José Ángel Esteban. Señales de los rincones de la cultura. Y, por supuesto, hechos reales.

Temperatura del aburrimiento

Cosas que pasan en los rincones. Un día antes había descubierto gracias a una fijación la inmediata existencia de libros compactos: Anna Karenina, La Feria de las Vanidades, El Molino del Floss, David Copperfield, Moby Dick, Esposas e hijas, Casa desolada, Middlemarch, Jane Eyre, El conde de Montecristo, Norte y Sur y Retrato de una dama, sin grasa, sólo magro. Una editorial estadounidense , Orion Books, está a punto de sacar el mercado volúmenes de grandes clásicos condensados, extractados, editados. Se supone que a esos librazos les sobra el cuarenta por ciento de letra impresa, páginas que arden a la temperatura del aburrimiento. Para venderlos de nuevo hay que proceder a una liposucción.

Ni Melville, ni Tolstoi, pongo por ejemplo, pensaron lo mismo, su fiebre creativa no se lo permitió, sus dudas, sus revueltas. Pero no podían imaginar, claro, que su tiempo de escritura tuviera esta herencia de lectura sincopada, urgente, dónde los lectores, los que quedan, exigen dieta baja en calorías de adjetivos.

Un día después, de visita en una casa tomada por el huracán de una muerte última y reciente, con las habitaciones desmanteladas, papeles viejos de viejas cuentas como hojas de otoño en los pasillos, armarios tartamudos, en un rincón de una estantería casi completa una vieja colección de Historias Selección me hizo recordar el tiempo de la lectura urgente, compacta, fibrosa, adolescente, donde sólo tenía segundos para pasar de viñeta en viñeta, donde el fin me perseguía desde mucho antes del principio. Hace tantos años, como ahora mismo.

5 comentarios

  1. El antecedente más visible de lo que nos cuentas es «Selecciones» del Reader’s Digest: esa publicacioncilla de marras para la congregación de lectores digestivos.Lectores disfuncionales, a tropezones, que requieren síntesis compactas: pastillas, tips, cápsulas, tiernas pildoritas doradas para matar el hastío que deja libre la tele y la acidez estomacal.Son -tú ya lo has dicho- extractos: ripios, trozos de escritura «compactada» como la basura y con «ilustraciones» para una masa sin lustre.

    04 mayo 2007 | 1:40

  2. Dice ser irene

    pues es una pena, no se que haria Jack London por ejemplo si intentaran quitarle los detalles a sus libros, el gran norte se convertiria en el mininorte, o a Asimov o mismanete el Quijote…si no te gusta leer, no leas, ¿no? pero destrozar la creatividad de un autor es cuanto menos triste…a mi por ejemplo Dostoyevsky se me hace pesado, intente leer los hermanos Karamazov, y guerra y paz de tolstoi y la verdad es que me resultaron pesadisimos, en cambio Cien años de soledad que es casi igual de gordo me lo lei casi del tirón…los libros no interesan mas por ser mas cortos o mas faciles de leer, algunos son complicadisimos como LA colmena a la hora de seguir el hilo narrativo o los detalles, pero eso va con los gustos como la comida, el amor y la vida en general…asi que no creo que fomenten la lectura de ciertos libros como por ejemplo Hellen Keller por quitarle lo mas bonito que tiene, los detalles, los adjetivos y descripciones…¿no?en fin, que es como todo, que al que no le gustan las acelgas pues no se las va a comer aunque le pongan menos.saludos

    04 mayo 2007 | 10:06

  3. Dice ser Jo

    Las descripciones narrativas no pasan por su mejor momento debido a la prisa con que vamos de aquí para allá, desde luego. Pero quizá sea también porque estamos en la era de las imágenes. Antes, el lector no contaba con un album digital (ya memorizado) de desiertos, paisajes nevados o bosques frondosos. Había que describirlos y así, el lector, llegaba a descubrirlos. Ahora, con decir «desierto» nuestra mente busca en el archivo de todos los desiertos televisivos que vimos y hacemos la imagen a una velocidad vertiginosa. Y aunque haya descripción, a los nuevos lectores les sobra, sus desiertos están detallados con más luz (con menos posibilidad de imaginar, también es verdad). Ahora los libros se requieren como escenarios de argumentos y acciones vivas. Historias exentas de artilugios disuasorios que haría al lector abandonar en el primer párrafo. La vida es que va muy deprisa en casi todo, eso ya lo sabemos. Y en realidad, lo entiendo. A mí me ocurre cada vez más.Lo que no sé es qué pensarían los autores de estos libros que mencionas. No sé si querrían que su libro permaneciera intacto como joya concebida en un fondo y una forma estudiados. O si, en cambio, preferirían que alguien re-editara sus textos para adaptarlos a los nuevos tiempos y así permitir que, de alguna manera, sus novelas siguieran estando presentes. Quizá ellos mismos lo harían si pudieran para que no muera el fondo por culpa de una forma ya obsoleta. Quizá nos sorprenderíamos ante un Dicken o un Dumas gritando: “¡Por dios!, recortar esos párrafos; no dejéis que mis personajes desaparezcan, los cree para que la gente conociera la miseria humana, no para que vieran la nieve…”La verdad es que es un tema complicado.Igualmente, no creo que estemos en un siglo con lectores difíciles. Soy más de pensar que lo verdaderamente importante, hoy en día, no está pasando en los libros. Y creo que la selección natural de ficciones está haciendo el resto.Vaya comentario largo que te he escrito. Y eso que ahora iba a referirme a la parte que me toca. Bueno, estate seguro de que vendré otro día. Con un vodka limón en la mano.:DUn abrazo.(Por cierto, así como en voz bajita: siento la pérdida)

    07 mayo 2007 | 1:44

  4. Dice ser griselda

    espero y te guste te quiero mucho

    11 junio 2007 | 16:21

  5. Dice ser Sonrisa Radiante

    El ser humano ya no sabe que hacer para hacerse mas gandul.Si se recortan los libros estos pierden su propia esencia.Por recortarlos no los van a leer mas los libros gustan o no gustan depende de las personas y como el escritor sepa llegar.

    30 junio 2007 | 21:54

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