Este libro impreso en el siglo XIX literalmente puede matarte

Cuando se habla de libros potencialmente mortales, generalmente se refiere a las ideas radicales o controvertidas que contienen, pero en el caso de este volumen en particular, el potencial de letalidad es del todo literal. ¡¡¡Que miedo!!!

Shadows from the Walls of Death: Facts and Inferences Prefacing a Book of Specimens of Arsenical Wall Papers (Sombras de los muros de la muerte…) es un libro publicado en 1874 por el Dr. Robert M. Kedzie, un cirujano de la Unión durante la Guerra Civil estadounidense que más tarde se convirtió en profesor de química.

El título ya es toda una declaración de intenciones porque puede dejarte sin aire si lo intentas leer del tirón. ¡Que me ahogo! 😉 Después de este gracieta, continúo con la historia.

De sus aproximadamente 100 páginas, 86 son solo muestras muy coloridas de papel tapiz pigmentado con arsénico, que la gente usaba para decorar sus hogares durante esa época. Una invitación segura para viajar rápidamente al más allá. O-O

Otro ejemplo de papel envenenado.

A pesar de que el arsénico era una toxina conocida capaz de llevarse por delante a una persona al ingerirla, nadie imaginó que podría matar incluso cuando se utiliza como componente activo para hacer que los colores del papel pintado sean más potentes y vistosos, según publica Periodismo.com. Sin embargo, Kedzie lo hizo, así que imprimió el libro como advertencia.

Las paredes decoradas con este tipo de papel liberaban el veneno en las casas que lentamente mataba a sus habitantes. El arsénico terminaba en el aire, en la comida o impregnaba las manos de las personas. Una muerte que llegaba lentamente y sin saberlo.

Un diseño que hay que examinar con las manos protegidas.

De las 100 copias originales de este letal libro, solo cuatro se conservan en la actualidad. Dos permanecen en Míchigan, el estado natal del Dr. Kedzie (una en la Universidad Estatal, y la otra en la Universidad de Míchigan). La tercera está en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, y la cuarta se puede consultar, con mucho cuidado, en la Biblioteca Nacional de Medicina, que también escaneó el ejemplar y lo puso a disposición online.

(Fotos: Biblioteca Nacional de Medicina)

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