazo?), la joven, de la que no ha trascendido su identidad, ha administrado quimioterapia a la pobre criatura, mientras iba narrando en la red social de Mark Zuckerberg cómo su salud se iba deteriorando y cómo luchaba por sobrevivir.
El objetivo era atraer hacia sí la atención y la simpatía de sus conocidos y a fe que lo logró, ya que los mensajes de ánimo se sucedían cada vez que posteaba algo nuevo. Su obsesión por ser el centro de las miradas le ha provocado a su hija una insuficiencia severa en la médula ósea, una enfermedad de la que se recupera lentamente y que amenaza seriamente con condicionarle el resto de su vida.
Afortunadamente, la estúpida madre de la criatura fue cazada antes de prolongar su criminal comportamiento y ha sido condenada a seis años de cárcel, además de perder la custodia de su hija. La tipa parece sufrir una extraña enfermedad mental aún no reconocida oficialmente que se denomina Síndrome de Münchhausen por Poder, cuyos enfermos causan lesión deliberadamente a niños que tienen a su cargo.
Con su mamá a la sombra, la pequeña ya no tiene al enemigo en casa. Sus abuelos, abochornados por el comportamiento de su hija, se han hecho cargo de la custodia de la pequeña, a la que confían en recuperar del todo antes de contarle que su mamá es una tarada que casi mejor que se hubiera dedicado a postear frases moñas sacadas de libros de Paulo Coelho.