La aventura ibérica de un guiri más crudo que una pescadilla

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Un domingo a la madrileña

Nadie hace el domingo como los madrileños. En otras ciudades del mundo, la gente aprovecha del séptimo día para descansar y preparar la semana que viene; hacen deporte, planchan la ropa, limpian la casa.

En Madrid es otra historia, aquí el domingo es como otro sabado. La gente sale, toma vermut al grifo, cañas, tapitas, copitas, cualquier cosa. Si caminas en la capital un domingo ves más gente por la calle que casi ningún otro día.

En Noruega, la gente pasa el domingo haciendo senderismo, bañándose en lagos fríos, tomando sauna, en fin todo tipo de actividad para limpiarse de los pecados del fin de semana y preparar el cuerpo y la mente para una semana nueva.

En Madrid, nada de eso, aquí hay que aprovechar hasta el último momento, el lema de los madrileños debe ser carpe dominicus. Después de haber salido el sábado hasta las tantas, los gatos se levantan el domingo, y ¡a tomar!

Este fenómeno se observa sobre todo en el barrio madrileño de la Latina. Ayer estuve por este lugar tan encantador, en la plaza San Andrés, hay una cervecería allí donde a veces se puede observar el santísimo Iker Casillas.

Fue un domingo perfecto. Estuvimos unos amigos con una nevera llena de Mahous frías, la plaza estaba a tope, todos hablando, chicas guapas, un grupo de estos músicos rumanos tocando los clásicos de siempre. Luego la gente pasa a la Plaza de la Paja, donde los bares sirven copas hasta la madrugada. Y nadie piensa en currar.

Para dejarlo claro, a mi me encanta el concepto del domingo madrileño y creo que el senderismo, lo tengo que dejar para adelante…

Gracias a todos por los comentarios que me llegan, y agradeceré a los que pueden comentar como se celebra el domingo en otras partes de España.

Aquí abajo veis el bar de la plaza San Andrés, llenísimo. Y he colgado una foto de dos amigos míos muriéndose de la risa, que nunca está lejos en la Latina.

El bar cutre, siempre de moda

Ayer salimos gente del periódico, para celebrar que ya mucha gente está de vacaciones. Solemos ir a un bar asturiano en la Calle del Pez, cerca de nuestra antigua sede madrileño en Callao.

El local es de uno de estos bares de toda la vida, con sus palillos, sus ceniceros, sus fotos de fiesta nacional y sus bufandas de equipo de fútbol. En fin, he aprendido que es lo que se llama un «bar cutre».

El bar cutre es un tópico de la sociedad española, veo uno en cada esquina. Es un lugar para cada momento del día, desde los churros y el café por la mañana hasta el último trago de la noche. Y atrás de la barra hay un viejo barman sirviendo patatas bravas con unas cañas bien tiradas…

Este tipo de bar no existe en mi país, allí los lugares se preocupan de siempre estar a la moda, de ser tan «cool» que se quita toda personalidad. Además, en los bares españoles viene todo tipo de gente, desde los abuelos hasta los chicos del instituto, y ¡todos se hablan! Al contrario, en los países nórdicos, las generaciones no se mezclan, hay un poco de segregación social.

Por supuesto se fuma mucho en el bar cutre, y los cigarrillos se tiran al suelo junto a las servilletas, como veis aquí. Es una costumbre que choca a los extranjeros, como venimos de lugares tan limpitos, donde ni siquiera se fuma en los bares…

¡Y pido a los lectores que me recomienden el bar más cutre de España!