Una manifestación contra Kabila en una imagen de archivo / flickr
El mandato de Joseph Kabila tendría que haber terminado esta medianoche. A las 10 de la noche empezaron los gritos contra Kabila, las caceroladas, los gases lacrimógenos y los neumáticos incendiados. Antes de que sonara la alarma, a las 23.50 y pese a las protestas, Kabila hizo oídos sordos a la mayoría de la oposición y anunció la creación de un nuevo gobierno interino en la RTNC la televisión pública. La programación se interrumpió para dar la lista de los nuevos 67 ministros y viceministros, algunos de la oposición, y dirigidos por Samy Badibanga, un tránsfuga del UDPS (Unión para la Democracia y el Progreso Social).
En ese momento se empezaron a oír los primeros disparos en los barrios del norte de la capital. Desde el amanecer las fuerzas de seguridad y ejército pasean por las calles de Kinshasa impidiendo el paso, y deteniendo arbitrariamente cualquier congoleño que se manifieste, hasta ahora ya ha habido unas 200 detenciones y han sido asesinados 20 civiles, cifras confirmadas por el delegado de derechos humanos de la ONU en RDC, José María Aranaz.
Etienne Tshisekedi, principal líder de la oposición, ha reclamado al pueblo la “resistencia pacífica” ante un presidente que “ha dejado de ser legítimo”. Los congoleños han respondido a este veto a la manifestación con la organización de algunos partidos de fútbol, metáfora en señal de protesta. Expertos en derechos humanos de Naciones Unidas urgen en Kinshasa levantar las prohibiciones de manifestarse en vigencia desde hace un año, al considerarlas abusivas y lesivas a los derechos ciudadanos.