El frustrado pase a la final de la selección española de fútbol en la Copa Confederaciones puede que no sea tan trágico como parece.
Es cierto que nadie esperaba caer en semifinales ante un equipo inferior como Estados Unidos, pero más vale corregir hoy los errores que lamentarlos mañana.
Falta un año para el Mundial de Sudáfrica y España goza ahora de tiempo para analizar cuáles son los principales defectos que debe corregir ipso facto para llegar bien preparada a la próxima cita mundialista.
El seleccionador, Vicente del Bosque, debe ser consciente de que en el Mundial de 2010, en caso de clasificarnos, los rivales van a utilizar tácticas similares a la que emplearon los yanquis en Bloemfontein: cerrarse bien atrás y salir a la contra.
España no debe permitirse desperdiciar 45 de los 90 minutos y regalar dos goles al rival como hizo ayer. Un equipo que aspira a lo máximo debe perder siempre por los méritos del rival y no por los deméritos propios.
Puede que sólo fuera una mala noche y que, como dijo Casillas, «de estos partidos, perdemos uno de cada diez», pero ahora hay que estar más en guardia que nunca.
Y puede que incluso Estado Unidos nos haya hecho un favor rompiendo el récord de 35 partidos seguidos sin perder que ostentaba el combinado nacional. La derrota les ha quitado a los jugadores esa presión con la que llevaban conviviendo desde la conquista de la pasada Eurocopa. Colgarse el cartel de favorito nunca trae nada bueno.
