Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

Valió la pena

La jornada nos ha deparado muchas cosas: la incapacidad del Valladolid para escapar de la zona de hule, a favor de un Betis achaparrado y crecido en la esa filosofía de la resistencia tan divertida; el enorme poder del Español, dirigido por un espléndido entrenador, el respiro del Dépor en Valencia, la extraña debilidad del Zaragoza

Es igual. El tema en las casas, en la mía también, era el Barça-Madrid. Y de eso vamos a ocuparnos con urgencia.

Quede constancia, en primer lugar, de que fue un espectáculo que valió la pena. Vamos, que tiene música. Un partido jugado de poder a poder, pero en el que las órdenes las dio siempre el equipo blanco. Eso quiere decir que el Barcelona jugó a lo que le dejaron. Y esa es la peor noticia para un grande. Rijkaard puede aprender la lección para el partido de vuelta: pero necesita trabajar tanto el menú como lo hizo su rival durante esta semana. Y no le veo muy trabajador al holandés: en cuanto le sacas de su rollito primavera se pierde un poco.

El partido se decidió por un gol cuando el primer tiempo declinaba, que es cuando hace daño. Se produjo un hueco en la banda derecha del Barcelona, la de Puyol, atraído probablemente por algún canto de sirena de esos de Robinho. Fue ejemplar: una pared en la que hubo dos toques sin dejar caer el balón al césped, y esa velocidad, que es mental y física y que sale de muchas horas de laboratorio, dejó a Baptista solo ante Valdés. La ejecución, perfecta, a la escuadra: la asistencia, ese término de baloncesto tan gráfico, de Van Nistelrooy.

Pero el partido se había ganado en los vestuarios mucho antes. “No dejéis que el Barça juegue a lo que sabe”. ¿Qué sabe? Venir de los extremos al centro y explotar allí el talento pasador de Xavi e Iniesta, la velocidad de Eto´o y las segundas llegadas. El Barcelona fue condenado a jugar por las bandas. Acaso alguien echó de menos a Belleti o a Gio: ni Abidal ni el gran Puyol tienen la velocidad o la pegada suficiente para hacer daño a una defensa que se doctoró cum laude. Por el centro no había nada que hacer: la superioridad física de Diarra y Julio Baptista, más la paliza que se pegaron Snejder y Raúl, dejaron los plomos fundidos a la línea de luz del club blaugrana.

Modélico el marcaje de Ramos a Ronaldinho, modélico partido de Cannavaro en los uno contra uno, insuperable Heinze, una fuerza de la naturaleza Pepe: ¿hay quien dé más? Sí: la guinda. Delante y detrás.

Curiosamente, el Madrid tuvo más ocasiones que el Barcelona: por esta vez no fue la pegada lo que definió al equipo de Schuster, que debió matar el partido en el segundo tiempo. No lo hizo, y teniendo enfrente al Barcelona, fue muy grave: el maravilloso Bojan estuvo a punto de cambiar el signo del partido cerca del final. Lo que pasa es lo que pasa: Casillas, ya se sabe…

Me queda, para finalizar, una sorpresa táctica: lo lógico es que los niños salgan a desgastar rivales de principio y que dejen el remate de la faena a los maestros, justo cuando a los toros les falta el resuello. El grito de “Niños, al salón” lo dio Rijkaard al revés: me parece duro que Giovanni, un recién llegado, lleno de clase pero recién llegado, intente quebrar la marcha de un partido claramente adverso. Lo mismo digo de Bojan Krikic, esa perla absoluta que no puede pasar de la escolanía a la Scala sin que se note.

No jugó Guti. Yo, que soy del rubio a muerte, lo entendí perfectamente. Guti jugará muchos partidos este año, pero éste no era el suyo: se trataba de un partido de sacrificio, de acoplarse al juego rival hasta desmontarlo: y a fe que las cosas le salieron rodadas al técnico alemán. Cuando sea el Madrid el que tenga que hacer la propuesta Guti será imprescindible. Y ese día llegará. Pronto, por cierto.

No me importa acabar celebrando la grandeza del caído. El Barcelona lo intentó siempre, aún sintiendo en sus carnes que no era el partido previsto y que no se sabían el guión. Excelente el trabajo de Yaya Touré y bien los demás. Pero sin brillo: el alarde final de Iniesta en la banda fue la demostración más palpable de que hubo más jugadores que juego. Y eso lo explica todo.

4 comentarios

  1. Dice ser tag

    me quedo flipado, as puesto lo que yo pesaba en todo momento,….menos en una cosa, si sale guti al terreno de juego el barsa se lleva 3 como minimo, hala madrid

    24 diciembre 2007 | 4:35

  2. Dice ser Atletico

    Veo que como siempre,,,parece que en tu liga particular no juega el Atletico…que aunque perdiese 2-1 ante el Espanyol, yo creo que dos expulsados, un arbitro pesimo..,.dan para hacer alguna reseña no?..En fin, esperando un poquito mas de amplitud en tus comentarios…un seguidor del futbol.

    24 diciembre 2007 | 8:28

  3. Dice ser Messi

    Creo que te olvidas de la pieza más importante del puzzle con diferencia, LIONEL MESSI.

    24 diciembre 2007 | 9:24

  4. Dice ser Carlos

    Te felicito por toda la exposición del gran clásico, en todo momento has plasmado objetivamente tus pensamientos los cuales comparto…Si el barça tiene que echar tanto de menos a Messi, nunca será un equipo, siempre creerá en las individualidades, por encima de messi (mejor jugador del mundo) siempre hay un equipo.El madrid ganó el partido sobretodo tácticamente, su fuerza y su mentalidad está por encima del nivel catalán.

    24 diciembre 2007 | 13:08

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