Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

La prueba del nueve

Juegan Rácing y Sevilla un partido que es un test. No sólo de las aspiraciones de cántabros e hispalenses, sino de filosofía: mala suerte que se haya retirado Sócrates, aquel brasileño de pies de japonesa, porque podría haber echado una mano.

Se enfrentan el poderoso equipo de Nervión y el mucho más humilde de El Sardinero. El Sevilla de José María del Nido hizo caja: vendió las sucesivas perlas de la corona, dejando a un lado cualquier tentación de romanticismo, y con los muchos euros rescatados de la venta de Reyes, Ramos y Baptista montaron una armada práctica, elegida por el ojo infalible de Monchi y trufada con los excelentes productos de la tierra: Navas, el pobre Puerta, Dieguito Capel… Ese equipo, el mejor de Europa dos años seguidos y campeón de su grupo en la Liga de campeones, anda dando tumbos en la Liga española: pero da miedo al miedo. Queda por saber si el traje hecho a medida para Juande Ramos no le viene un poco grande a Manolo Jiménez quien, a decir de la grada, sólo necesita una bragueta holgada.

Enfrente está un auténtico vino de autor. Se presumía el año pasado, en el arranque liguero, que los chicos de Portugal se iban irremisiblemente a Segunda, y casi entran en Europa. Se atribuyó casi todo el mérito al dúo Sacapuntas: pero el más alto se marchó a Valencia y se quedó el bajito Munitis sin poder decir aquello de “veintidó, veintidó, veintidéveintidóveintidó…” No en balde el cómico se hacía llamar la Pulga de Torrelavega, nombre que sólo cumple al gran Vicente Trueba, pero que tiene un indudable sabor a la Montañuca. Así que para este año se esperaba el desastre anterior. La directiva, fiel a su criterio, encargó el nuevo barco a otro entrenador de éxito: aquel Marcelino que dictó una lección de fútbol en el Bernabéu al flamante seleccionador nacional británico.

Se enfrentan, pues, un equipazo con un entrenador poco rodado, que acaso rompa la maldición de los segundos, como hicieron Mourinho y Del Bosque, pero pocos más, y un equipito apañado que sigue deslumbrando. Con chicos de la casa, como Munitis o Colsa, con un portero en el que nadie creía y que se está saliendo, como Toño, y con un estilo: inteligente, meditado, incómodo para el rival y eficaz. Muy eficaz.

A ver qué pasa.

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