«Cuando todo el mundo está loco, estar cuerdo es una locura» (Paul Samuelson)
Mi taxi me ayuda a entender que todos, absolutamente todos, somos únicos, irreemplazables e imprescindibles. Cuando alguien, quien sea, se monta en el asiento trasero de mi taxi y me indica una calle, en ese mismo instante, mi presente más inmediato comienza a girar en torno a él mientras que él, por su parte, me corresponde depositando toda su confianza en mí. Por eso tengo la obligación de conducirle a su destino con prudencia, de no chocarme, de no matarle y de no matarme a mí tampoco.
Resulta curiosa la confianza que siempre depositan los usuarios en cualquier taxista: nos están ofreciendo su vida en bandeja de plata, sin apenas conocernos de nada. Suponen siempre que jamás nos chocaremos, que nunca pondríamos en peligro su vida porque entonces también tendríamos que poner en peligro la nuestra. Se suben a cualquier taxi, confían en cualquier taxista y, sin embargo, jamás se les pasaría por la cabeza montarse en el vehículo particular de cualquier otro desconocido.
Y es que a nadie se le ha pasado nunca por la cabeza que pudieran existir taxistas suicidas, o aspirantes a Travis sedientos de venganza.
¿Curioso, no?
manu, Manuel, no hay problema. Solo que me sentí un poco agraviada… jejee.., supongo que mil puños de mala reputación y malas experiencias inclina la balanza en desfavor y, ensombrece la buena intención de los novatos en las leyes y la justicia. Pero siempre se puede hacer diferencia. creo.Un beso, manu.
01 junio 2009 | 22:33
Desde Argentina !!Tierra de marcianos como Santiago Gori, un abrazo a cuanto loco suicida se me cruce…Y que tenga cuidado de mí y no se espante, jaja.Abrazo tibio, chao.
02 junio 2009 | 12:29
Jajajaja, cojonudo y oportuno el link Simpulso, jajajajaja.Esto corrobora lo de que cada persona es un mundo…De todas formas no te ilusiones que por aqui no llegará a pasar. Cuanta razón tienen los guiris…Spain is diferent!!
02 junio 2009 | 12:39
Cuando leí esta entrada, ya no se si en el periódico o en internet me quedé pensando, y no sé por qué, realmente alguna vez he pensado en qué podría pasar si se cumpliera alguna trama propia de las películas americanas y que tuviera como protagonista un taxista tipo Robert de Niro en El cabo del miedo. Pero los taxistas, como la mayoría de la gente, son personas normales.Y si hay alguno que no lo es y te toca, ya es tener mala suerte.
10 junio 2009 | 19:14
Caracoles! Que mundo de comentarios! Pero esto no es del todo cierto, es mi pais (Mexico) A veces uno se sube a un taxi con toda la desconfianza del mundo, no sabes si el cabrón te va a asaltar con una navaja o pistola, si anda pedo o drogado, y la verdad, que no da nada de confianza…
24 junio 2009 | 01:41