Una historia de amor equivocado y resucitado en el corazón de China, en medio de una epidemia de cólera; la imposible relación entre un arquitecto ecologista y una emigrante bosnia en el centro del Londres renovado; la última emisión de un programa de radio que sirve para reflexionar sobre la aceptación de la muerte y la esperanza en el día siguiente. Es decir, el empeño de Edward Norton por ver una novela de Somerset Maugham,en imágenes, los diseños de melodrama de Anthony Minghella o el casi testamento de Robert Altman, por debajo, sin demasiado ruido, son películas que se colocan en la cartelera y encuentran su público más despacio, justo en los estrechos huecos que dejan las imperativas grandes promociones para consumo masivo y las escogidas vanguardias cinéfilas. El velo pintado, Breakinhg and entering y hasta The prairie home companion, devuelven el humilde placer de sentarse más o menos libremente en una sala a oscuras y dejarse llevar, sin esperar que tenga que cambiar la historia del cine o, ni siquiera, la propia biografía.
Jaes, yo me dejaré llevar en el salón de mi casa.Se ve perfecta.Saludos!
02 abril 2007 | 11:30
Es que Edward Norton es demasiado! Con sólo 37 añitos el señor Norton tiene un historial de actuaciones imponentes que ya querrían muchos incluir en su repertorio. «Las dos caras de la verdad», «American History X», «El club de la lucha», «25th hour»… Este hombre salva cualquier producción sólo con su presencia.Teresa,http://www.kleido.net
02 abril 2007 | 16:46
A mi, MM, fíjate, me gusta todavía ir a la sala, que se apague la luz, que pase lo que tenga que pasar y, después, en la calla, recolocarme. En casa, sólo me sienta como trabajo o como modorra.Y Norton hace eso que tu dices, Teresa, pero aquí además, escoge el libro, busca al director y pone su dinero. Para verse.
03 abril 2007 | 9:37