Mientras Gaza se tiñe de rojo, el mundo calla. Tímidamente, la ONU y Estados Unidos han pedido que haya un alto del fuego, una tregua, pero no han creado ninguna resolución o presión real para que Israel, el estado más fuerte en cuanto armamento del Próximo Oriente, deje de bombardear Gaza, una de las zonas más paupérrimas por culpa del bloqueo que le somete, precisamente, Tel Aviv desde 2007.