José Ángel Esteban. Señales de los rincones de la cultura. Y, por supuesto, hechos reales.

Música fuera de las partituras

De repente, en la radio alguien habla de los músicos de una orquesta sinfónica que mientras ejecutaban el Mambo de West Side Story se pusieron a bailar en el escenario y a moverse por la sala sin perder el tempo ni la afinación. Afino el oído y escucho a Fernando Palacios, un hombre orquesta, que lo mismo divulga música comotemporánea, que da conciertos minúsculos de trompetilla, graba discos o presenta programas de radio, y le oigo hablar de Tocar y Luchar, un documental sobre el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela. Así que me entero de que los músicos del mambo de Bernstein tenían doce años, su director era Claudio Abbado, uno de los muy grandes, y que como ellos hay otros doscientos cuarenta mil niños que tocan en orquestas sinfónicas venezolanas de alto nivel. Y miles más que les escuchan. Ahora mismo.

Busco para aplacar mi ignorancia y descubro que el documental nunca se ha proyectado aquí y que Giuseppe Sinopoli, Claudio Abbado o Plácido Domingo, han trabajado con esa clase de orquestas infantiles venezolanas. Y encuentro la figura de José Antonio Abreu, el hombre que hace más de 30 años puso en marcha el experimento que hoy alcanza a 300 orquestas en tras tantos pueblos, ciudades y aldeas. Ahí toca todo el mundo, excluidos e incluidos, ricos y pobres, manejando la armonía, la solidaridad, la excelencia artística, el espíritu de la perfección. (Hay otras músicas que en otras fronteras también lo hacen y también tienen películam más divulgada: el Candeal de Carlinhos Brown y Trueba)

El invento venezolano, que ha hecho decir al director de la Orquesta Filarmónica de Berlín, que ese era el futuro, ha sobrevivido cambios de regímenes políticos, despierta una interesante unanimidad y es apoyado ahora generosamente por el gobierno de Chávez.

Palacios no habla de política, habla de música, sólo de música. Pero envida el invento que deslumbró a Simon Rattle (el más respetado director de orquesta británico entre los innovadores): no hay trabajo más importante que ese que se hace con los niños. Y no sólo para la música. Y añora unas posibilidades como ésas aquí, qué paradoja, para fomentar la creatividad, el gusto, la afición. Y la alegría de hacer música, dentro y fuera de las partituras; y sacarla de la música de las paredes oficiales, de las encorsetadas salas de conciertos, abrir las puertas, quitar el miedo, llamar.

Puede que no tenga nada que ver con lo que pasa en el mundo, con lo que suena. O puede que sí. A mí me apetece que lo tenga. Fernando Palacios es uno más de los divulgadores que este lunes empiezan un curso con la Claves de Acceso a la música del siglo XX (y del XXI). Junto a él están otros grandes, Luis de Pablo, José Luis Téllez o Polo Vallejo. Y, claro, Fabian Pasinello, el director del Plural Ensable, y director de la Escuela Superior de Música que traducirá a Bartock (Bartok), Ligetti, Schoemberg(Schönberg), Ravel, Stravinsky, Janacek, Boulez. Yo quiero aprender. Lo hacen en el Circulo de Bellas Artes, entre sus muros elegidos, pero habría que romperse la cabeza para abrir esas cuatro paredes.

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¿Habrá una edición especial de Fargo, la película que el detenido de Fago tenía en la mesa de su casa? ¿La vio demasiado o demasiado poco? ¿O vio demasiado poco la televisión y no contaba con su poder para lo microscópico y para transformar todo en un macroacontecimiento? ¿Cuántos muertos por postas y por lindes ha habido en nuestra memoria sin la milésima parte de segundos de atención? ¿Cuándo empezó el contagio? ¿Qué vemos, qué estamos mirando ahí dentro que no hayamos podido ver muchas más veces? ¿Universos perfectos que estallan en añicos como tantos? ¿Por qué lo miramos con tamaña intensidad, con semejante despliegue? ¿Cuánto tardará en diluirse la historia en el torrente de otras, de cualquier otra que le quitará minutos, centímetros cuadrados? ¿Cuánto tardaremos en pasar página? ¿Cuándo compraremos la siguiente? En otro Alcorcón, en otro Fago o donde sea conveniente, sólo para seguir mirando.

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9 comentarios

  1. Dice ser Píccolo

    Bartok, Schoenberg….(si es que quieres aprender)Otra cosa, a esos que nombras, lo de Grandes les viene un poco «grande»

    05 febrero 2007 | 8:21

  2. Dice ser jaes

    Grandes para explicar. Oí a Téllez durante años, por ejemplo, y a Vallejo, alguna vez, y a De Pablo, hablando de otros, y no los despreciaría jamás.

    05 febrero 2007 | 9:55

  3. Dice ser jaes

    Y aprendo: Schönberg. Bartok. Gracias.

    05 febrero 2007 | 9:59

  4. Dice ser Píccolo

    Schoenberg, así sin dieresis, se la quitó por temas relacionados con las persecuciones nazis hacia los judíos. Y sí, de Pablo es grande para explicar la cría de la almeja filipina y similares, de música no sólo carece de idea, carece también de la mínima formación. Investiga y sorpréndete. Vallejo es buena gente pero no más allá de la música étnica africana (¿y’) Hay otros músicos en España que sin llegar a la categoría de «grandes» están mucho más cerca que estos fulanos. Pero vamos, tampoco es para tanto, no es nada personal…

    05 febrero 2007 | 11:24

  5. Dice ser jaes

    ¿Personal? No vamos a discutir por la corrección de una molesta diéresis alemana, que dirían los sabios. Lo que tenemos los profanos es que profanamos, incluso sin querer. (Otros que no lo son, también: véase la diéresis del programa del CBA) Me pongo a investigar la almeja filipina y lo otro, para ir un poco más allá. Agradezco pistas. Buen día.

    05 febrero 2007 | 13:40

  6. Dice ser Gran

    Al margen de las diéresis, (con acento) de los nazis, y de las almejas, la cosa me parece es que la música superior entre comillas está secuestrada por unos pocos que no hacen más que escucharse ellos mismos, y lo que puede ser de muchos sea sólo sea lo mas y mas y mas vendible. Intereante que los músicos sinfónicos bailen en el esceanrio. Debe ser el caribe. Ahora solo hace falta hacerlo en el patio de butacas, cuando cueste un poco mas barato y nos tienten un poco igual vamos.

    05 febrero 2007 | 14:50

  7. Dice ser Píccolo

    jaes, en cuanto a de Pablo y a modo de pista, investiga sobre cierta banda sonora que le encargó (por poderes…) Orson Welles y la reacción de éste al escuchar la magna obra, es muy divertido….Gran, tienes toda la razón, han secuestrado la música sinfónica de concierto. Claro, no han podido hacerlo con la que tiene un mínimo matiz comercial, ahí no cuela. Y todo amparándose en la estrategia del «cuadro blanco». Es el precio que paga la ignorante burguesía por quererse convertir en aristocracia. Éstos serán unos estirados pero saben muy bien lo que compran.

    05 febrero 2007 | 16:10

  8. Dice ser Syoj

    Piccolo, tu nombre es como tu seso; cretino

    05 julio 2007 | 12:44

  9. Dice ser Grosso

    Lo de Piccolo es un poco lo de siempre: el español criticón.Leo con tiempo y distancia este blog y no sé si este comentario está fuera de lugar.Algunos de los nombrados no pueden ser comparados con otros y menos tratados como fulanos.Que, ¿a quiénes me refiero?, ya sabes tú a quién.

    19 septiembre 2007 | 19:08

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